Presidente cubano: CELAC es el representante legítimo de los intereses de la América Latina y el Caribe
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LA HABANA.- En el discurso apertura de la II Cumbre
de Comunidad de Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC), en La Habana, el
presidente cubano Raúl Castro dijo que este organismo es el representante
legítimo de los intereses de la América Latina y el Caribe.
La CELAC es una visión común de la Patria Grande,
sostuvo el Mandatario ante decenas de jefes de Estado y del Gobiernos que
participan en el evento.
Alternativasnoticiosas.com,
deja a sus lectores las palabras íntegras de Raúl.
Estimadas y estimados Jefas y Jefes de Estado o de
Gobierno de América Latina y el Caribe;
Distinguidos Cancilleres e invitados.
En nombre del pueblo y el gobierno de Cuba les doy
la más cordial bienvenida y les deseo una grata estancia. Para nosotros es un gran
honor y motivo de sincero agradecimiento contar con la presencia de todos
ustedes en esta Cumbre de “Nuestra América”, convocada en el 161 aniversario
del natalicio de José Martí.
Lamentamos profundamente la ausencia física de uno
de los grandes líderes de nuestra América, el inolvidable Presidente
venezolano, Hugo Rafael Chávez Frías, un ferviente e incansable promotor y
luchador por la independencia, la cooperación, la solidaridad, la integración y
la unidad latinoamericana y caribeña, y por la propia creación de esta
Comunidad.
Pido un minuto de silencio en su memoria.
Distinguidas y distinguidos colegas:
El período transcurrido desde la pasada Cumbre de la
CELAC ha sido complejo, pero fructífero.
Los países de América Latina y el Caribe hemos tenido
que hacer frente a numerosos desafíos. La crisis ha continuado afectando la
economía mundial, los peligros para la paz siguen presentes en varias partes
del mundo y naciones hermanas han sido objeto de amenazas, medidas coercitivas
unilaterales y demandas legales internacionales por las legítimas acciones que
han adoptado en defensa de su soberanía.
Sin embargo, hemos sido capaces de seguir avanzando
en la construcción de la CELAC y en darle continuidad a las decisiones que
acordamos en Caracas y Santiago de Chile.
Poco a poco, vamos creando una Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños que hoy se reconoce internacionalmente como
representante legítima de los intereses de la América Latina y el Caribe.
Igualmente, hemos ido acercando nuestras posiciones
y, a pesar de inevitables diferencias, se fomenta un espíritu de mayor unidad
en la diversidad, que debe ser el fin último.
Como dije en Santiago de Chile, “sabemos que entre
nosotros hay pensamientos distintos e, incluso, diferencias, pero la CELAC ha
surgido sobre el acervo de doscientos años de lucha por la independencia y se
basa en una profunda comunidad de objetivos. No es la CELAC, por tanto, una
sucesión de meras reuniones ni coincidencias pragmáticas, sino una visión común
de la Patria Grande latinoamericana y caribeña que sólo se debe a sus pueblos.”
Debe ser prioridad la creación de un espacio
político común, en el que avancemos hacia el logro de la paz y el respeto entre
nuestras naciones, en que seamos capaces de superar los obstáculos objetivos y
aquellos que intencionadamente se nos impongan, en que podamos utilizar los
recursos de manera soberana y para el bienestar común, y poner las capacidades
científicas y técnicas en función del progreso de nuestros pueblos, en que
hagamos valer principios irrenunciables como la autodeterminación, soberanía e
igualdad soberana de los Estados.
Sólo así lograremos que deje de ser realidad el
aserto de que la América Latina y el Caribe es la región más desigual del
planeta.
La Presidencia Pro Témpore cubana de la CELAC se ha
dirigido precisamente al cumplimiento de ese objetivo, y de ahí que el tema
central de esta cumbre sea “la lucha contra la pobreza, el hambre y la
desigualdad”.
Es cierto que durante los últimos años se han
producido avances, pero han sido lentos, fragmentados e inestables. Según la
CEPAL, a la que agradecemos su permanente cooperación con la Presidencia cubana
y los cinco estudios que ha elaborado en el marco de dicha colaboración, en la
América Latina y el Caribe la tasa de pobreza alcanzó en 2012, como mínimo, un
28,2% de la población, o sea, 164 millones de personas, y la de indigencia o
pobreza extrema, el 11,3%, lo que equivale a 66 millones de habitantes de la
región. Pero lo más preocupante es la pobreza infantil, que afecta a 70,5
millones de niños, niñas y adolescentes, de ellos 23,3 millones en pobreza
extrema.
El 10% más rico de la población latinoamericana
recibe el 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe
solo el 15%.
Los pueblos de América Latina y el Caribe demandan y
requieren una mejor distribución de las riquezas y los ingresos, el acceso
universal y gratuito a una educación de calidad, el pleno empleo, mejores
salarios, la erradicación del analfabetismo, el establecimiento de una
verdadera seguridad alimentaria, sistemas de salud para la totalidad de la
población, derecho a una vivienda digna, al agua potable y al saneamiento.
