El imán de Cristiano y de Ramos

Falla algunas, pero los procesa en cantidades industriales porque su GPS del gol es automático. Unas veces saca el martillo y otras la caña, siempre a mano en un nuevo doblete. Pero ni el imán que tiene Cristiano en el área explicó del todo el sufrido triunfo del líder en el Villamarín.

Acabó con Ramos 'parando' sobre la bocina un remate de Jefferson Montero nadie sabe verdadero 100% si con la rodilla o con la mano, o con ambas. Una encuesta urgente, aún viendo distintas tomas en TV, daría resultado incierto, más dependiente del color del interrogado. El caso es que el récord de la décima seguida de visitante llegó en una función 'fuera de control' por el impecable derroche del Betis, de principio a fin con Iriney maestro y el ecuatoriano Jefferson Montero incansable. Exigió el grupo de Mel más que el 90% de esta Liga al líder, al que discutió en velocidad y verticalidad en un divertimento con ratos de locura. El viaje hacia el título de Liga no es tan fácil como dictan las tertulias de bares y sofá, otra vez con el arbitraje como protagonista.

Un Betis intenso y valiente contra un grande que quiso imponer autoridad pero no le dejó el rebelde, que le creó varios cortocircuitos. Pepe Mel llenó de trampas la circulación en el medio y ordenó transiciones lo más rápidas posibles. El primer acercamiento madrugador de Cristiano en un disparo desde la frontal -buen robo de Marcelo y un gran quiebro de Kaká- no tuvo continuación. La apuesta bética aplicó presión coordinada, y tras el robo, se lanzaban directos como balas hacia Casillas, tomando como ejemplo a Jefferson Montero y Rubén Castro, puñales verticales. La pequeña estampa de Iriney se hacía gigante con el balón. Supo cuando trasladarla y buscar su desborde y cuando soltarla a tiempo. Pronto, el punta Jorge Molina, que hizo trabajar a Ramos y Pepe a destajo, remachaba a gol un perfecto contragolpe bético que prolongó en carrera Nacho hacia Rubén Castro. Lo hizo todo bien en la entrega, perfecto control orientado, antes de filtrar con suavidad hacia el punta. Porque el local contaba con peligro neto, con Iriney multiplicándose en funciones de lanzadera.

El Madrid recetó la misma medicina directa con un golazo soberbio de Higuaín, lanzado a la carrera por la inventiva de Özil. Le dio tiempo al argentino a mirar al juez de línea en 20 metros de galope de galgos con un bético, codo a codo, para soltar el latigazo seco delante de Fabrizio. A eso se le llama potencia de piernas y de gatillo, en movimiento. Pero el tanto visitante no arrugó el estupendo trabajo local, que siguió destilando entereza a chorros, nervio y acumulando llegadas. Al líder le faltaba elaboración. Kaká y Ozil entraban poco en juego y Cristiano, desaparecido a ratos, tuvo que cambiar de lado y posición. Xabi y Khedira no impusieron respeto al cerebro de Iriney y compañía. Arbeloa y Marcelo también sudaban la gota gorda por cada lado para contener las acometidas de sus pares.

Siguió el grupo de Mel incansable en la presión y vertiginoso en ataque, con mucha gente y diversas opciones para terminar las jugadas en el área de Casillas. Salva Sevilla asustó con el segundo después de un larguerazo de impresión de libre directo tras rozar en los dedos del portero blanco. En el intercambio de golpes, el Madrid salió en una contra con Higuaín demasiado forzado en su remate. Y sobre todo la tuvo Cristiano, en posición de punta, que desperdiciaba delante de Fabrizio un espléndido pase de Marcelo. El brasileño, en funciones de extremo, terminaría reclamando en la segunda parte más protagonismo en el engranaje de ataque.

Segunda parte de locura
Iturralde, lesionado, dejaba el puesto al cuarto árbitro -Sagués Oscoz- a la vuelta de vestuarios. Inciertos acercamientos por ambos bandos, partido loco y totalmente abierto. Pegó pronto el Madrid y contestó aún más pronto el mazo del Betis. Kaká picó un pase que tras dar en un bético llegó a Marcelo. Su control, como de sombrero, acabó en la proximidad de Cristiano, que la pescó a su modo mandándola a la red. Le duró la alegría al grande un pestañeo porque Jefferson Montero conectaba en la red un mal despeje de Arbeloa con el pecho. Y a por más se fue el visitante, crecido, en una doble ocasión de disparos a quemarropa que paró 'San' Casillas, reflejo exprés y con la suerte de su lado.

Ratito de miniasedio blanco, un oasis en la durísima disputa a la que obligaron los verdiblancos. Medio gol en una estampida por el medio de Marcelo, ya en funciones de extremo sorpresa y al que le limpiaron el centro de defensas. Su disparo obligó al gran vuelo del portero bético. Seguidamente, Cristiano pecó de individualismo en una internada con su marca, en la que se ofuscó en terminar de disparo propio tras un gran recorte y con Özil llamándole por el centro. No había un momento de tregua en ambas áreas.

Pepe Mel refrescó la delantera con Pozuelo por Molina, otro de los esforzados en una estupenda noche verdiblanca. Y Mourinho hablaba con Benzema cuando Kaká botó un córner que Ramos enganchó de cabeza. Se estiró Fabrizio soberbio en el despeje y el balón fue a Cristiano que, con el imán a punto en el área, empalmó para romper la red sin dejarla caer. El portugués se empeñó en su gol 100 en Liga como fuese, y recibió otro buen regalo de Özil, pero cruzó demasiado el remate después de anestesiar la pelota en un buen control.

Al Betis no se le acabó la cuerda ni con esas y al grupo de Mourinho se le hizo el enigma interminable. La gran disputa de tú a tú acabó con el líder pidiendo la hora y con polémica servida on el arbitraje en el centro del debate. Córner, despeje a lo que salga y el incansable ecuatoriano Montero enchufa un disparo que sacó Ramos con... dejemos hablar al viento. El caso es que ni Sagués Oscoz -árbitro de Segunda B- ni el juez de línea vieron el penalti o se atrevieron a pitarlo. Lo único cierto es que el Real Madrid ha sufrido más en estos dos últimos partidos de visitante que en los 8 anteriores desplazamientos.


Por ANGEL GONZALEZ/El Mundo

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