Contador y Samuel recortan tiempo al líder y a Basso en Tour de Francia

PARIS.- Este 98º Tour de Francia no lo ganará el miedo, sino el valor. El miedo que generan tanto la ignorancia como la indolencia, lo representan los hermanos Andy y Frank Schleck; el valor, Alberto Contador, que ha vuelto a ser él mismo, tras el día de descanso, en las primeras estribaciones alpinas antes de la doble y magnífica ración de Galibier, el jueves y el viernes.

A mitad de camino, Cadel Evans, un hombre más medido en ataques, pero que se empeña, por lo menos, en dar continuidad a las ofensivas del madrileño cuando las puede gestionar con sus piernas. Ni el mejor dinamitero está seguro de poder hacer saltar ese muro. [Narración y clasificaciones]

En la etapa con final en Pinerolo, Italia, Contador volvió a probar a sus rivales en el ascenso al alto de Pramartino (6% de pendiente en casi siete kilómetros) y en el descenso, en compañía de su socio y aliado del Euskaltel, Samuel Sánchez, aspirante a ley a un podio en París para mejorar su cuarto puesto en la clasificación final de 2010.

Los ocho kilómetros de descenso hasta la meta ofrecían un escenario similar al del martes para que se expresaran dos de los mejores bajadores del pelotón internacional, Alberto y Samuel. Esta vez, la cuenta de resultados fue magra, porque el grupo de los hermanos y Evans, guiado en el descenso por el estonio Taaramae, que quiere subirse al podio de París como mejor joven, enlazó con la pareja española en la última curva. El último kilómetro, pura recta, se le hizo demasiado largo a los atacantes: el grupo de ocho corredores, bien organizado, fue capaz de limar el casi medio minuto que llegaron a obtener en la bajada.

El descenso del Pramartino tenía peligro y, afortunadamente, el clima se apiadó de los corredores: sol en el cielo y asfalto seco bajo los tubulares. Dijo Alberto Contador que no sobrepasó los límites de seguridad en su ataque cuesta abajo. Samuel Sánchez, opinaba que quizá había arriesgado demasiado. Entiéndase que para tan poca chicha. El asturiano vivió un incidente que casi lo saca fuera de la carretera, pero que salvó con su técnica depurada. Delante de ellos, en la escapada, el francés Jonathan Hivert se había salido tres veces de la carretera; detrás, el líder Thomas Voeckler, copió exactamente, sin saberlo, dos de los rectos de su compatriota, en las mismas curvas. La pareja española limó otros 27 segundos al líder y a Basso.

Lo que descarta a los hermanos Schleck como ídolos del ciclismo de este siglo es que sean incapaces de plantear una estrategia propia en el Tour, carrera que han preparado durante un año excluyendo la competición seria en otros escenarios. Hasta el momento, con su equipo, sólo reaccionan después de que se explique Alberto Contador. Si se queda cortado, aceleran; si ataca, intentan aguantar su rueda y, si lo consiguen, frenan y niegan la posiblidad de eliminar a un rival común. Para ellos, para Andy que es el más fuerte en teoría y por historial, sólo existe Alberto Contador. En Internet circula un prototipo de bici de carreras con espejo retrovisor: 'para los Schleck'.

La tendencia de Hivert a desviarse en las curvas dejó solo en cabeza, con todo a favor, al corredor noruego Edvald Boasson Hagen, un atleta en construcción que transmite la gran clase sobre la bicicleta. En él hay algo más que un corpulento y musculoso, hecho en principio para rodar en escenarios duros, como discípulo de su compatriota y amigo Thor Hushovd, el campeón del mundo que le había ganado el día anterior. Subió con poderío Pramartino, tras ir al ritmo de la escapada de 14 corredores en Sestriere, el puerto de primera categoría que los favoritos dejaron pasar y Rubén Pérez, de nuevo en fuga, quiso convertir en trampolín de una victoria que no se produjo a pesar de su disposición y de su empeño. Para el repetitivo vizcaíno, el premio al combativo de la etapa: 2.000 euros de vellón.



Por FERNANDO LLAMAS/El MUNDO.ES

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