BOSTON.- El mundo descubrió a los hermanos Tsarnaev
unos minutos después de las cinco de la tarde del jueves. Sus nombres eran aún
una incógnita. Pero sus rostros se apropiaron enseguida de las televisiones y
dispararon los chivatazos de personas que aportaron muchos detalles sobre los
dos sospechosos del FBI.
Es imposible saber si las autoridades conocían su
identidad cuando hicieron públicas sus imágenes. Pero su rueda de prensa fue el
detonante de una persecución formidable y el principio del fin para los hermanos
Tsarnaev, que decidieron volver a tomar la iniciativa al ver sus rostros en el
televisor.
Salieron juntos de casa unos minutos después de las
diez y se dirigieron hacia el río desde la calle Norfolk armados con
explosivos, fusiles y munición. Las autoridades dirían luego que los
sospechosos habían dejado esa noche su escondrijo "con ganas de empezar
algo".
'Los
hermanos tenían un plan
Pero el comisario jefe de policía de Boston, Edward
Davis, defendió entonces la difusión de las fotografías explicando que había
ayudado a acelerar la investigación: "Las imágenes les sacaron de su
escondite y decidieron perpetrar más actos violentos. Pero mi impresión es que
ya estaban fabricando más artefactos explosivos y no los estaban haciendo para
nada. Los hermanos tenían un plan".
Sólo así cabe explicar el primer episodio de la
persecución del jueves: el asesinato del agente Sean Collier (26 años) a la
entrada de uno de los edificios del MIT. El policía se encontraba en su coche
cuando lo abordaron los hermanos y le quedaban apenas unos minutos para
terminar el turno que había iniciado a las tres de la tarde. Pero los
terroristas lo acribillaron seis minutos antes de las diez y media de la noche
y abandonaron el cadáver dentro de su vehículo policial.
"Los residentes empezaron a gritarme desde la
ventana que eran disparos y me di la vuelta"
Es probable que el asesinato fuera un señuelo para
atraer la atención de la policía de Boston, cuyos agentes descubrieron la
muerte de su compañero y se lanzaron a perseguir a los sospechosos por la
ribera norte del río Charles.
Los hermanos tenían al menos un coche en propiedad.
Pero en la madrugada del viernes optaron por usurpar un Mercedes negro y
secuestrar a su propietario, que accedió a dejarles usar la tarjeta de crédito
y les escuchó decir que ellos habían perpetrado el atentado del maratón.
La identidad del dueño del Mercedes es una
incógnita. También el modo en que logró sacudirse el control de sus
secuestradores, que lo abandonaron en una gasolinera de Shell a la orilla del
río y junto a un supermercado de Whole Foods. Los hermanos Tsarnaev se hicieron
con 800 dólares en efectivo después de dos intentos fallidos en sendos cajeros
automáticos y luego emprendieron una carrera alocada por Memorial Drive, la
carretera arbolada que une Cambridge y Watertown en la ribera norte del río
Charles.
Para entonces el FBI había descubierto el asesinato
del agente Collier y un desfile vertiginoso de sirenas policiales había
empezado a perseguir a los dos hermanos hasta acorralarles en uno de los
barrios residenciales de Watertown.
El comisario Davis contaría después que en torno a
las once recibió una llamada del agente Daniel Linskey diciendo que los
sospechosos no dejaban de "disparar y arrojar explosivos" durante su
huida.
Pero el intercambio más dramático de la noche se
produjo entre la espesura de las callejuelas mal iluminadas de Watertown, que
amanecieron al día siguiente con unos 200 casquillos de bala y hasta seis
artefactos explosivos de los que sólo tres llegaron a explotar.
Sensor de calor de la barca donde estaba escondido
Dzhojar. | Reuters
La crudeza del tiroteo se explica por la naturaleza
implacable de los terroristas. Pero también por la propia orografía de un
vecindario aderezado por un alumbrado tenue y envuelto en árboles muy
frondosos. Los primeros disparos sonaron unos diez minutos antes de la una y se
extendieron durante muchos minutos que a los vecinos les parecieron una
eternidad.
