Luchar contra la droga, desmantelar las organizaciones criminales: el llamado del papa León XIV
CIUDAD DEL VATICANO (26 Junio 2025).- Un llamamiento para combatir a quienes negocian con las adicciones es el que lanzó el Papa en la audiencia de esta mañana, en el Patio de San Dámaso, a los participantes en la Jornada Internacional de Lucha contra la Droga: «La Iglesia necesita de ustedes, la sociedad necesita de su testimonio y del gran trabajo que realizan».
El Papa nos insta a dejar que la dignidad prevalezca sobre la dependencia degradante y a luchar contra la “marginación” y no “a los marginados”.
“Existen enormes concentraciones de intereses y
organizaciones criminales generalizadas que los Estados tienen el deber de
desmantelar. Es más fácil luchar contra sus víctimas. Con demasiada frecuencia,
en nombre de la seguridad, se ha librado y se sigue librando una guerra contra
los pobres, llenando las cárceles con quienes son sólo el último eslabón de una
cadena de muerte. Aquellos que tienen la cadena en sus manos, en cambio, logran
tener influencia e impunidad”.
En los rostros de quienes escuchan al Papa León XIV,
en el Patio de San Dámaso, donde se desarrolla un encuentro con ocasión del Día
Internacional contra la Droga proclamado por la ONU en 1989, se vislumbra un
sufrimiento antiguo, un vacío, una falta de sentido y de afecto que en el
pasado se convirtieron en resortes para buscar un anestésico, algo capaz de
borrar o silenciar el dolor. Muchas de las personas presentes han experimentado
la adicción, pero también el renacimiento, la “libertad” – dice León XIV – de
la “prisión invisible” que representan la droga y las adicciones. El encuentro,
que tiene lugar el mismo día de su celebración, es una oportunidad para lanzar
un fuerte llamamiento "contra aquellos que hacen de la droga y de
cualquier otra adicción -pensemos en el alcohol o en el juego- su inmenso
negocio", afirma el Pontífice.
Limpiarse
de la desesperación
En su discurso cita luego el Evangelium Gaudium del
Papa Francisco para recordar que las ciudades mejoran si integran “a los que
son diferentes”, si también construyen arquitectónicamente puentes y, por
tanto, relaciones que “favorezcan el reconocimiento del otro”. Palabras que apoyan
el pensamiento de León XIV.
“Nuestras ciudades deben liberarse no de los
marginados, sino de la marginación; no deben ser limpiados por los
desesperados, sino por la desesperación”.
Una
dignidad que se marchita
«La paz esté con ustedes», dice el Papa en su saludo, en el que recuerda que el encuentro se sitúa en el corazón del Jubileo, «un año de gracia en el que a cada uno se le reconoce su dignidad, muchas veces disminuida o negada». “La esperanza –subraya– es para ustedes una palabra rica en historia: no es un eslogan, sino la luz que se encuentra a través del gran trabajo”. Recuerda luego la tarde de Pascua, cuando Jesús saluda a los discípulos en el Cenáculo, entrando con las puertas cerradas, trayendo la paz, infundiendo en ellos «el Espíritu Santo, que es el aliento de Dios en nosotros». También hoy hay personas que, mirando más allá –subraya el Papa– vislumbran la dignidad olvidada o negada.
“Cuando no hay aire, cuando no hay horizonte, nuestra dignidad se marchita. ¡No olvidemos que Jesús resucitado viene de nuevo y trae su aliento! Lo hace a menudo a través de las personas que van más allá de nuestras puertas cerradas y que, a pesar de todo lo que haya sucedido, ven la dignidad que hemos olvidado o que se nos ha negado”.
"Juntos"
Para León XIV, la presencia de tanta gente en el Patio
de San Dámaso es “un testimonio de libertad”; libre de la prisión de las
adicciones. “Al encontrarlos”, dice, “pienso en el abismo de mi corazón y de
todo corazón humano”, en esa inquietud de la que hablaba san Agustín y que
encuentra paz en Dios. Buscamos la paz y la alegría; tenemos sed de ellas. Y
muchos engaños pueden decepcionarnos e incluso aprisionarnos en esta búsqueda.
