CHAMROPUSSE (18 Julio 2014).- Empieza a dar la
sensación de que los gurús del equipo Sky, esos que utilizan el túnel del
viento del equipo McLaren en Woking; los que emplean los servicios de un
psiquiatra para tratar a los ciclistas y están tan al día de cualquier adelanto
tecnológico, han perdido, al menos de momento, el norte de su brújula -aunque
posiblemente sea un GPS de última generación-. Después de ganar dos tours, Dave
Brailsford, el factótum del conjunto británico, se creyó invencible.
Cuando la carrera aún no había salido de Inglaterra,
avanzó que su próximo reto iba a ser ganar el Tour con un corredor francés.
Cómo no, después de hacerlo con dos británicos, lo nunca visto en la historia
de la carrera. Pretende, parece, resucitar el ciclismo del país organizador.
De momento, este Tour es un desastre para su equipo.
Chris Froome, más atento a las mediciones de su pulsómetro, no llegó al pavés;
el plan «B», que era Richie Porte y no Wiggins, en un ejercicio de prepotencia,
se hundió en la ascensión a Chamrousse.
El Sky parece más un equipo de Cycling Manager en la
play station que de carne y hueso sobre la carretera. En la jornada de
descanso, los corredores no salieron a entrenarse bajo la canícula de Besançon.
Se quedaron en el hotel, haciendo rodillo y enchufados a calentadores de aire
para crear un ambiente artificial de casi 40 grados.
Pero en el salón del hotel no hay baches, ni curvas,
ni descensos pronunciados, ni rivales que se cruzan, o que cambian de ritmo. El
salón del hotel no es el mundo real del ciclismo. Así que cuando Nibali y
Valverde apretaron un poco, a Richie Porte le empezaron a pesar los excesos de
abril, cuando deprimido por un virus estomacal se dio a comer botes y botes de
helado Ben&Jerry -de sabor cookie dough-, y a beber vino tinto. Y se
hundió, y perdió más tiempo del que Brailsford y su cohorte de analistas podían
esperar, y arrastró en su caída a Mikel Nieve, que se alejó del top ten por su
abnegación, por otra parte, bien pagada.
Y mientras, Nibali pedaleaba al ritmo de una
tarantela en la ascensión a Chamrousse, después de atravesar kilómetros y
kilómetros de campos de maiz, y los de cereales segados ya; con los fardos
redondos de paja esperando al camión.
La paciencia se le acabó al tiburón a siete kilómetros
de la meta, después de un escarceo de Valverde, del ritmo fuerte que puso
Pinot. Se marchó y ya nadie le encontró. Tiene cara de ciclista antiguo y
corrió como los ciclistas antiguos, para ganar la etapa. A Valverde le cayó el
segundo puesto de la General, que dejó vacante Richie Porte, y a Bardet, un
francés que dará que hablar, ¡por fin!, el tercero. Tal vez sea el francés que
Braidsford quiere para ganar el Tour. O Pinot, otro talento de la nueva
generación. O Peraud. Quién sabe.
Por
JON RIVAS/El Mundo
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