Papa Francisco llega a Luxemburgo, agradece a los periodistas y las cartas de los emigrantes
LUXEMBURGO (26 Septiembre 2024).- Francisco saludó personalmente a los cerca de 60 reporteros, corresponsales, cámaras y fotógrafos que le acompañan en su 46º viaje apostólico internacional. El aterrizaje tuvo lugar en el aeropuerto internacional de Luxemburgo-Findel unos minutos antes de las 10.00 horas.
La sonrisa es la misma que hace quince días, cuando
estaba a punto de emprender el largo viaje a Indonesia. «Le agradezco mucho
esta compañía suya. Gracias por su servicio. Muchas gracias», dijo Francisco a
los cerca de 60 periodistas presentes en el vuelo de Ita Airways a Luxemburgo,
destino, junto con Bélgica, del 46º viaje apostólico.
El viaje es más corto y menos exigente que el
anterior; pero el entusiasmo parece ser el mismo. Dado por «salir» y conocer
nuevas realidades, nuevas caras, nuevas historias.
«Estoy
a su disposición»
Menos de media hora después de que el AirBus320neo
despegara a las 8.29 horas del aeropuerto de Roma-Fiumicino, el Papa quiso
saludar personalmente a los que a menudo se ha referido como sus «compañeros de
viaje». El apretado horario del vuelo no permitió al Papa hacer la tradicional
ronda de saludos, aquella en la que él mismo se movía entre los asientos de
reporteros, cámaras y fotógrafos para estrecharles la mano, escuchar algún
chiste o frase susurrada al oído. «Lo siento, no me siento con fuerzas para
hacer el 'viaje'...», bromeó Francisco en referencia al largo pasillo del avión.
«Gracias», volvió a repetir.
Una
bolsa de Senegal llena de regalos y mensajes
Muchos eran, como siempre, los regalos que los
periodistas habían preparado para el Papa. El director de la Oficina de Prensa
vaticana, Matteo Bruni, los recogió uno a uno y se los entregó a Francisco.
Uno, en particular, destaca por las dramáticas historias que hay detrás,
entrelazadas con uno de los temas preferidos del Pontífice: las migraciones. Es
la de la periodista española Eva Fernández, corresponsal de Radio Cope, que
entregó a Francisco una bolsa de tela senegalesa. La han confeccionado los
niños de la Fundación Buen Samaritano, una iniciativa de la parroquia de Santa
María de Añaza, en esas Islas Canarias que se han convertido en una 'nueva
Lampedusa' por el continuo flujo de desembarcos de migrantes y refugiados y las
miles de dificultades para acogerlos a todos. Las mismas Islas Canarias que
Francisco ha dicho más de una vez -incluso durante la rueda de prensa a su
regreso de Singapur- que quiere visitar tarde o temprano.
Odisea
en el mar
El eco del deseo del Pontífice llegó a los propios
migrantes, que, a través de Eva Fernández, enviaron cartas al Papa contándole
la odisea que vivieron, o quizá mejor dicho, sufrieron, para llegar a las
puertas de Europa. Todas las misivas están metidas en la bolsa senegalesa, donde
también hay un cuadro del Gobierno canario creado por un artista local, junto
con una carta del presidente Fernando Clavijo agradeciendo al Papa su
preocupación por la situación en el archipiélago. En la bolsa también hay una
misbaha, el pequeño rosario islámico de bolas de colores. Es el regalo que un
inmigrante hizo a un sacerdote que le ayudó en el desembarco.
Ahora está en manos del Papa, al igual que las cartas
manuscritas de Michel, Ousseynou, Bright, Ousmane, Abibo. Todos emigrantes que
huyeron de la pobreza y de las tragedias de África. Todas historias de abandono
-de su hogar, de su familia, de su tierra-, pero también, de alguna manera, de
reinicio y renacimiento.
Las
historias de Michel, Ousseynou, Bright, Ousmane, Abibo
La carta de Michel, un menor que salió de Senegal,
cuenta la historia de un niño, el menor de tres hermanos, que viajó durante
siete días sin ropa para cambiarse. Los traficantes le habían dejado la mochila
en el suelo. Viajó con una camiseta y unos pantalones mojados y llegó a la isla
sin apenas poder andar. La Fundación Buen Samaritano lo acogió con un amigo y
empezó a trabajar. Así puede ayudar a su familia en Senegal, escribe.
Del mismo país llega Ousseynou Fall: es mayor que Michel
pero está igualmente traumatizado por el viaje, durante el cual vio morir de
sed a varias personas. En su carta, asegura al Papa que su posible visita a
Canarias sería de gran consuelo para los que sufren y sueñan en la isla. Si
alguna vez se produce, Ousseynou se ha ofrecido a ser su escolta personal hasta
el puerto de Arguineguín, adonde llega tanta gente en barco de vapor.
También de Senegal es Ousmane: es poeta y reconstruye
su viaje en las barcazas con unos versos en los que el horror se atenúa
enseguida con metáforas y símiles: «El frío me retorcía los dedos y el hambre
en el estómago se sentía como un hilo, mientras la humedad y la sal del mar me
desgarraban la piel y mis pestañas se convertían en cristales de sal».
Entre las cartas hay una de Bright Obanor, nigeriano
con esposa y tres hijos. Huyó de la persecución política en 2008 y llegó a
Libia a los dos meses. Trabajó durante meses antes de reunir el dinero para
marcharse a Sicilia. Allí permaneció siete meses y luego se trasladó a Padua. Durante
tres meses vivió en la calle y fue en las calles de Padua donde consiguió
reencontrarse con su mujer. Decidieron irse a Francia para dar un futuro a sus
hijos. El final feliz, sin embargo, tardó en llegar. Bright no conseguía
papeles, así que se apoyó en un conocido que le prometió un viaje a Irlanda
para poner sus papeles en regla. Todo ello por 3.700 euros. Era una estafa. El
joven fue detenido en Tenerife, donde hacía escala el avión que debía llevarle
a Dublín. Gracias a la ayuda de muchos, ahora se están tramitando sus papeles.
Mientras tanto, ha retomado sus estudios.
La última carta es de Abibo Danfá, de Guinea Bissau,
uno de los pocos cristianos llegados a Canarias. En su país, Abibo estudiaba y
trabajaba para pagarse sus estudios y los de sus hermanos, pero la falta de
dinero le impidió continuar. Llegó en barcaza hasta El Hierro, también un viaje
tortuoso. Le cuenta al Papa Francisco la imposibilidad de vivir en África por
el hambre y las guerras: por eso muchos deciden intentar rehacer su vida en
Europa, escribe.
Muchos tienen como destino Bélgica, el corazón de ese
Viejo Continente al que Francisco llega por la tarde.
Por SALVATORE
CERNUZIO/Enviado especial a Luxemburgo
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