Llevó 14 años su construcción Etiopía inaugura la Gran Presa del Renacimiento Etíope
ETIOPÍA (20 Septiembre 2025).- Un gran espectáculo de luces y fuegos artificiales iluminó la noche del 8 de septiembre la localidad etíope de Guba, en Benishangul-Gumuz. El motivo era la inauguración de la llamada Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), a la que asistieron el primer ministro Abiy Ahmed, altos cargos del gobierno y varios jefes de Estado africanos.
En palabras del propio Ahmed, el acontecimiento es “un testimonio de la determinación de Etiopía y un faro para el futuro de África”.
El entusiasmo del primer ministro no es para menos, pues, lejos de ser una infraestructura más, se trata de la primera presa con capacidad de generación eléctrica (5.150MW) del continente africano y una de las mayores del mundo en cuanto a dimensiones.
Según los cálculos del gobierno, la electricidad generada servirá para abastecer a más de la mitad de la población etíope, así como para exportar el excedente a los países de la región. Sin embargo, aún queda pendiente gran parte de las redes que deberán conectar la presa con algunas zonas de Etiopía, especialmente las más remotas.
La construcción de esta presa cumple un objetivo histórico de Etiopía, pues ya desde tiempos del emperador Haile Selassie se hicieron estudios sobre el potencial hidroeléctrico del Nilo Azul. Sin embargo, el proyecto tomó su forma definitiva bajo el gobierno del primer ministro Meles Zenawi, eligiéndose en 2010 su ubicación definitiva –cerca de la frontera sudanesa– e iniciándose su construcción en 2011.
En la ejecución de las obras han participado decenas de miles de obreros, produciendose numerosos accidentes. Según ingenieros que trabajan en la presa, los muertos se acercarían al centenar, aunque ciertos reportes aseguran que podrían ser muchos más. A pesar de que el presidente estadounidense, Donald Trump, ha atribuido en varias ocasiones la financiación de la GERD a su propio país, lo cierto es que está ha correspondido en casi su totalidad a la propia Etiopía.
Con un coste aproximado de 5.000 millones de dólares, el 91% de su financiación fue cubierta por el Banco Comercial de Etiopía, y el resto fue financiado por los ciudadanos etíopes a través de donaciones y la emisión de bonos, lo que la convierte en un gran ejemplo de autofinanciación. No obstante, no es menos cierto que China hizo su contribución al proyecto con un préstamo de 1.000 millones de dólares para la compra de turbinas y material eléctrico.
Además de duplicar la capacidad eléctrica nacional, la presa contribuirá a la economía etíope al reducir su dependencia de la importación de combustibles fósiles. Todo ello situará a Etiopía como un gran centro energético del continente, consiguiendo enormes beneficios de su exportación a otros países. Por ejemplo, el presidente sursudanés, Salva Kiir, ya ha anunciado acuerdos con Adís Abeba para recibir energía de la presa.
Otros países como Yibuti, Kenia o Tanzania también han mostrado interés en comprar energía. Con ello, Etiopía pretende volver a erigirse como el verdadero líder económico de la región, como ya fue durante la década de 2010 hasta que la guerra en Tigray paralizó su espectacular crecimiento.
Egipto se opone a la Gran Presa del Renacimiento
“A nuestros hermanos: Etiopía construyó la presa para prosperar, electrificar toda la región y cambiar la historia de los negros. No es en absoluto para dañar a sus hermanos”. Más allá de querer erigirse como gran líder panafricano, estas declaraciones de Abiy Ahmed en la inauguración de la presa estaban claramente dirigidas a sus vecinos sudaneses y egipcios.
Ambos han mostrado su rechazo a la construcción de la GERD, al considerar que Etiopía tendrá ahora el poder de regular el flujo de agua que llega a sus países. El Nilo Azul aporta aproximadamente entre un 60 y un 85% del caudal del Nilo en su unión con el Nilo Blanco en Jartum, dependiendo de la época del año.
Para Egipto, asegurar el caudal del Nilo es esencial, pues representa su única fuente de agua dulce. La inmensa mayoría de su población se concentra a ambos lados de este río, además de ser crucial en su economía por su enorme uso en la industria y la agricultura. En diversas ocasiones, altos dirigentes egipcios han calificado la presa de “gran amenaza existencial” y, desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, se llegó a afirmar que “Egipto se reserva su derecho a defenderse” si se ve amenazada su seguridad hídrica.
Históricamente, el control del Nilo ha sido un asunto casi exclusivo de Egipto. En 1929, un Egipto bajo influencia británica recibió de estos un control casi absoluto sobre sus aguas, otorgándole capacidad de veto ante cualquier proyecto hidráulico construido aguas arriba.
En 1959, El Cairo firmó un acuerdo con Sudán para repartirse la distribución de las aguas del Nilo. En ninguno de estos acuerdos estuvo presente Etiopía, quien los considera una imposición colonial inadmisible en el momento actual. En su lugar, firmó en 2010 el Acuerdo de Entebbe con Uganda, Ruanda, Tanzania, Burundi y Kenia, con el objetivo de crear un marco para un uso sostenible y equitativo de las aguas del Nilo.
Por NACHO IBÁÑEZ/Descifrando la guerra
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