RÍO DE JANEIRO (07 Junio 2014) - Los chicos de la
histórica favela Mangueira de Río de Janeiro no tienen que ir muy lejos para
buscar inspiración.
La favela se encuentra en una colina desde la cual
se divisa el gran templo del fútbol brasileño, el estadio Maracaná, donde han
brillado leyendas como Pelé y Neymar.
Menos de medio kilómetro separa a la favela y el
estadio, donde se jugarán siete partidos de la Copa Mundial, incluida la final
del 13 de julio.
Las entradas, sin embargo, son tan caras y tan
difíciles de conseguir que la brecha entre la favela y el estadio es casi
imposible de sortear.
"Me gustaría ver una final entre Brasil y
Portugal porque admiro a Neymar y a Cristiano Ronaldo", expresó Alex
Silva, un residente de la favela de 13 años. "Pero sé que no podré hacerlo
porque no tengo dinero para la entrada".
Otros chicos de Mangueira coinciden. A pesar de la
proximidad física, tendrán que ver la Copa Mundial por televisión.
"Me parece bien que tengamos una Copa Mundial
en el Maracaná", dijo Alex Borges, de 14 años. "Pero veré los
partidos por televisión".
Los impedimentos que tienen para ir al estadio no
atenúan la pasión de los chicos por el "jogo bonito".
Las canchitas de la favela y todo terreno plano
desocupado son escenario permanente de partidos de fútbol entre jóvenes que
tratan de pulir sus habilidades.
"El fútbol puede cambiar un país y hasta poner
fin a guerras", declaró Washington Fortunato, de 55 años y presidente de
la Asociación de Vecinos de Mangueira. "No obstante, se han gastado
millones en la renovación del estadio, que no beneficiará a nadie en la comunidad.
Y seguimos teniendo problemas con la atención médica y la educación, y
callejones llenos de basura".


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