"Al principio creí que eran fuegos artificiales
y empecé a pedalear en esa dirección. Pero los residentes empezaron a gritarme
desde la ventana que eran disparos y me di la vuelta", explica este
domingo el ciclista aficionado Imran Saif (28 años) en las páginas del 'Boston
Globe'. Saif escuchó explosiones ocasionales y ráfagas de fusiles automáticos.
Pero los vecinos que presenciaron el tiroteo desde su ventana describen un
combate titánico con los terroristas parapetados detrás del Mercedes y
disparando varias armas hasta agotar la munición.
Hubo vecinos que apagaron las luces de sus casas
para no alertar de su presencia. Otros como Andrew Kitzenberg reaccionaron
colgando en su cuenta de Twitter las primeras imágenes de un tiroteo que se
produjo a tan sólo unos metros del barco donde Dzhojar Tsarnaev se escondió
durante horas hasta su detención.
El
final de Tamerlan
Los testimonios atestiguan que los hermanos
arrojaron varios artefactos explosivos a la policía. Entre ellos una especie de
olla a presión similar a la del atentado que esta vez explotó en una detonación
inofensiva y ayudó a acelerar el desenlace final.
Fue entonces cuando el hermano mayor salió del coche
y empezó a avanzar hacia los policías disparando su fusil e intentando arrojar
un artefacto que tampoco llegó a explotar.
"David levantó la lona y vio un charco de
sangre y lo que parecía un cadáver"
Alcanzado por varios disparos, Tamerlan se quedó sin
munición a tan sólo tres metros de la policía y tres agentes se abalanzaron
sobre él para esposarlo. Pero su hermano menor intentó evitarlo pisando a fondo
el pedal del acelerador del Mercedes en una maniobra que se demostró letal. Los
agentes tuvieron los reflejos suficientes para esquivar el atropello. Pero el
malherido Tamerlan, que había sufrido varios impactos de bala, se quedó donde
estaba y fue arrollado por su hermano menor, que lo arrastró varios metros por
el asfalto y según la policía lo mató.
Dzhojar abandonó el Mercedes y se perdió entre la
espesura del vecindario hasta encontrar el barco que usó como escondite. La
policía se apresuró a llevar a Tamerlan al hospital de la ciudad pero los médicos
sólo pudieron certificar su muerte en torno a la una y media de la madrugada
del viernes.
Quedaba por escribir el epílogo de la huida. Pero
las autoridades lo demoraron involuntariamente decretando una especie de toque
de queda que obligó a quedarse en casa a los habitantes de Watertown por temor
a que el terrorista pudiera volver a actuar.
La orden sólo se revocó unos minutos después de las
seis de la tarde cuando el gobernador de Massachusetts, Deval Patrick, animó a
la gente a salir a calle y anunció la reanudación del transporte en el área
metropolitana de la ciudad. Uno de los primeros en salir fue David Henneberry,
que se asomó al jardín a echar un cigarro y descubrió una cuerda rota y unas
gotas de sangre en el barco de recreo que guarda cada invierno en el jardín.
"David levantó la lona y vio un charco de sangre y lo que parecía un
cadáver", decía este sábado su hijastro Robert Duffy, que explicó que el
esposo de su madre enseguida llamó a la policía, que desalojó la casa antes de
actuar.
Boston se blindó durante las 22 horas que duró la
búsqueda de Dzhojar
El vecindario revivió durante unos minutos la
pesadilla de la madrugada con detonaciones de pega que la policía simuló para
evaluar la combatividad del sospechoso y su estado de salud. Los sensores de
calor de un helicóptero detectaron sus movimientos debajo de la lona y
confirmaron que se encontraba vivo pese la impresión inicial del vecino que lo
descubrió.
Un negociador del FBI le dijo que era mejor que se
entregara y le pidió que se descubriera el pecho para atestiguar que no llevaba
puesto un cinturón de explosivos que pudiera detonar. Quienes lo arrestaron lo
descubrieron casi desangrado y con unas lesiones en la garganta que según
diversos medios podrían arrebatarle el habla.
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