BOSTON (31 Agosto 2015).- Una de las pruebas más
comunes para detectar trastornos cognitivos con diverso origen, como por el
párkinson o el alzhéimer, es un simple test conocido como el “test del reloj”,
en el que el paciente debe dibujar un reloj que debe marcar una determinada
hora y, además, debe copiar otro ya dibujado. La observación de alteraciones en
la manera de realizar estos dibujos permite a los médicos identificar síntomas
de deterioro en el cerebro del paciente.
Muchos desórdenes neurológicos pueden estar
presentes mucho antes de comenzar a tener un efecto apreciable en nuestras
vidas. Por ejemplo, en el alzhéimer, los cambios en el cerebro pueden empezar a
producirse diez o más años antes de que las alteraciones cognitivas sean
apreciables. Sin embargo, la evaluación de estas pruebas es subjetiva, puesto
que no es fácil llegar a conclusiones definitivas cuando los síntomas son muy
leves. Contar con un método de diagnóstico más preciso y fiable podría permitir
tratar a los enfermos mucho antes, retrasando el desarrollo de la enfermedad.
Con este objetivo, un grupo de científicos,
liderados por investigadores del Laboratorio para la Inteligencia Artificial y
Ciencias Computacionales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha
creado un programa informático capaz de detectar de manera mucho más precisa y
automatizada estas alteraciones, ofreciendo un diagnóstico más fiable y precoz
a partir de la misma prueba.
Para ello se han valido de los datos recogidos en el
Lahey Hospital, un centro médico a las afueras de Boston (EE UU), que desde
hace nueve años realiza el test del reloj utilizando un bolígrafo digital que
captura en el ordenador los dibujos realizados por los pacientes, además de
registrar el proceso de creación de los mismos con gran precisión. Este
bolígrafo no fue creado expresamente para este fin, sino que se trata de un
dispositivo comercial que incluso se puede comprar por internet. Sin embargo, ha
venido como anillo al dedo para recoger la información necesaria de manera
precisa y con un registro temporal, es decir, sabiendo en todo momento dónde
está la punta del bolígrafo y, por tanto, si el paciente hace una pausa o duda
a la hora de escribir.
En el alzhéimer, los cambios en el cerebro pueden
empezar a producirse diez o más años antes de que las alteraciones cognitivas
sean apreciables
Basandose en estos datos, el equipo, liderado por
los investigadores Cynthia Rudin y William Souillard-Mandar del MIT, ha creado
un programa informático capaz de interpretar y evaluar automáticamente el test
del reloj, aumentando la precisión y eliminando la subjetividad de una
evaluación realizada por humanos. “Hemos mejorado el análisis, de manera que es
automático y objetivo” explica Rudin. “Con el equipamiento adecuado es posible
obtener un resultado rápido y más preciso”. Los resultados se han sido
aceptados para su publicación en la revista Machine Learning.
Para crear el programa, el equipo de Rudin y Souillard-Mandar
ha utilizado una serie de casos ejemplares para enseñar a la máquina qué es lo
que debe buscar. “Estos ejemplos ayudan a calibrar el poder predictivo de cada
una de las partes del dibujo” ha explicado Souillard-Mandar. “Gracias a ellos, hemos podido extraer miles
de rasgos del proceso de dibujo que dan pistas acerca del estado cognitivo de
cada sujeto, y nuestros algoritmos ayudan a determinar cuáles de ellos llevan a
la predicción más fiable”.
Cuando la memoria está afectada, el periodo de reflexión
se alarga
Los distintos desórdenes se revelan de diferente
manera en el test del reloj. Por ejemplo, mientras que es normal que los
adultos sanos pasen más tiempo pensando que dibujando, cuando la memoria está
afectada, el periodo de reflexión se alarga. Por otra parte, en el caso del
párkinson, los enfermos tienden a necesitar más tiempo para dibujar los relojes
que, a su vez, tienden a ser más pequeños, sugiriendo que les está costando un
mayor esfuerzo realizar la tarea. Estas consideraciones se podían pasar por
alto en la prueba tradicional, ya que, en muchas ocasiones, el médico no ve en
detalle cómo el paciente realiza el dibujo, sino tan solo el resultado final.
Este trabajo no sólo permite diagnosticar mejor una
serie de patologías muy graves para quienes las sufren, sino que además ofrece
un gran avance a la hora de automatizar procesos que pueden resultar tediosos y
poco eficientes cuando se realizan por humanos. Una vez conseguido el propósito
inicial de demostrar la eficacia de su método, el equipo científico ya se
dispone a desarrollar un sistema sencillo que permita tanto a los neurólogos
como a los no especialistas utilizar esta tecnología en los hospitales y
centros de salud.
Por
JAVIER BARBUZANO/El Mundo
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