Vettel ensaya el alirón en el GP de Italia de Fórmula 1

MONZA, Italia.- En 20 meses Fernando Alonso ha comprendido a la perfección lo que supone Ferrari para los 'tifosi'. Es su selección nacional de Fórmula 1, por la que sufren y gozan, por la que se enorgullecen como imagen de país. Lo comprobó en primera línea el pasado año cuando pudo regalarles la victoria aquí en Monza, donde brindó en rojo, de donde salió lanzado a una remontada preciosa pero con triste final en Abu Dhabi.

Una temporada después, las cosas han cambiado. Su coche se ha empequeñecido ante el poderío de Red Bull y con una sola victoria en el casillero, está relegado a la misión de luchar por el subcampeonato, poco para él y su prestigiosa marca. Sin embargo, responsable con el escudo que porta, la presión de luchar por la victoria no le escuece, va en el cargo. Bajo el semáforo tenía claro que debía un gesto a esa tribuna que le acababa de aplaudir en pie justo cuando se subía al monoplaza.

Sin la máquina más rápida, sin el mejor mecanismo de salida ni los frenos más eficaces para aprovechar la primera curva, el español protagonizó en el Gran Premio de Italia un arranque espectacular, cargado de valentía, decisión y hambre. Salía cuarto y fue capaz de colocarse primero en apenas unos metros tras adelantar a Button, Hamilton y Vettel de una tacada. Pisó la hierba por la derecha para ganar la posición y encarar la chicane de apertura al frente del pelotón.

Brava maniobra para las videotecas que le sirvió para darse el lujo de cruzar por primera vez la meta como líder, un goce de la afición ferrarista. Su pasada vino acompañada de la aparición del coche de seguridad, obligado a poner orden tras el barullo de los primeros metros. Una montonera arrasada por Liuzzi, donde también cayeron Rosberg y Petrov.

Pero la ilusión duró poco a los hinchas italianos, porque Vettel puso orden de inmediato. Con un monoplaza medio segundo más rápido que el Ferrari, el alemán devoró al Ferrari en pocas vueltas. Pasó como un rayo directo a por su victoria número ocho de la temporada, una barbaridad que le coloca el título a tiro. Prepara el alirón, a cantar en las citas asiáticas que llegan. Ya en Singapur podría si sus rivales fallan. La exhibición del Red Bull en Monza, un circuito teóricamente poco propicio para ellos, deja sentenciado de muerte al campeonato. Los bólidos azules arrasan en cualquier escenario.

Los problemas de Alonso continuaron en una carrera con menos rumba de la acostumbrada este año por culpa del monótono recorrido de Monza, pista velocísima pero sin los vaivenes de Spa. Sólo la apasionante batalla entre Hamilton, Schumacher y Button animó la primera parte de la prueba.

Alonso aguantó hasta la vuelta 35 en segunda posición, pero Button le adelantó una vez completaron ambos su segunda pasada por los garajes. Después, el español tuvo que seguir mirando por el retrovisor, agobiado por Hamilton. Sudaba el Ferrari en el bochorno del Parque Real de Monza. ¿Aguantaría en el podio? En su persecución, el inglés se topó con el sorprendente Alguersuari. El barcelonés firmó una remontada fantástica. Partió 18 y tras aprovechar con viveza el accidente del comienzo, ganó posiciones para seguir progresando con ambición hasta la séptima plaza, su mejor puesto en la Fórmula 1.

La escalada de Hamilton no pudo con Alonso, aunque llegó a los últimos metros a rebufo del Ferrari. Respiró el asturiano con un podio sabroso, mientras Vettel por radio gritaba de entusiasmo por haber ganado en casa del enemigo. En 15 días en Singapur sus alaridos podrían ser para cantar el segundo título mundial. Las cuentas le salen, de sobra.


Por JUAN RODRÍGUEZ/El Mundo.es

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