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Ministro de Cultura italiano pide perdón a su mujer y a la primera ministra, Giorgia Meloni, por una infidelidad

ROMA, Italia (6 Septiembre 2024).- Es probable que algún espectador despistado que viera el telediario italiano del miércoles por la noche pensase que se había equivocado de canal y hubiese puesto la repetición de un capítulo de la versión local de la Isla de las Tentaciones. No es para menos, porque la audiencia de la Rai tuvo que ver en directo a un ministro del Gobierno italiano llorando en prime time para pedir perdón a su mujer y a la primera ministra, Giorgia Meloni, por una infidelidad que se ha convertido en un bochornoso escándalo para el Ejecutivo.

Gennaro Sangiuliano, de 62 años, era un veterano periodista de la televisión pública con una marcada ideología derechista, que había escrito libros sobre Vladímir Putin o Donald Trump, y que fue nombrado en el 2022 ministro de Cultura del gobierno Meloni. Tenía la misión, y así lo ha explicado él mismo, de terminar con la hegemonía cultural de la izquierda y comenzar a ensalzar a los referentes culturales conservadores. Pero su ambición se arriesga a quedar en segundo plano por este torpe romance, que lleva días en las portadas de los periódicos del país y ha creado un quebradero de cabeza a la premier en el inicio del curso político.

Todo comenzó la semana pasada, cuando Maria Rosaria Boccia, una mujer de 41 años que se presenta como empresaria en el mundo de la moda, publicó en su cuenta de Instagram una imagen suya junto al titular de Cultura donde le agradecía su nombramiento como “asesora para grandes eventos”. Más tarde el ministerio desmintió el cargo y negó que tuviera nada que ver su equipo, algo que enfadó a Boccia, y mucho: comenzó a publicar en sus redes –sus seguidores crecen como la espuma– fotografías y pruebas de que había participado en grandes eventos oficiales, incluso en reuniones previas a la cumbre de ministros del G-7 de Cultura, prevista para finales de mes en Nápoles. Había audios, mensajes y billetes de avión enviados por el ministerio.

La oposición comenzó a hacer preguntas. Quería saber si se beneficiaba de fondos públicos y en calidad de qué, y sobre todo, si tenía acceso a papeles confidenciales relacionados con el G-7. El culebrón comenzó a crecer hasta que a Meloni no le quedó más remedio que citar a Sangiuliano a su despacho para cerciorarse de que el dinero de los italianos no había ido a financiar la compañía de su ministro ni se habían traspapelado documentos reservados.

“La primera persona a la que tengo que pedir disculpas es a una persona excepcional, mi mujer. Luego pido disculpas a Giorgia Meloni, que confió en mí, por haberla avergonzado a ella y al Gobierno”, dijo el ministro, entre lágrimas, durante una entrevista en el telediario TG1 de la Rai. Sangiuliano reconoció que había mantenido una relación de “tipo afectivo” con esta mujer y que había meditado darle este cargo, pero al final se echó para atrás por ser un “conflicto de intereses”.

El experiodista apareció ante las cámaras con fotocopias para tratar de demostrar que los vuelos y estancias de Boccia los había pagado él de su cuenta bancaria personal, y prometió que la mujer no le podía hacer chantaje más que con capturas de pantalla de sus chats privados “sentimentales”. También contó que había presentado su dimisión a la premier, pero esta la había rechazado. “La primera ministra me ha pedido seguir adelante y decir toda la verdad”, explicó.

El titular de Cultura promete que la mujer solo le puede hacer chantaje con chats sentimentales

Meloni, reacia a modificar su gabinete –quiere que su Ejecutivo sea el más estable en décadas– por el momento no le ha dejado caer, pero podría llegar a tener que cambiar de opinión. Sobre todo, porque se desconoce el alcance del material comprometido al que ha podido tener acceso Boccia, que ha grabado dentro del ministerio y del Parlamento con una cámara oculta y se dedica a contestar al instante cada noticia nueva sobre el asunto en sus redes. La principal preocupación es el G-7 de Cultura, que podría convertir el lío de faldas en un problema internacional.

La premier incluso se ha visto obligada a dar explicaciones sobre el asunto en televisión. Poco después en una reunión la ejecutiva de Hermanos de Italia, Meloni lanzó un mensaje que parecía un dardo directo a Sangiuliano: “Estamos haciendo historia y todos debemos ser conscientes de ello. Y esto no permite descansos ni paradas, pero mucho menos puede permitir errores”.



Por ANA BUG/La Vanguardia

 

 

 

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