AUGUSTA.- Aquel chip de Larry Mize en el playoff de 1987
también con Severiano Ballesteros de por medio. Aquella tarjeta de 67 golpes de
Nick Faldo en la jornada final de 1996. Las dos catástrofes de Greg Norman, las
dos catástrofes del golf australiano, ya han sido vengadas. La celebración en
el mismo green del 18 entre Adam Scott y Steve Williams, su caddie, tras un
birdie increíble inicio un diálogo con Ángel Cabrera que comenzó con tres
palabras. "Vuela, vuela, vuela", le decía el argentino a su bola en
ese mismo hoyo. Un golpe de excepción para igualar el birdie del australiano,
llegar a nueve bajo par y forzar un desempate en el que el país oceánico por
fin consiguió vestir su primera chaqueta verde.
Augusta tenía una cuenta pendiente con el país
oceánico y, de la misma forma que Sergio García es el llamado a suceder a Seve
y a José María Olazábal en España, Adam Scott era el hombre llamado a retomar
la senda de Greg Norman. Lo tuvo en su mano en el USPGA de 2006, en el Masters
de 2011 o en el British Open de 2012. Siempre bajo la sombra del Tiburón
Blanco, siempre presionado por el peso de una bandera que casi siempre le tocó
portar en los majors. Una presión que desaparecerá al fin por una cuestión de
autoridad, porque Adam Scott ganó su primer torneo de Grand Slam por la puerta
grande.
En un playoff a cara de perro con un Ángel Cabrera
crecido tras su birdie del 16 para recuperar la desventaja que atesoraba en ese
momento respecto a Scott y al también australiano Jason Day. Crecido el
argentino por igualar el nueve bajo par con su último golpe forzando el
desempate. Crecido también tras el primer hoyo del desempate (el 18 de nuevo)
en que un chip desde el collar de green bien podría haber terminado con la
segunda chaqueta verde del argentino –ya conquistó el torneo en 2009–. Crecido
incluso con el putt que no quiso entrar en el 10 y abrió la puerta al australiano.
Se sabía ganador cuando firmó su tarjeta, aunque
tuvo que disputar dos hoyos extra y completar un playoff en el que su birdie
final compensó los errores que le acompañaron durante el día y que bien podrían
haber certificado su triunfo mucho antes. Unos errores, como el del hoyo 16,
que no sólo dieron vida a Cabrera, sino también a Jason Day e incluso a un
Tiger Woods errático con el putt durante toda la jornada y que, cuando empezó a
'enchufar' birdies se quedó sin tiempo para la reacción definitiva. Como Sergio
García, que volvió a cazar un topten con una ronda final de dos golpes bajo par
y se convirtió junto al danés Thornjörn Olesen en la gran sorpresa de la
jornada final, aunque Gonzalo Fernández-Castaño, otra vez dos bogeys en los dos
hoyos finales, terminó en la vigésima posición y dando un paso más hacia la
ansiada tarjeta de la PGA americana.
No hay comentarios.: