Por una operación, postergan asunción del nuevo secretario de Estado del Vaticano
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Pietro Parolin, el hombre elegido por Jorge
Bergoglio para ocupar el estratégico cargo de Secretario de Estado vaticano, es
decir, una suerte de Primer Ministro, asume hoy. El flamante funcionario tiene
58 años y desde 2009 se desempeñaba como nuncio –embajador de la Santa Sede- en
Venezuela. Habla perfecto español, además de inglés y francés.
A Pietro Parolin le gusta decir que, con un Papa
argentino, "el español es ahora el idioma del mundo". Su designación fue una sorpresa, en primer
lugar, para él mismo. Aunque aseguró que se siente "muy afín a su manera
de entender la Iglesia y, sobre todo, a su estilo de sencillez y cercanía a las
personas", Parolin ha tenido poco trato personal con Jorge Bergoglio.
La ceremonia de asunción se iniciará con palabras de
agradecimiento y despedida de Francisco al cardenal Tarcisio Bertone, que ha
ejercido el cargo de Secretario de Estado durante siete años.
Su sucesor es licenciado en Derecho Canónico,
diplomático del Vaticano desde 1986, ha servido en las nunciaturas de Nigeria y
México y, en Roma, fue viceministro de Relaciones con los Estados durante siete
años, antes de convertirse en nuncio en Venezuela, un país difícil, donde logró
hacer un muy buen papel.
La designación de Parolin implica el regreso de un
diplomático a ese cargo, ya que una de las características de Bertone era un
relativamente escaso interés por los asuntos exteriores y una gestión más
volcada a los temas internos de la Curia y de la política italiana –respecto de
la cual Francisco quiere mostrarse mucho más prescindente.
La elección de Parolin sería por lo tanto una señal
de que el nuevo Papa quiere intensificar la presencia diplomática del Vaticano
en la escena mundial.
En la entrevista que concedió al diario mexicano El
Universal, el pasado 8 de septiembre, Parolin decía: "Como Iglesia,
tenemos en nuestras manos la posibilidad de participar en la vida internacional
por la vía diplomática". De hecho, el Vaticano dispone de una red mundial
de nuncios en todos los países y, en aquellos con los cuales mantiene
relaciones diplomáticas –que son la mayoría, 179 Estados-, estos representantes
ofician de embajadores.
El nuevo Secretario de Estado conoce bien esta
estructura: además de haber sido hasta la semana pasada embajador de la Santa
Sede en Venezuela, participa de esa red desde 1986 cuando egresó de la Academia
Eclesiástica Pontificia, la escuela donde se forman los nuncios. Desde aquella
fecha participó de varias misiones internacionales, en particular en Asia, algo
que ahora, como secretario de Estado, seguirá haciendo, pero con mayor
proyección.
En concreto, Jorge Bergoglio ha elegido a un
"primer ministro" formado en la política exterior vaticana, tanto en
funciones en Roma como en el exterior. Además, se ha especializado en el
tratamiento de los dossiers de las relaciones bilaterales más delicadas de la
Santa Sede: como el caso de Vietnam, un país donde la Iglesia Católica viene
desarrollando un trabajo de largo aliento para avanzar en la conquista de una
mayor libertad religiosa.
Del hecho de que el papa Francisco haya creado una
nueva estructura, un Consejo de 8 cardenales que lo asesorará en los temas de
la Curia, puede suponerse que la Secretaría de Estado estará más volcada a la
diplomacia y los asuntos exteriores. La Secretaría tiene, por cierto, dos
secciones, una para Asuntos Generales y otra para las Relaciones con los
Estados, cuyo responsable suele ser llamado canciller o ministro de Exteriores.
Es posible entonces que esta "segunda sección" cobre mayor
importancia en la próxima gestión, ya que, los "asuntos generales"
estarían en parte en manos del consejo de cardenales.
Es evidente que el Papa desea una Iglesia que vaya a
las periferias del mundo, que esté más comprometida con los grandes temas
internacionales, como lo demuestra su viaje a Lampedusa, la vigilia por la paz
en Siria y el seminario sobre el tráfico de personas que organiza la Academia
Pontificia de Ciencias Sociales para el mes de noviembre.
"No quisiera una diplomacia que haga las
primeras planas de los diarios sino que sea más eficaz. No buscamos popularidad",
había dicho monseñor Paroli en agosto pasado.
A raíz de esto, el corresponsal del diario francés
La Croix en Roma, escribe: "Esta mezcla de discreción y eficacia debería
servirle al nuevo secretario de Estado para acercarse al Asia, continente que
conoce bien y que algunos en Roma juzgan esencial para el porvenir de la
Iglesia".
"La Iglesia nunca podrá cambiar al punto de
adaptarse completamente al mundo. Si lo hiciera y se perdiera en él, ya no
cumpliría su misión de ser sal y luz para todos", dijo Parolin en la
entrevista citada.
Por su peculiar estatus –el ser una Iglesia
universal y al mismo tiempo un Estado- la diplomacia vaticana está muy bien
colocada para hacer oír su voz en el mundo.
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