LEONEL FERNÁNDEZ: UNO DE LOS DESAFÍOS DEL PLD ES SABER CÓMO ADMINISTRAR SU ÉXITO
SANTO DOMINGO, República Dominicana (19 Diciembre
2016).- El expresidente Leonel Fernández aseguró este lunes que “mirando hacia
el futuro, uno de los principales desafíos a los que se enfrenta el Partido de
la Liberación Dominicana (PLD) es el de saber cómo administrar su éxito”.
En su columna de este lunes Observatorio Global,
publicada en el Listín Diario, señala que “el triunfo del partido morado ha
sido tan demoledor que ha provocado un movimiento sísmico en el sistema de
partidos de la República Dominicana”.
Alternativasnoticiosas.com
deja a sus lectores la columna titulada EL PLD: 43 años después.
Al festejar el cuadragésimo tercer aniversario de su
fundación, el Partido de la Liberación Dominicana puede sentir la satisfacción
de ser la organización política de mayor éxito en la historia de la República
Dominicana.
Durante los últimos 20 años ha podido gobernar 16; y
para el 2020, cuando haya concluido la actual gestión gubernamental del
presidente Danilo Medina, habrá gobernado 20 de los últimos 24 años.
En ese lapso, habrá conquistado la Presidencia de la
República en cinco oportunidades, cuatro
de ellas en forma consecutiva; y aunque en la primera ocasión fue en una
segunda vuelta, en todos esos triunfos electorales se ha colocado siempre por
encima del 50 por ciento, algo sin precedentes en la historia nacional.
Más aún, al llegar al gobierno por vez primera en el
1996, el PLD solo contaba con un senador y 13 diputados. Sin embargo, en el
discurrir del tiempo, obtuvo 31 senadores en el 2010, y 106 diputados en el
2016, hasta llegar a contar con mayoría absoluta en ambas cámaras.
Lo mismo podría decirse con referencia al número de
alcaldes, de directores de distritos municipales y de regidores. En todos esos
casos, el partido fundado por ese maestro universal de las letras y de la
política, el profesor Juan Bosch, empezó con una débil representación y ha
alcanzado los sitiales más altos en todo el ámbito nacional.
Lo trascendente de los éxitos electorales del
partido morado de la estrella amarilla es que han sido conquistados en un clima
auténticamente democrático. A decir verdad, el PLD es la primera institución en
nuestra historia republicana en haber podido combinar democracia y desarrollo.
En nuestro discurrir histórico, hemos contado con
gobiernos democráticos, pero que no han hecho contribución alguna al desarrollo
nacional. Tal es el caso, para solo citar algunos, de los gobiernos de Ulises
Francisco Espaillat y Francisco Gregorio Billini, en el siglo XIX, cuyas
credenciales democráticas no pueden ser cuestionadas, pero que por el carácter
efímero de sus mandatos, no dejaron ningún legado sustancial al desarrollo
material de la nación.
Igual ocurre al revés. Ha habido gobiernos con una
obra física importante, como los de Ulises Heureaux, el famoso Lilís; Ramón
Cáceres, alias Mon; o Rafael Leónidas Trujillo, que, sin embargo, en lugar de
ser democráticos, fueron dictatoriales o despóticos.
En
sus orígenes
Pero el PLD no siempre fue exitoso. El partido
surgido de la división del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, en el 1973,
participó por vez primera en un certamen electoral en el 1978.
En esa oportunidad, el PLD sólo obtuvo 18 mil votos,
para el 1% del universo electoral. Eso ocasionó que perdiera su personalidad
jurídica, y que, por consiguiente, tuviera que volver a realizar la penosa y dura tarea de recoger firmas entre sus
simpatizantes para ser reconocida, nuevamente, por la Junta Central Electoral.
Esa apabullante derrota produjo, además, un cisma en
la organización que dio lugar a que muchos analistas e intérpretes de la vida
política nacional pronosticaran la rápida extinción de la joven entidad
partidista.
Algunos, de manera sarcástica, llegaron a divulgar
la especie de que el PLD, como organización política, no había sido más que un
natimuerto, un gran fiasco de la política nacional.
Pero, a partir de 1978, con el fin de los 12 años
del Doctor Joaquín Balaguer, y el triunfo de don Antonio Guzmán y el PRD, la
naturaleza de la actividad política en la República Dominicana cambió.
Ya no se trataba de una lucha por la conquista de la
libertad y la democracia. Se consideró que ya eso era un hecho del pasado. De
ahí en adelante era más bien por cómo hacer progresar a la sociedad dominicana,
cómo generar prosperidad y bienestar para todos.
Si bien el gobierno del PRD logró asentar anheladas
bases democráticas en el país, no pudo estar a la altura de las expectativas
nacionales en el ámbito económico y social.