Pero hay una salida: “juntos”, sólo así se puede vencer el mal y sólo así podremos
alegrarnos más.
“El Dios que creó y conoce a cada uno de nosotros –y
es más íntimo de mí que yo mismo– nos hizo para que estuviéramos juntos. Por
supuesto, también hay vínculos que duelen y grupos humanos que carecen de
libertad. Pero incluso esto solo lo podemos conseguir juntos, confiando en
aquellos que no se aprovechan de nuestra piel, en aquellos a quienes podemos
encontrar y que nos atienden con atención desinteresada”.
El
martirio de hoy
El Papa recuerda que también hoy se puede experimentar
el martirio cuando, por ejemplo, el compromiso de restituir y redistribuir la
riqueza acumulada injustamente se convierte en motivo de conflicto.
“La lucha contra el narcotráfico, el compromiso
educativo entre los pobres, la defensa de las comunidades indígenas y de los
migrantes, la fidelidad a la doctrina social de la Iglesia son considerados subversivos
en muchos lugares”.
“La
Iglesia necesita de ustedes”
En la confianza, primer paso hacia el renacimiento,
las vidas florecen de nuevo, especialmente las de los jóvenes. «Dios hace cosas
grandes», subraya el Pontífice, «con aquellos que libera del mal», con «las
piedras descartadas» que tienen la fuerza y el coraje de cambiar el rumbo de
la propia historia.
“La Iglesia necesita de ustedes. La humanidad tiene
necesidad de ustedes. La educación y la política los necesitan. Juntos haremos
que la dignidad infinita impresa en cada uno de nosotros prevalezca sobre toda
dependencia degradante”.
Nadie
está perdido jamás
Dignidad que “a veces brilla sólo cuando está casi
completamente perdida” pero es allí donde “viene una sacudida y se hace
evidente que levantarse de nuevo es una cuestión de vida o muerte”. “Hoy toda
la sociedad –explica el Papa– necesita ese empujón, necesita su testimonio y el
gran trabajo que están haciendo”.
“De hecho, todos tenemos la vocación de ser más libres y de ser humanos, la vocación de la paz. Éste es el llamado más divino. Avancemos, pues, juntos, multiplicando los lugares de curación, de encuentro y de educación: caminos pastorales y políticas sociales que empiezan en la calle y no dan nunca a nadie por perdido”.
Mantovano:
Las adicciones, un desafío cultural
En el encuentro en el Vaticano estuvo presente el
subsecretario de Estado de la Presidencia del Consejo de Ministros de Italia,
Alfredo Mantovano, que trajo los saludos de la primera ministra, Giorgia
Meloni, ocupada en el Consejo Europeo en Bruselas. En su saludo subrayó que “la
drogadicción es un desafío cultural y humano” y que la droga, blanda o dura,
“destruye la vida, hace esclavos y subyugados”. Las instituciones –afirma– no
se cansan de luchar, no se resignan ante el narcotráfico que amenaza a naciones
enteras, sino que colaboran para combatir su propagación. “Ante usted, Santo
Padre, hay testigos de la esperanza, convencidos de que la esperanza es de
quien construye cada día, no de quien grita o despotrica: convencidos de que no
existe una esperanza de bajo coste, sustituible por sustancias que dan la
ilusión de sentirse poderosos y luego dejan en la mentira de la esclavitud”.
Paola:
en la comunidad comencé a amarme
Conmovedor testimonio de Paola Clericuzio, de la
Comunidad de San Patrignano, donde ingresó después de pasar una noche en el
hospital tras ser encontrada “apedreada” en una estación. A los 18 años
descubrió la cocaína a través de su novio que la consumía. “No quería quedarme
atrás –explica– y decidí seguirlo entre alcohol, porros y drogas”. Poco a poco
se desliza hacia un abismo, engañándose a sí mismo pensando que puede salir en
cualquier momento, abandona el gimnasio, el baile, el canto y la escuela. No
fue fácil. Es en la comunidad, dice, donde logró recuperar su sonrisa a pesar
de los tiempos difíciles y, también, su pasión por el estudio. “Estoy empezando
a comprender que el amor verdadero es algo más, empezando primero por amarme a
mí mismo”.
Por BENEDETTA
CAPELLI/Vatican News
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