PARIS.- Nada de euforia. Los
pies en el suelo y el gesto serio. Fernando Alonso apenas exteriorizó lo que
llevaba esperando casi dos años -Singapur 2010-, después de un 2011 en el que
Vettel y Red Bull apenas dejaron unas migajas para los demás. Pero en sus pensamientos
estaba también María de Villota y por eso su primera dedicatoria, en la sala de
prensa de la FIA,
junto a Mark Webber (2º) y Michael Schumacher (3º) fue para ella. Una pole
sobre la laguna de Silverstone tras una clasificación detenida durante hora y
media por el diluvio. Quizás por eso también, porque la carrera también estará
pasada por agua, desconfía de tan preciado botín. Y es que la lluvia, su gran
aliada este curso, no entiende de amistades.
Puede que esa estrella estampada
en su casco, con la que otros pilotos de la parrilla tratan de empujar a María
de Villota, fuera la que enderezase el rumbo de Fernando Alonso casi
milagrosamente. El asturiano merodeó por el abismo durante la Q2 y terminó alcanzando una cima
tras un chaparrón que cortó durante más de una hora la clasificación. Y es que
un error de cálculo de Ferrari, que apostó por las gomas intermedias con el
asfalto encharcado cuando la única vía eran las de lluvia extrema, estuvo a
punto de impedirle luchar por la pole.
Bajo el diluvio, sin apenas
visibilidad, Alonso pedía una bandera roja con la que tratar de reflexionar y
enderezar el rumbo. Y Charlie Whiting, el director de carrera, terminó
accediendo a la petición a 6:19 para el final y con el asturiano varado y sin rumbo.
Hacía minutos que el cielo se había roto y la pista se había convertido en un
auténtico pantano. En los boxes, Fernando Alonso tuvo tiempo para meditar,
mientras el público se divertía haciendo la ola. Fue una hora de introspección
que le permitió cargar las pilas y recuperar la fe por un logro que a priori no
entraba en sus planes.
Para eso, tras la
reanudación, tuvo que marcarse un último giro milagroso, con bandera amarilla
en pista, cuando el cronómetro agonizaba en busca de la Q3. El pasaporte hacia una cima
desconocida desde aquella noche mágica en Singapur de 2010. En la tanda
definitiva, esta vez sí, la apuesta por el calzado intermedio le elevó al
infinito tras un mano a mano con Mark Webber. Confirmando que a Ferrari y al
propio asturiano les va la lluvia como a pocos.
"Con estas condiciones
esta clasificación es posiblemente lo que menos importa en la carrera",
relativizaba junto a dos viejos conocidos como Mark Webber y Michael Schumacher
en la caravana de la FIA. Es
consciente de que la lluvia volverá a hacerse dueña del asfalto de Silverstone
y que el caos puede ser otro enemigo al que hacer frente. Y también sabe que de
las últimas diez poles en suelo inglés, sólo tres han hecho bueno ese botín.
Quién sabe si la estrella de María de Villota marcará cada una de las 52
vueltas de un trazado en el que ya deslumbró hace un año.
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