Más Educación Ciudadana y más juventud empoderada: para un San Cristóbal diferente y mejor en 10 años
“Las cosas no son como antes…” Una frase que nuestros adultos mayores repiten con frecuencia, y que de vez en cuando también nos encontramos diciendo, sin detenernos a reflexionar en la profundidad de esas palabras.
Recuerdo mi época de estudiante alrededor del año 2000, cuando llegaba la hora de Moral y Cívica (una asignatura que, a día de hoy, no entiendo por qué eliminaron o fusionaron en el pensum educativo). Para nosotros, en aquella edad, era una clase que la mayoría consideraba aburrida, pero con el tiempo comprendimos su importancia para los días que nos esperaban fuera de las aulas. Esta materia nos ayudaba a conocer conceptos vitales para ser ciudadanos: fomentaba la participación activa en los procesos democráticos, nos inculcaba el sentido de comunidad y la responsabilidad de ser ciudadanos de paz, plenamente conscientes de nuestros derechos, pero sobre todo de nuestros deberes.
La educación
ciudadana nos convierte de inmediato en agentes de cambio y ciudadanos activos,
porque empezamos a comprender nuestro rol en la sociedad desde pequeños,
fomentando una formación en valores, que tanta falta nos hace hoy en día. Vivimos
una época en que los padres tenemos menos tiempo para estar en casa, donde la
tecnología y acceso a dispositivos, mal manejados, parece competir con lo
fundamental, la educación primaria en el hogar enfrenta serios retos. En
nuestro San Cristóbal, es de vital importancia que asumamos un compromiso con
la educación cívica. Este proceso es la semilla para un San Cristóbal Diferente y Mejor: una ciudad más organizada, limpia,
con menos accidentes de tránsito, mayor sentido de pertenencia, menos embarazos
en nuestras niñas y adolescentes, un mejor medio ambiente, y donde nos
respetemos y cuidemos como sancristobalenses.
Nuestros jóvenes
tienen en sus manos la capacidad de transformar y ser los agentes de cambio que
tanto necesita nuestro San Cristóbal. He sido testigo de su energía y mirada
visionaria en los encuentros que realizamos desde la fundación, y estoy
convencido de que, canalizando estas energías para construir la ciudad que
tanto anhelamos y merecemos, motivándolos a usar su voz para el bien común y
empoderándolos para participar activamente en su comunidad, el dembow que se
escuchará será otro.
Es cierto que las
cosas no son como antes, pero también es cierto que el futuro lo construimos
nosotros con las decisiones y acciones que tomamos hoy. Por eso promuevo y
propongo unir esfuerzos públicos y privados para llevar la educación ciudadana
a todos los clubes deportivos, artísticos, parques, calles y espacios naturales
de los jóvenes, con un enfoque en cuatro direcciones:
- Involucrarse en
proyectos comunitarios: Emprender proyectos
desde los centros educativos, iglesias, juntas de vecinos, asociaciones,
fundaciones, etc., que sean sostenibles en el tiempo, tales como campañas
de limpieza, talleres educativos, actividades culturales, entre otros.
- Educarse y educar a
otros: La mejor manera de motivar a un joven
a participar en algo es viendo a otro joven actuar y liderar acciones en
favor de su comunidad. La famosa estrategia de pares: ellos son sus
principales influencers.
- Buen uso de las
plataformas digitales: Las redes sociales son
herramientas poderosas para la movilización social y la concienciación.
Los jóvenes pueden usarlas para promover causas justas, organizar eventos
comunitarios y crear redes de apoyo. Es necesario introducir el término “Higiene Digital” en sus
conversaciones para, ante todo, promover el uso responsable y combatir los
estragos en su salud mental.
- Participar
en política: La política no se trata solo de
partidos y elecciones; también incluye la participación en Asambleas
Comunitarias, la consulta en proyectos municipales y el seguimiento a la
gestión de los líderes locales. Los jóvenes deben entender que su voz
cuenta y que pueden influir en las decisiones que afectan su futuro. Y
solo al participar activamente en la política, aunque no sea partidista,
pueden impulsar los cambios que desean ver.
Paso a paso, pero
juntos podemos llevar estas conversaciones a nuestros jóvenes. Convencidos de que
la educación ciudadana es el camino, probablemente el único, para que en diez
años tengamos el San Cristóbal que deseamos. A pesar de que Moral y Cívica no
era la asignatura favorita de mi grupo, estoy seguro de que todos mis ex
compañeros estarán de acuerdo en afirmar que esta construyó cimientos sólidos
para el bien hacer en sus vidas, y para que hoy uno de ellos escriba preocupado
por su ausencia.
Hablemos con los
jóvenes, hablemos de ellos y sobre todo escuchémoslos. Porque el futuro de San
Cristóbal está en nuestras manos y en las suyas, y es hora de que tomemos la
iniciativa para hacerlo realidad.
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