Un Momento – El veneno disfrazado de solidaridad

El dolor que han causado las drogas en nuestras familias y comunidades no se puede ocultar ni mucho menos olvidar. Es un mal que se infiltra como una sombra, oscureciendo el futuro de generaciones enteras.

Frente a eso, resulta indignante ver cómo algunos de quienes lucran con este dolor intentan lavar sus manos con aparentes gestos de generosidad. Donaciones, ayudas, actividades “sociales”… nada de eso compensa el vacío que deja a su paso.

No se puede comprar la conciencia de un pueblo ni endulzar la amargura con favores. El bien no se mezcla con el mal, y la caridad no nace del crimen.

 

Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.

 

 

Por MONSEÑOR RAMÓN DE LA ROSA Y CARPIO

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