Todos son objetivos alcanzables, cuya consecución
medirá el progreso de nuestra región.
Tenemos todas las condiciones para revertir la
situación actual. Con algo más del 15% de la superficie terrestre y el 8.5% de
la población global, la región cuenta con un porcentaje apreciable de las
reservas minerales no renovables más importantes, con un tercio de las reservas
de agua dulce, un 12% del área cultivable, el mayor potencial mundial en la
producción de alimentos y el 21% de los bosques naturales.
Y, precisamente, esa riqueza debe convertirse en el
motor para la eliminación de las desigualdades. Nuestro imperativo y desafío es
ser capaces de transformar ese capital natural en capital humano,
infraestructura económica y diversificación de la base productiva y
exportadora, de tal forma que contribuya de manera decisiva a un verdadero
proceso de desarrollo.
Uno de los problemas que padecemos en América Latina
y el Caribe es que no hemos traducido los períodos de altos precios de los
recursos naturales que exportamos en procesos de desarrollo económico de largo
plazo, de forma tal que permitan reducir realmente la pobreza y elevar el
ingreso per cápita de nuestras poblaciones.
Para ello debemos ejercer plenamente la soberanía
sobre nuestros recursos naturales y plantearnos políticas adecuadas en las
relaciones con la inversión extranjera y con las empresas transnacionales que
operan en los países que componen la CELAC.
Son innegables los beneficios de la inversión
extranjera directa para las economías de la región y de las inyecciones de
capital de las empresas transnacionales que operan en ella, pero olvidamos que
el crecimiento desmedido de las utilidades que obtienen, 5,5 veces en los
últimos 9 años, afecta su impacto positivo sobre la balanza de pagos de
nuestros países.
En materia de educación, la región enfrenta brechas
significativas, tanto en términos del acceso como en la calidad, a la par que
pervive la existencia del analfabetismo funcional, aunque con diferencias
marcadas entre países.
Si bien se han evidenciado progresos en la región en
el acceso a la educación primaria, las informaciones de la CEPAL y la UNESCO
dejan claro que este y la calidad de la formación que reciben los educandos
está muy vinculada con su nivel de ingresos.
La situación es más seria en la educación
secundaria, no sólo porque el 50% de los jóvenes entre 20 y 24 años no la
concluyeron, sino porque solamente el 21,7% de los jóvenes del sector más pobre
en ese grupo de edades la había terminado. En contraste, el 78,3% de sus pares
del segmento más rico completaron este nivel de educación. Es decir, una brecha
de 56,6 puntos porcentuales separaba en 2010 a ambos grupos.
En el caso de la educación universitaria es aún más
compleja, pues de acuerdo con estimaciones de la CEPAL, la matrícula para este
tipo de enseñanza era, en 2010, de un tercio de los jóvenes entre 18 y 24 años.
Contamos con todas las posibilidades, los recursos y
las metodologías para desterrar el analfabetismo de la faz de América Latina y
el Caribe. Debemos tener la voluntad política de hacerlo y de proporcionar a
nuestras poblaciones la posibilidad de acceder, sin excepciones ni
desigualdades, a todos los niveles de educación. Nada de lo que nos proponemos
hacer será posible sin pueblos educados y cultos.
La diversidad en el nivel de desarrollo de distintos
sectores sociales y productivos entre nuestros países es, además, una
oportunidad para la complementariedad y la integración de sus economías y la
cooperación.
Debemos establecer un nuevo paradigma de cooperación
regional e internacional. En el marco de la CELAC tenemos la posibilidad de
construir un modelo propio adaptado a nuestras realidades, basado en los
principios del beneficio común y la solidaridad, que tome en cuenta las mejores
experiencias desarrolladas en los últimos años por los países de la región y
por las organizaciones latinoamericanas y caribeñas de integración, como
MERCOSUR, ALBA, PETROCARIBE, UNASUR, CARICOM, SICA y otras, que a lo largo de
los años ya han trazado un camino.
Por otra parte, no podemos olvidar que los Pequeños
Estados Insulares en Desarrollo del Caribe requieren una especial atención a
sus problemas particulares, que se han agravado por los efectos de las crisis
globales y el cambio climático, que si bien nos afecta a todos, tiene un
impacto aún mayor sobre los países caribeños cuyas economías decrecieron o
crecieron por debajo del promedio regional en 2012.
El impacto de la crisis económica de 2008-2009 fue
especialmente severo en esa subregión, y costó a las pequeñas islas, como
promedio, el 13.2% de su Producto Interno Bruto. El efecto de devastadores
desastres naturales también incidió en esa realidad.
