Para algunos de los que me honran leyendo mis escritos, es posible que les resulte ser impertinente por lo mucho que “fuño la paciencia”, al referirme tanto, a mi natal San Cristóbal.
Y Posiblemente tengan la razón, y ciertamente, mi “fuñir”
sea mucho.
Posiblemente también a quienes hoy resulta desagradable y molesta mi forma de enfocar la realidad de San Cristóbal, sean los mismos que antes, pero en la oposición, aplaudían y se identificaban a plenitud, con “mi mucho fuñir la paciencia”.
En ese entonces me veían simpático y por demás, «agradable”.
Empero y en lo que el hacha va y viene en San Cristóbal, no descansa el palo, años van y años vienen y seguimos al paso de una tortuga cansada.
Siempre designan a uno o dos cuando mucho, de los dirigentes cercanos de quién emite los decretos para satisfacer la demanda de empleos, botellas, canonjías y prebendas, de los miembros, allegados, aliados y simpatizantes del partido gobernante.
Y ese es el fin de la historia.
Después de ahí, no hay nada más, y se vive en un supuesto pensar de que en esta ciudad todo está resuelto.
Con esta triste realidad, cada cuatro años, San Cristóbal acude confiado y esperanzado a las urnas, pero casi siempre, tiene la desventura y el desatino de “gastar su pólvora en garza”, al elegir a sus autoridades.
Por eso he de seguir siendo impertinente, fuñendo mucho la paciencia, hasta que algún día para bien de esta ciudad, la historia sea otra.
Quién sabe si este mucho fuñir, poco a poco pudiera crear conciencia ciudadana, y quizás, haya valido la pena mi llamada impertinencia.
Impertinencia de seguir preguntando San Cristóbal, ¿qué carajo fue lo que hiciste?.
Que tu bienestar y progreso solo los ve en los diseños de hermosas maquetas que luego guardan en un maletín con mil promesas incumplidas, que en cualquier momento llegarán a las mil y una… y sumando.
Si de promesas se trata, no nos podemos quejar, estamos alante, alante.
Los sancristobalenses tendremos que decir, como acostumbra hacerlo un distinguido amigo cuando le saludamos, Fulano como estás? y él responde: tratando pero “No hay suerte”.
Con Dios siempre, a sus pies.
Por LEONARDO CABRERA DÍAZ
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