MADRID (10 Mayo 2014).- Hubo semifinal, aunque los
indicios invitaban a pensar lo contrario. Llegaba Roberto Bautista con el
crédito justo. Su efervescencia, ya asegurado ingresar entre los treinta
mejores del momento al margen de lo que sucediera ante Rafael Nadal, y los
notables resultados en la mejor temporada de su vida, no iban a bastar para
esconder carencias evidentes, las propias de quien nunca estuvo con
anterioridad en una instancia semejante. Venció el balear por 6-4 y 6-3.
Fue fácil percibir un jugador intimidado en la
salida. El hombre más regular del circuito con su primer servicio sólo conectó
uno con acierto en el juego de arranque. Se escapó pronto el campeón, quien, no
obstante, mostraría lagunas aparcadas en los cuartos contra Berdych. Empezó a
perder los intercambios largos, dado harto sorprendente, y consintió que el
neófito creyera en sí. Ahí va un buen primero, secundado por un palo de
derecha. La fórmula funcionó hasta la frontera del séptimo juego. Tuvo cuatro
bolas para hacerse con él y tomar ventaja, pero fue Nadal quien mostró la chapa
y abrió una brecha a la postre insalvable.
Afuera se manifestaban trabajadores de Coca Cola,
beligerantes en su pelea contra el cierre de varias plantas de la
multinacional, entre ellas la de Fuenlabrada. Algo más que un murmullo en la
Caja Mágica, hasta el punto de que Nadal preguntó a Carlos Bernardes, juez de
silla, de dónde procedía. No interfirió demasiado la lucha de clases en el
recinto. Menos aún entre la gente 'guapa' que acudió al tenis, con Florentino
Pérez a la cabeza. Se dejaron ver en la calurosísima tarde, ajenos al combate
por la supervivencia. Y los semifinalistas se acostumbraron enseguida al eco de
la indignación.
Intenciones
de alto riesgo
El partido tomó pronto el rumbo previsto. Nadal no
dudó en su camino hacia la que será mañana, a las 19.15 horas, en plena
vorágine de la penúltima jornada de la Liga de fútbol, su 39ª final de un
Masters 1.000, en busca de distanciarse como líder de títulos de la categoría,
con el que sería el 27º, cuarto en este torneo. Bautista quedó disuelto. Hay
que agradecerle la intención de proponer continuamente, ya fuera con dejadas o
intenciones de alto riesgo, la única manera de atentar contra el imposible.
Tenía ante sí al número uno del mundo, ganador de 13
títulos del Grand Slam y vencedor este año en Doha y Río, que se enfrentará al
vencedor del partido entre Ferrer y Nishikori en su sexta final en Madrid,
quinta del año, la primera tras perder ante Djokovic en Miami, después de la
eliminación en cuartos de Montecarlo y Barcelona. Ni siquiera ya con todo
perdido dejó Bautista de correr, ya con el defensor de la copa desatado. Tuvo
arrojo no sólo para eludir el 'rosco' en el segundo (estaba 4-0 abajo), sino
que llegó a romper de nuevo el saque de Nadal. No está mal para ser su primera
presencia en Madrid, ganarse audiencia en la penúltima ronda con el mejor
tenista de la tierra.
Por
JAVIER MARTÍNEZ/El Mundo
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