Fue así, entonces, que el PLD y Juan Bosch, en una
labor tesonera y sistemática, se dedicaron a crear conciencia nacional en
relación a la correcta conducción de los temas económicos en una gestión de
gobierno.
Al evidenciarse que el gobierno perredeísta no
acertaba en ese aspecto, el Partido de la Liberación Dominicana empezó a
conquistar adeptos, a sumar simpatizantes y a abrirse camino en el escenario
político nacional. Resultado de eso fue que en los comicios de 1982 pasó a
obtener 185 mil votos para el 9% del total de sufragios.
En sólo cuatro años la organización boschista
multiplicaba por 10 el número de votantes a su favor, obteniendo de esa manera
su primera representación congresional.
Pero cuatro años después, en el 1986, se producía el
mismo fenómeno. Al alcanzar 385 mil votos, para el 18% de los electores, el PLD
más que duplicaba su votación anterior. De esa manera, rompía por vez primera
con el tradicional bipartidismo de la política criolla.
En el 1990, si no hubiese sido por un cúmulo de
irregularidades, el profesor Juan Bosch habría vuelto a subir las escalinatas
del Palacio Nacional; y, por supuesto, a partir de 1996 se entró en una nueva
etapa de la política nacional en la que el Partido de la Liberación Dominicana
ha sido, de manera indisputable, la organización política dominante.
Los
desafíos del PLD
Mirando hacia el futuro, uno de los principales
desafíos a los que se enfrenta el PLD es el de saber cómo administrar su éxito.
El triunfo del partido morado ha sido tan demoledor que ha provocado un
movimiento sísmico en el sistema de partidos de la República Dominicana.
Con el fallecimiento del doctor Joaquín Balaguer, el
Partido Reformista Social Cristiano no ha logrado reconquistar su antiguo vigor
y vitalidad. Se ha mantenido, más bien, como una debilitada y fragmentada
organización que suele adoptar una fluctuante
política electoral de alianzas.
El PRD, por su parte, se vio severamente afectado
por la crisis económica surgida en su último gobierno, en el periodo 2000-2004,
el fallecimiento de su líder, el doctor José Francisco Peña Gómez, así como por
sus conflictos internos.
Las nuevas organizaciones emergentes, entre ellas,
el Partido Revolucionario Moderno, PRM, aún no disponen de suficiente apoyo
político, en los distintos sectores de la vida nacional, para poder enfrentarse
a la potente maquinaria político-electoral del Partido de la Liberación
Dominicana.
Todo ese cuadro sombrío dentro del espectro
político-partidista nacional, deja al partido morado, en la actualidad, sin una
amenaza externa significativa; y en ausencia de esa amenaza, podría carecer del
incentivo adecuado para cohesionar sus fuerzas internas.
Al no poder cohesionarse internamente, el natural
conflicto político que se tiene con el adversario o competidor externo, podría
eventualmente trasladarse al ámbito interno del Partido de la Liberación
Dominicana, generando fricciones y tensiones.
Eso es algo que habría que evitar, no solo por el
bien del PLD, sino por la propia supervivencia de la democracia dominicana, que
en estos momentos depende fundamentalmente del adecuado funcionamiento del
partido morado.
Por consiguiente, aún en ausencia de una amenaza
externa, el PLD debe asumir como una tarea básica, esencial, su unidad interna.
Pero, en adición, debe reafirmar sus principios de ser una organización
eminentemente patriótica, vinculada al pueblo, transparente, solidaria,
promotora de la paz, el progreso, la justicia social, el bienestar y la
modernidad.
En lugar de procurar cargos, como meta fundamental
de la participación política, lo que debe predominar en la mente de todos los
peledeístas, es el de asumir con pasión y vehemencia la defensa de todas las
grandes causas nacionales, como siempre lo soñó el líder fundador de nuestra
organización, el profesor Juan Bosch.
El asumir con auténtico espíritu peledeísta la
cristalización de las grandes esperanzas nacionales, generará, en quienes así
actúen, los suficientes méritos y prestigio para ser considerados en cargos de
responsabilidad política, tanto en el partido como dentro del Estado.
En lo inmediato, sin embargo, para modernizar,
cohesionar y hacer más eficiente la labor política dentro de las filas de
nuestro Partido de la Liberación Dominicana, hay que proceder a la rápida
aplicación de todas las decisiones emanadas del VIII Congreso Norge Botello.
Eso ha de empezar por el propio Comité Político, el
Comité Central, el Secretariado, los Comités Provinciales y Municipales, las
Seccionales del Exterior, los Comités
Intermedios y de Base de nuestra organización.
De esa manera, manteniendo la unidad interna y colocando en primer plano nuestra lucha por
el fortalecimiento de nuestros valores nacionales, el Partido de la Liberación
Dominicana saldrá otra vez victorioso, convirtiendo sus desafíos en nuevos
triunfos a favor del pueblo dominicano.
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