La carcoma de Roma: Cómo la corrupción derrocó al imperio

La caída del Imperio Romano de Occidente en 476 d.C. es un evento complejo, pero el verdadero enemigo fue más hacia lo interno; en su interior, la corrupción. 

 La corrupción sistémica no fue una causa más; fue la carcoma que pudrió la estructura de la República y, finalmente, del Imperio.

La corrupción fue un factor clave en el colapso, no solo ayudando a la caída sino siendo una causa fundamental.

La corrupción socavó la base económica.

Los funcionarios provinciales y recaudadores de impuestos se dedicaban a la malversación de fondos y a la extorsión sistemática de los ciudadanos. 

Estos actos desviaron ingresos vitales del tesoro imperial, agravando la inflación y la necesidad de impuestos aún más altos sobre una población ya empobrecida. 

El Imperio se volvió un negocio. 

La venta de cargos, el soborno y el clientelismo anularon el mérito y la justicia. 

Esto creó una élite disfuncional y cínica que priorizaba el enriquecimiento personal sobre la gobernanza.

La justicia se hizo lenta o inexistente, minando la confianza social y la lealtad al Estado.

El ejército, columna vertebral de Roma, sufrió directamente. Los fondos desviados significaban pagas irregulares y equipamiento deficiente para las legiones en las fronteras. 

Esto desmoraliza  a los soldados y facilitó que los generales ambiciosos utilizaran a sus tropas para intereses personales en lugar de la defensa del Imperio ante las invasiones bárbaras.

Mientras los visigodos, vándalos y los  hunos golpeaban las puertas, la verdadera debilidad residía en un gobierno que ya no servía a su pueblo. 

La corrupción hizo que la sociedad romana fuera frágil, pobre y desunida, antes de que cayera en manos de los invasores externos.

Y pensar que preguntando, se llega a Roma

El espejo de la historia.

Con Dios siempre, a sus pies.



Por LEONARDO CABRERA DIAZ 

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