La política y el poder: encanto y desconcierto

La política marca y estigmatiza, frustra y enaltece, además, entusiasma y embulla, pero también desencanta, abstiene, y desanima.

La política sirve de puente y    trampolín ideal para que  algunos hombres  encaminen sus pasos y enfoquen sus miradas hacia el solio y los asientos del poder.

Un poder que con frecuencia y recurrencia los engulle, transforma y, los hace suyos, poniendo sobre sus hombros, señorío, control y dominio. 

Un poder que por lo regular resulta embriagador y convincente que se nutre y alimenta de loas y lisonjas  de  gente que le aplaude y  da vítores a manos llenas.

Un poder que también es denostado, abucheado, reducido y desalojado, cuando enloquece, envilece y se aleja de la prudencia y toda sensatez, al sentir que lo  tiene todo para sí, obviando la dialéctica por creerse amo y señor.

Un poder que casi siempre encaja y va de las manos  con la expresión que reza:

“La política y el poder : encanto y desconcierto”

“Predicando valores que nunca aplican y condenando pecados que también cometen.

Con Dios siempre, a sus pies.


Por LEONARDO CABRERA DÍAZ 


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