Casi finalizando este mes, volvamos a implorar al Señor para que siga teniendo piedad de nosotros y nos bendiga.
No importa cómo hayan sido estos días: si estuvieron marcados por la gratitud o por el cansancio, por la esperanza o por las pruebas. Lo importante es que volvamos el corazón a Dios, con humildad y confianza.
A veces los días pasan sin que lo notemos, y otras veces se sienten pesados. Pero siempre podemos mirar al cielo y pedir, como hijos, la ayuda del Padre. Nada de lo vivido queda fuera de su mirada, ni nuestras caídas, ni nuestros esfuerzos. Antes de comenzar el nuevo mes digamos con confianza: “Señor, sigue con nosotros. Necesitamos tu paz y tu bendición”.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
Por MONSEÑOR RAMÓN DE LA ROSA Y CARPIO
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