Incluso en la derrota, Los Angeles Lakers quedaron
lejos de las expectativas. Parecía lógico que la caída de un proyecto faraónico
provocara un ruido más atronador, pero la eliminación en primera ronda contra
los San Antonio Spurs deja tras de sí cierto aire de resignación, de revés
asumido. Tanto es así, que antes del último encuentro la franquicia repartió
entre sus seguidores toallas blancas, quizá como signo de rendición. Después de
seis meses malviviendo al límite, el equipo angelino selló su fracaso.
Entre los protagonistas hubo quien tildó el camino
de “pesadilla”.
Cuando hace menos de un año se construyó una plantilla de más
cien millones de dólares, cabía esperar algún desajuste en la adaptación, pero
no un camino lleno de piedras. Durante la primera –y puede que única– temporada
del ambicioso proyecto de los Lakers, han coincidido todos los factores que
podían dar al traste con la obra. Decisiones precipitadas, falta de química y
una montaña de lesiones condujeron a un final abrupto: su primer ‘barrido’
(4-0) en primera ronda desde 1967.
Los Angeles Lakers, no lo escondieron nunca, querían
ganar cuanto antes. Para eso ficharon a Dwight Howard y Steve Nash. Y por eso
se atropellaron al primer síntoma de estrés. Con sólo cinco partidos disputados
–cuatro perdidos–, echaron a Mike Brown y con la misma urgencia contrataron a
D’Antoni. Las altas pretensiones de Phil Jackson evitaron un regreso mesiánico
y dejaron en manos del técnico de West Virginia una plantilla que no estaba
pensada para él.
Quizá por la inolvidable experiencia en Phoenix,
alguien debió pensar que un equipo con Nash siempre funcionaría bajo la
dirección de D’Antoni. Sin embargo, la falta de cintura que el entrenador ya
había mostrado en Nueva York tocó techo con Pau Gasol: en su esquema no cabía
un segundo pívot, como ya había dejado claro durante su carrera. Sólo abrió la
mano en las últimas semanas y la variación condujo al mejor momento del grupo,
pero para entonces los Lakers ya se habían asegurado un mal cruce en primera
ronda.
Las lesiones se encargaron del resto. Porque si malo
ha sido el juego o las decisiones, también lo ha sido la fortuna. Comenzaron en
el segundo partido con la lesión de Steve Nash y ha afectado uno a uno a todos
los integrantes clave de la plantilla. El colofón fue Kobe Bryant. El relato
épico de su empeño por clasificar al equipo para playoffs terminó en la
tragedia de un talón de Aquiles roto. Entonces quedó claro que éste no sería el
año.
Punto
¿Y final? para Pau Gasol
Cuando Mike D’Antoni sentó a Pau Gasol en el cuarto
partido contra San Antonio, la afición del Staples Center se puso en pie para
aplaudir al pívot catalán. El gesto bien podía ser el adiós a un hombre vital
en los dos últimos anillos o el indulto a un jugador que a pesar de las quejas
y los rumores de traspaso siguió tocando mientras el banco se hundía. Ni él
mismo podía ofrecer una respuesta. “Creo que podemos funcionar bien, pero me
sorprendería que no hubiera cambios. Veremos”, confesó tras el partido.
“Prefiero quedarme pero, si tengo que irme, estoy preparado”, repuso dos días
más tarde.
La eliminación por 4-0 no era el cierre ideal,
aunque sí el más acorde, para una temporada frustrante. Además de los múltiples
cambios de rol que ha tenido que asumir, el pívot de Sant Boi ha lidiado con
problemas físicos que van desde la tendinitis en ambas rodillas a la
reaparición de la fascitis plantar. “Para mí ha sido muy duro no poder hacer
más o hacerlo mejor, aportar todo lo que puedo como jugador”, asumió. Sus
promedios de 13.7 puntos y 8.6 rebotes consolidan la sensación de haber
terminado su peor temporada en la NBA.
A sus casi 33 años, el internacional español es
consciente de que su antiguo rol de estrella debe pasar pronto a otro plano,
aunque entre sus defensores encuentra abogados tan poderosos como Tim Duncan.
“[Como pívot] tiene talento como el que más. Puede hacer cualquier cosa. No sé
por qué no van a quedarle años por delante”, apuntó el legendario ala-pívot de
los Spurs tras la eliminatoria. La continuidad de Gasol, sin embargo, no
dependerá tanto de su talento como de cuestiones económicas.
Si Los Angeles Lakers apuestan por renovar a Howard,
el coste del último año de contrato de Pau Gasol (14.6 millones de euros la
próxima temporada) podría dispararse (hasta cerca de 47) con las nuevas
penalizaciones que contempla la regulación salarial de la NBA. Por tanto, no es
extraño que entre la prensa estadounidense se especule con el posible adiós del
catalán a la que ha sido su casa durante las últimas cinco campañas y media.
En las horas previas a la tradicional rueda de
prensa que sirve como cierre de campaña, Gasol mantuvo una reunión con el
director general de los Lakers, Mitch Kupchak, para debatir su futuro. Del
encuentro salió con la impresión de poder descartado en cualquier momento, nada
que no haya padecido durante los dos últimos años. Si de Kobe Bryant
dependiera, la decisión sería bien distinta. “No tengo ni que pensarlo.
Necesitamos a Pau para llegar donde queremos”. Para volver a ganar.
‘Superman’
Howard en el aire
El futuro de Pau Gasol está ligado al de Dwight
Howard. La prioridad de Los Angeles Lakers es renovar al pívot, pero el coste
de la operación haría casi imposible –o poco viable– retener también al
internacional español. Al trasfondo económico se suman las dudas del jugador:
tras el fracaso del primer año, ni el propio Howard quiere hablar de
continuidad. “Ahora no es momento para hablar de eso. Quiero alejarme de todo
un tiempo. Haré lo que me haga feliz”.
“Ha sido una pesadilla. Como un mal sueño del que no
puedes despertarte”, resumió para hablar de su primer año en el Staples.
Empezando por su propia condición física: entre un regreso precipitado de su
operación de espalda y una lesión en el hombro derecho, Dwight Howard no ha
rendido a su mejor nivel hasta los meses finales del curso. Y terminando por su
carácter. Su aire alegre, despreocupado, no ha casado bien con el ambiente de
un equipo sumido en la urgencia por ganar.
Hay quienes opinan que Howard no ha sabido digerir
la presión de Hollywood, acostumbrado como estaba a la ingenuidad de
Disneyworld. Que no ha sabido moverse bajo el inmenso escrutinio al que siempre
han estado sometidos los Lakers. Este verano debe renovar y por convenio en
ningún sitio pueden ofrecerle más dinero, ni más años de contrato que en Los
Ángeles, pero con todo ha evitado cualquier muestra de compromiso. “Se está
dando demasiado por sentado”, advirtió.
Su vinculación será el primer asunto a tratar para
rearmar el proyecto de una franquicia que no puede permitirse años valle. La
primera decisión de un verano cargado de ellas. La eliminación en primera ronda
de playoffs sólo puso fin a una “pesadilla”. Ahora comienza otra.
Por ANDRÉS ARAGÓN/El Mundo
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