"Ben-digan y no mal-digan", proclama el papa Francisco en su saludo navideño a la Curia Romana
CIUDAD DEL VATICANO (21 Diciembre 2024).- Un denso discurso del Papa Francisco a la Curia Romana en su saludo de navidad, donde recordó una vez más la guerra en Tierra Santa. Retomando las palabras de San Pablo, escribiendo a la comunidad de Roma: «Bendigan y no maldigan nunca», Francisco hizo una reflexión: Digan lo bueno y no digan lo malo” de los demás, en nuestro caso de las personas que trabajan en la oficina con nosotros, de los superiores, de los colegas, de todos.
El Papa en su discurso navideño dedicado a la Curia Romana, luego que el Decano diera su saludo en donde habló de las guerras, Francisco recordó que ayer no dejaron entrar al patriarca en Gaza y volvieron a bombardear en lugares donde estaban tantos niños. Esto es crueldad, afirmó.
Retomando las palabras de san Pablo cuando escriibó a la comunidad de Roma: «Bendigan y no maldigan nunca» (Rm 12,14). Podemos entender dicha exhortación de este modo: “Digan lo bueno y no digan lo malo” de los demás, en nuestro caso de las personas que trabajan en la oficina con nosotros, de los superiores, de los colegas, de todos, dijo reflexionando al respecto.
Hablar bien de los demás, ser humildes
Hablar bien de los demás y no mal de ellos es algo que concierne a todos incluso al Papa, dijo, hace parte de ser humanos. Esta actitud dijo, de hablar bien de los demás es una "expresión de la humildad, y la humildad es el rasgo esencial de la Encarnación, en particular del misterio del Nacimiento del Señor, que nos disponemos a celebrar. Una comunidad eclesial vive en gozosa y fraterna armonía en la medida en que sus miembros transitan por el camino de la humildad, renunciando a pensar y hablar mal de los demás".
Y propuso a todos practicar un camino de humildad, ejercitarnos en el acusarnos a nosotros mismos, mencionando a Doroteo de Gaza, ese lugar que hoy día es sinónimo de muerte y destrucción, desde esa ciudad, él ha edificado la Iglesia con instrucciones y cartas llenas de sabiduría evangélica. También nosotros, hoy, introduciéndonos en su escuela, dijo, podemos aprender la humildad de acusarnos a nosotros mismos para no hablar mal del prójimo. "Cuando uno ve un defecto en una persona, sólo puede hablar con tres personas: con Dios -sobre eso-, con la persona, y si no puede hablar con la persona, con quien en la comunidad pueda ocuparse de eso. Y nada más", dijo.
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