MADRID.- La temporada parece haber acabado para el Madrid.
Dentro del campo, se entiende, porque fuera quedan muchísimas cosas por
resolver. Pero todo, en lo que a partidos se refiere, ha quedado reducido a los
detalles. Y apenas cuatro días después de quedar eliminados de la Champions, y
un día después de que Mourinho montase su último 'show', la cosa estaba en
saber cómo recibía la gente -poco más de media entrada (55.000), es puente- al
entrenador y al equipo. Y las reacciones fueron muy diferentes.
Últimamente el termómetro del Bernabéu es el momento
en que por megafonía se pronuncian, ayer con poco entusiasmo en general, nada
que ver con el día del Borussia, los nombres de los jugadores y del técnico.
Pues bien, ahí va el resumen: ovación grande para Cristiano Ronaldo, ovación un
poco más grande para Iker Casillas y pitos, muchos y muy evidentes, para
Mourinho (hubo gente que aplaudió, pero en un porcentaje mucho más pequeño que
los que chiflaban. Quizá por eso el entrenador permaneció en el banquillo,
resguardadito, nada que ver con lo visto en el Calderón y ante el Dortmund,
donde no tocó su asiento.
Mourinho, en el banquillo del Bernabéu durante el
encuentro ante el Valladolid
Sin embargo, para el equipo hubo una ovación
tremenda. A alguien del Real Madrid se le ocurrió, con muy buen criterio,
pedirle a los jugadores que, antes de comenzar el partido, se juntasen en el
centro del campo y agradeciesen con un aplauso la entrega del personal en el
partido ante el Dortmund, donde el Bernabéu se puso de bote en bote y fue dueño
de gran parte de la casi remontada. Cuando los jugadores se unieron y alzaron
sus brazos, el campo entero se puso de pie para aplaudirles por el esfuerzo
hecho en el intento de alcanzar la final de Wembley.
Fuente
EL MUNDO
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