WASHINGTON.- Mientras el Senado de Estados Unidos se prepara para
votar por primera vez la reforma inmigratoria, una dividida conferencia de
republicanos podría convertirse en un obstáculo para que cualquier medida de
inmigración sea aprobada este año.
Esa división interna pondrá muy pronto a prueba al
vocero de la Cámara de Representantes, John Boehner.
La división fue clara durante una reunión privada la
semana pasada entre representantes y senadores conservadores. Es la primera vez
que se sientan a discutir sobre el plan de reforma inmigratoria que incluye un
sendero para dar ciudadanía a trabajadores indocumentados.
Dos de los senadores que forman parte del Grupo de
los ocho, Marco Rubio de Florida, y Jeff Flake, de Arizona, que apoyan el plan
bipartidista del Senado, se enfrentarán a otros 100 republicanos del Comité de
Estudios Republicanos (RSC, por sus siglas en inglés). La reunión parece que
solo empeorará la oposición.
El representante Mo Brooks resumió lo que piensan
muchos en la Cámara de Representantes que acudieron a la reunión al decir a CNN
que los senadores que intentan explicar los méritos del plan “están haciendo su
mejor esfuerzo por ponerle labial a un cerdo”.
El representante conservador por Georgia, Tom Price,
dijo a reporteros que “era improbable” que la mayoría de la Cámara de
Representantes votara por un acuerdo similar al del Senado para permitir la
ciudadanía porque él y sus colegas del Partido Republicano no confían en que el
gobierno de Barack Obama hará cumplir las actuales leyes de la Constitución.
Muchos conservadores de la Casa de Representantes
están de acuerdo con que la reforma inmigratoria es una prioridad del Congreso
y, al igual que Obama, senadores demócratas y algunos en su propio partido
creen que dar la ciudadanía a los ilegales en el país es parte de la solución.
Pero aseguran que no apoyarán ninguna iniciativa que afecte más el déficit
presupuestario y quieren ver un enfoque más duro en cuanto a la seguridad
fronteriza.
Hay un bloque en la Cámara de Representantes –que
incluye al excandidato a vicepresidente, Paul Ryan, de Wisconsin– que apoya un
acercamiento bipartidista similar al del Senado con un camino para la
ciudadanía. El grupo representa una minoría en la conferencia de la Cámara de
Representantes.
Ese esfuerzo bipartidista sufrió un revés la semana
pasada. Un grupo de trabajo similar al Grupo de los ocho ha estado trabajando
durante meses, según varias fuentes. Pero el republicano, Raul Labrador, uno de
los cuatro miembros de este grupo, abruptamente lo dejó.
Labrador se sintió frustrado luego de que no pudo
conseguir apoyo para su propuesta en la que definía detalladamente cómo harían
para que los trabajadores indocumentados no reciban servicios de salud
financiados por los contribuyentes.
Labrador dijo a CNN que su decisión de dejar el
grupo y el llamado de Rubio a imponer mayores controles fronterizos significaba
que tal vez quieren “una reforma inmigratoria con ideales conservadores como la
que quieren la mayoría de los estadounidenses”.
En medio de las diferencias internas, Boehner ha
dado señales de estar apresurando a los representantes a moverse. Esta semana
dijo a los reporteros que esperaba que el panel Judicial tuviera “algunos
vehículos” para moverse a fin de mes.
Abogados están preocupados de que la Cámara de
Representantes decida separar la iniciativa en varios proyectos, lo cual
mataría el impulso que tiene la inmigración este año, pero el proceso es
importante para que Boehner pueda decir que la Cámara juega un rol importante
en el tema y que los demócratas están abiertos a diferentes opciones.
Cuando los esfuerzos por llegar a un acuerdo sobre
la inmigración llegaron a la Cámara de Representantes fue notable que la dinámica
política sea diferente de la del Senado.
Luego de que los latinos votaron abrumadoramente por
Obama en la elección del 2012, muchos republicanos aceptaron que el partido
necesitaba suavizar su posición y apoyar la legislación de trabajadores indocumentados
para atraer al apoyo latino.
Muchos senadores republicanos sienten presión de la
población hispana para no tener más pérdidas entre esta minoría de votantes.
Pero la posición de los republicanos en la Cámara de
Representantes se volvió más sólida por lo que hay menos preocupación de que su
oposición a la reforma afecte sus posibilidades de reelección.
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