Asimismo, es una obligación moral de la comunidad
internacional y de nuestros países continuar contribuyendo al desarrollo
integral de la República de Haití mediante acciones concretas de cooperación
solidaria sobre la base de sus necesidades específicas y prioridades
nacionales.
Tarea importante que tenemos por delante los países
de la CELAC durante este año es trabajar de forma mancomunada en la preparación
de la Agenda de Desarrollo Post-2015 y cuidar que no se cometan los errores que
presidieron la concepción de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Estimados Jefes de Estado y Gobierno:
Independientemente de nuestros progresos, seguimos
viviendo en un mundo regido por un orden internacional injusto y excluyente, en
el que las amenazas a la paz y la injerencia externa en la región continúan.
No podemos olvidar la larga historia de intervención
en los asuntos internos, invasiones militares y sangrientos golpes de Estado.
Los llamados “centros de poder” no se resignan a haber perdido el control de
esta rica región, ni renunciarán a los intentos de cambiar el curso de la
historia en nuestros países para recuperar la influencia perdida y beneficiarse
de sus recursos.
En 1999, cuando ya no existía el campo socialista,
la OTAN modificó su concepción estratégica para actuar ante supuestas amenazas
globales, de manera ofensiva, fuera del territorio de los Estados miembros de
la Alianza, en lo que llamó la “periferia euro-atlántica”. En la Cumbre Unión
Europea-América Latina y Caribe, celebrada poco después, en junio, en Río de
Janeiro, el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, preguntó
si nuestra región estaba comprendida en esa “periferia” y sujeta a esa doctrina
cada vez más agresiva y peligrosa. Dicha pregunta permanece sin respuesta hasta
hoy, 15 años después.
El año pasado, fue develada la existencia de un
sistema global de espionaje de las comunicaciones por parte del gobierno de los
Estados Unidos, del que fueron blanco indiscriminado Jefas y Jefes de Estado y
Gobierno, organismos internacionales, partidos políticos, empresas y ciudadanos
de la región, en flagrante violación del Derecho Internacional y la soberanía
de los Estados.
Otro asunto que genera gran preocupación por sus
potencialidades para provocar conflictos internacionales, es el empleo
encubierto e ilegal, por individuos, organizaciones y Estados, de los sistemas
informáticos de otras naciones para agredir a terceros países. Algunos
gobiernos han expresado, incluso, la posibilidad de responder a esos ataques
con armas convencionales. El único camino para prevenir y enfrentar estas
novedosas amenazas es la cooperación mancomunada entre todos los Estados, al
igual que para evitar que el ciberespacio se convierta en un teatro de
operaciones militares.
Saludamos, por tanto, la iniciativa del gobierno de
Brasil de efectuar en Sao Paulo, en abril de 2014, la Reunión Multisectorial
Global sobre Gobernanza de Internet.
Como muestra de su firme compromiso con el desarme
nuclear y la paz, América Latina fue la primera en el mundo en establecer,
mediante el Tratado de Tlatelolco, una Zona Libre de Armas Nucleares. Pero
debemos llegar más lejos. La paz y el desarrollo son interdependientes e
indisolubles. No puede haber paz sin desarrollo, ni desarrollo sin paz. Por eso
nos hemos propuesto proclamar a nuestra región como una Zona de Paz que
destierre para siempre la guerra, la amenaza y el uso de la fuerza, en la que
los diferendos entre nuestros países se resuelvan por nosotros mismos, por vías
pacíficas y de negociación, conforme a los principios del Derecho
Internacional.
Reiteramos la más plena solidaridad con la República
Argentina en su reclamo de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del
Sur y sus mares adyacentes. A la par que rechazamos todo intento de explotar,
antes de que se haya logrado una avenencia, los recursos naturales de dichos
territorios, incluidos los del subsuelo, hacemos un llamado al Reino Unido a
que acepte el diálogo y la negociación, tal como ha solicitado el gobierno
argentino.
Como escribió la poetisa puertorriqueña Lola
Rodríguez de Tió, “Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas”, por lo
que reitero que “nuestra Comunidad estará incompleta mientras falte en ella el
escaño de Puerto Rico, nación hermana genuinamente latinoamericana y caribeña,
que padece una situación colonial”.
Trasmitimos nuestra solidaridad al pueblo y gobierno
del Ecuador, amenazados por demandas de empresas transnacionales en tribunales
sesgados por la codicia y una visión política neocolonial.
Agradezco a todos las muestras de solidaridad ante
el criminal bloqueo impuesto a mi país durante más de medio siglo y la injusta
inclusión de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo del Departamento
de Estado de los Estados Unidos.
Estimadas y estimados colegas:
Con mis mejores deseos de éxito en las deliberaciones
que efectuaremos, y teniendo presente la enorme responsabilidad que compartimos
hacia la unidad de nuestra región, declaro inaugurada formalmente la II Cumbre
de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Muchas gracias.
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