BRASILIA (30 Junio 2014).- El acoso postrero,
comandado por obra y gracia de Benzema, bastó esta vez Brasilia. Disputará los
cuartos de final Francia, sin inspiración, entre suspiros, pero con cierto
cuajo cuando más le exigió la eliminatoria. El talento de Karim y los dos pases
decisivos de Valbuena arruinaron a Nigeria. No suena demasiado extraño. Más
raro fue el modo en que marcó Pogba tras flagrante error por alto de Enyeama o
la forma en que Yobo colocó en sus propias redes un balón al que tampoco llegaba
su portero. Lo mas insólito en el Mané Garrincha es que Francia no hubiera
encontrado forma de resolver bastante antes.
Con esas pinceladas de Benzema pudieron irse felices
los hinchas bleus, pensando ya en la vuelta a Maracaná para el previsible cruce
ante Alemania. Fueron un par de cositas de Karim, ese genio indolente, harto de
que sólo le juzguen por los goles. Un delantero que traza la pared imposible
con Griezmann y no sabe esquivar el muro de Enyema. El que pone un servicio de
gol que despeja Moses para que luego Cabaye haga estallar el larguero. El
Benzema sobrehumano de tan lánguido es también el Benzema heroico, decisivo,
paranormal.
En su magia, con la inestimable colaboración de
Valbuena y el único refresco Griezmann, encontró respiro Deschamps. Corría el
ecuador del segundo tiempo y el asunto parecía más que complicado. Se venían
negros augurios sobre una Francia enclenque, sin autoridad ante un rival que no
era para tanto, desde luego. En la improvisación residía la gracia de Nigeria,
que juega como si cualquier cosa, igual en un amistoso ante Burundi como en el
Mané Garrincha. Así le iba bastando para mandar el partido a la prórroga.
Resultaba curioso observar su despliegue, basado en
el privilegiado poderío de los volantes, en la carrera por fuera de Musa o en
algún momento de inspiración de Odemwingie cerquita del área. Sin darse
importancia esta Nigeria, que nunca dejará de ser africana, en lo bueno y en lo
malo. Sobre todo en lo imprevisible
No había que tomar a este equipo a la ligera, porque
con cualquier insignificancia ya le habían montado dos líos a Argentina. El
primer toque de atención fue un gol en ajustadísimo fuera de juego de Emenike
tras el centro desde la izquierda de Musa. Si volvían a colarse entre los
centrales, se vendría otra tragedia para Francia, que en ningún momento lució
ese juego avasallador bajo el que cayeron Honduras y Suiza. Más bien todo lo
contrario.
Su fútbol en poco se pareció al de entonces, basado
en la verticalidad y la clarividencia de gente como Benzema, Cabaye o Valbuena.
El madridista, acostado a la izquierda sólo intervino una vez en todo el primer
tiempo, con un desmarque hacia afuera, la dejada atrás y el disparo alto de
Giroud. El único modo de proundizar lo tenían Valbuena y Debuchy por la derecha.
Poco antes del descanso, el futbolista del Marsella regaló el 1-0 a Debuchy,
sin puntería en el remate. Antes había combinado con Pogba, tan brutal para
romper dos líneas con una simple arrancada, como sutil en la volea. Enyeama,
con manos firmes, despejó a saque de esquina.
En realidad era un tormento para la enclenque
Francia, liada en una batalla alterna, con muchos más trompazos que finuras.
Como cuando Moses le dejó el codo a Cabaye y Giroud quiso devolvérsela a Mikel.
O cuando Evra abrazó a Odemwingie en un saque de esquina y el árbitro
estadounidense ni se inmutó. Antes de la pausa, Lloris repelió el disparo de
Emenike y Moses no aprovechó las migajas en el área. A la vuelta del descanso,
un pisotón de Matuidi envío a la enfermería a Onazi, con el tobillo hecho un
Cristo. El partido seguía sin dueño cuando reaccionó Deschamps renunciando a
Giroud para dar paso a Griezmann.
Ahí se desató el huracán 'bleu', ya con Benzema, más
cerca del gol, como en la ya mencionada que debió sacar Moses bajo palos. Era
el inicio del fin para Nigeria, que empezó a acumular tanta fatiga como errores
en la salida del balón. Demasiados saques de esquina adversos hasta que en uno
erró con estrépito Enyema y lo aprovechó Pogba en el segundo palo. Luego, lo de
Yobo, para felicidad de Griezmann, que lo celebró sin merecerlo. La tragedia
conjunta para el portero y el central, únicos supervivientes de aquel histórico
0-0 ante Inglaterra de 2002. No hubo fortuna esta vez. Cayeron de nuevo las
Águilas en octavos, como hace 20 años ante Italia, como en 1998 frente a
Dinamarca. Víctima de las pifias de sus más veteranos. Ya es mala pata.
Por
MIGUEL A. HERGUEDAS/El Mundo
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