VIDA EN EL ESPACIO: DESCUBIERTO UN SISTEMA SOLAR CON 7 PLANETAS COMO LA TIERRA
BARCELONA (23 Febrero 2017).- Una pequeña estrella situada a 40 años luz del Sol
tiene siete planetas rocosos como la Tierra que podrían tener agua líquida en
su superficie. El descubrimiento, que se presenta esta semana en la revista
Nature y que anunció este miércoles la NASA , ofrece por primera vez un
objetivo claro a los astrónomos para buscar vida extraterrestre en los próximos
años. Además, indica que los sistemas planetarios donde se dan condiciones
adecuadas para la vida deben ser abundantes en el Universo.
“Lo más estimulante es que estos planetas son
adecuados para estudiar sus atmósferas en detalle”, ha declarado en una rueda
de prensa telefónica Michaël Gillon, astrofísico de la Universidad de Lieja
(Bélgica) y primer autor del trabajo. Según las combinaciones de gases que se
detecten, “nos indicaría con una confianza de hasta el 98%” que allí hay
actividad biológica.
La estrella, llamada TRAPPIST-1, es lo que los
astrónomos conocen como una enana ultrafría. Tiene un radio equivalente a un
12% del Sol y una temperatura superficial de unos 2.300 grados centígrados,
frente a los 5.500 de nuestra estrella. Se encuentra en la constelación de
Acuario pero es demasiado tenue para que los aficionados a la astronomía la
puedan ver, incluso con un pequeño telescopio.
El descubrimiento es obra del mismo equipo
científico que hace nueve meses anunció el hallazgo de los tres primeros mundos
alrededor de TRAPPIST-1. Los científicos no han podido observar directamente
los planetas, pero han deducido su existencia, su tamaño y su masa por cómo se
reduce el brillo de la estrella cada vez que uno de los astros se interpone
entre ella y la Tierra.
Los cálculos indican que los siete planetas son de
tamaño similar a la Tierra y por lo tanto tienen una superficie sólida. “Es la
primera vez que se encuentran tantos planetas de este tipo alrededor de una
estrella”, ha destacado Michaël Gillon.
Tres de ellos –designados por ahora como e, f y g-
se encuentran en la zona habitable de la estrella, allí donde la temperatura es
adecuada para que haya agua líquida en su superficie. En los tres planetas más
próximos a la estrella –designados como b, c y d- hace probablemente demasiado
calor para que pueda haber agua líquida. En el más alejado de los siete –el
planeta h-, hace probablemente demasiado frío. Pero los astrónomos tienen aún
una imagen incompleta del sistema planetario y, con los datos disponibles hasta
ahora, “podría haber agua en cualquiera de ellos”, sostiene Gillon.
Si vive alguien en el planeta f, o en alguno de sus
vecinos, estará viendo en el cielo una gran estrella de color salmón, con un
diámetro unas tres veces mayor que el sol visto desde la Tierra. Pese a la
proximidad de la estrella, sin embargo, la luminosidad en la superficie del
planeta es unas 200 veces inferior a la que llega a la superficie de la Tierra.
Estar allí a mediodía “sería como aquí al atardecer”, explica Triaud. Pero
“sería bello porque cada poco tiempo pasaría por el cielo otro planeta que se
vería el doble de grande que la luna”.
Según los resultados de la investigación presentados
en Nature, el sistema planetario de TRAPPIST-1 es un sistema solar de bolsillo.
Además de tener una estrella enana, las órbitas de sus siete planetas cabrían
todas en el interior de la órbita de Mercurio. Con los planetas tan cerca de la
estrella, allí los años pasan rápido: duran un día y medio terrestre en el
planeta más próximo a TRAPPIST-1 y unos veinte días en el más lejano.
“El hecho de que la estrella sea pequeña hace que
sea más fácil detectar planetas del tamaño de la Tierra”, porque los cambios de
luminosidad se aprecian mejor que con estrellas más grandes, explica Michaël
Guillon.
La disposición de los planetas unos respecto a otros
sugiere que tienen un hemisferio mirando a la estrella donde siempre es de día,
mientras que en el otro siempre es de noche. El mismo fenómeno, llamado
acoplamiento por marea, se produce en el sistema solar con la luna, que siempre
muestra la misma cara a la Tierra, o con las cuatro grandes lunas de Júpiter.
En los planetas de TRAPPIST-1, que tienen suficiente
masa para retener una atmósfera, la diferencia de temperatura entre el
hemisferio diurno y el nocturno provocaría vientos constantes y potentes para
redistribuir el calor. El acoplamiento por marea, además, generaría calor en el
interior de los planetas y provocaría actividad volcánica.
La investigación se ha basado en observaciones
hechas con telescopios de Chile, Hawai, Marruecos, Sudáfrica y Canarias, además
de veinte días de seguimiento con el telescopio espacial Sptizer de la NASA.
Se estima que, por cada planeta que se puede
detectar porque pasa entre su estrella y la Tierra, tiene que haber entre
veinte y cien planetas que no pueden detectarse de este modo. “Hallar siete
planetas del tamaño de la Tierra sugiere que el sistema solar con sus cuatro
planetas rocosos no es nada extraordinario”, escribe Ignas Snellen, astrónomo
de la Universidad de Leiden (Holanda) que no ha participado en la
investigación, en un artículo de análisis publicado en Nature. Y más teniendo
en cuenta que las estrellas pequeñas tamaño como TRAPPIST-1 son de las más
numerosas de la galaxia.
En un futuro próximo, los investigadores ampliarán
las observaciones a otros sistemas estelares con el proyecto SPECULOOS, basado
en cuatro telescopios que se están construyendo en Chile, que les permitirá
multiplicar por diez la muestra de estrellas observadas en busca de sistemas
planetarios. La NASA tiene previsto poner en órbita a mediados del año próximo
el telescopio espacial TESS, especialmente diseñado para buscar exoplanetas.
Pero los resultados más esperados serán los del telescopio espacial James Webb,
considerado el sucesor del Hubble, que se lanzará a finales del año próximo y
que permitirá analizar las atmósferas de los siete planetas de TRAPPIST-1.
Por JOSEPH CORBELLA/LaVanguardia.com
Por JOSEPH CORBELLA/LaVanguardia.com
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