CAPABLANCA LOGRÓ CAMPEONATO MUNDIAL AJEDREZ EN FECHA COMO HOY DEL 1921
SANTO DOMINGO, República Dominicana (28 Abril
2017).- 28 de abril del 1921, el cubano José Raúl Capablanca, se proclama
campeón mundial de ajedrez al vencer en La Habana al alemán Emanuel Lasker.
Papá Capablanca, frente al tablero, pugna por
derrotar a su contrincante. El reloj avanza y le conmina a mover pieza. Pero
José María Capablanca no teme tanto a su oponente como a su vástago de 4 años
que, atento, analiza cada uno de sus movimientos.
Corría 1892 cuando José Raúl aprendía a jugar a pie
de tablero observando a su padre, el comandante del ejército español José María
Capablanca, educado, culto y aficionado a las 64 casillas. Ese mismo año, un
duelo ajedrecístico les enfrenta: el pequeño derrota a su progenitor. Más
tarde, el pequeño escribiría sobre su padre recordando esas primeras partidas:
"Era un mal ajedrecista, pero un buen soldado".
A los 13 años gana el campeonato de Cuba, derrotando
a Juan Corzo, el mejor jugador del país, sin haber estudiado realmente la
disciplina. Catalogado como el segundo niño prodigio -el primero había sido el
norteamericano Paul Charles Morphy- el ‘novato’ ajedrecista demuestra partida a
partida que posee un talento innato, es lo que se llama un jugador natural.
En 1906 ingresa en la estadounidense universidad de
Columbia. Pero nunca aparca su auténtica pasión, el ajedrez. Juega partidas
rápidas y llega a derrotar en un torneo al campeón del mundo, el alemán
Emmanuel Lasker. Durante el invierno de 1908-1909, emprende una gira de
simultáneas por Estados Unidos. A su vuelta, disputa un encuentro contra el
mítico campeón norteamericano Frank Marshall, al que supera con gran facilidad
(8 victorias, 1 derrota, 14 tablas). Capablanca cuenta veinte años.
Esta aplastante victoria constituye su pasaporte al
torneo de San Sebastián de 1911, de acceso muy restringido, que sólo admite a
los maestros que hubieran obtenido al menos dos terceros premios en un torneo.
Su participación solivianta a algunos jugadores como Ossip Bernstein, pero
Capablanca les da una lección frente al tablero proclamándose vencedor del
torneo. Entre sus ‘víctimas’ se encuentra el propio Bernstein, ante el que
protagoniza una victoria muy elogiada.
En septiembre de 1913 consigue un trabajo como
diplomático en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. Su sueldo le
permite seguir disfrutando de su pasión ajedrecística y realizar algunos viajes
al exterior en busca de nuevos desafíos. Capablanca se hace famoso en su país.
Y durante diez años, de 1914 a 1924, se mantiene invicto. Esta trayectoria le
lleva a enfrentarse en 1921 en match por el título mundial contra el alemán
Emmanuel Lasker, el segundo de la historia en ostentar tal título. El torneo
empieza en La Habana en marzo y termina en mayo, con cuatro victorias de
Capablanca, diez tablas y ninguna derrota. Lasker, desmoralizado, abandona el
encuentro, pactado a 24 partidas, cuando aún quedan diez para su finalización.
Capablanca se convierte en el nuevo campeón del mundo. La ‘máquina de jugar’ es
imbatible. Su primera derrota no llegará hasta 1924 cuando, en el torneo de
Nueva York, Richard Reti le vence. La ‘hazaña’ del húngaro se publica en la
portada del New York Times.
Capablanca pierde el título de campeón mundial en
1927, al ser vencido por el ruso-francés Alexander Alekhine en la final
disputada en Buenos Aires. El resultado se cierra con seis partidas ganadas por
Alekhine, tres por Capablanca y 25 tablas. El vencedor anuncia que le dará la
revancha en menos de dos años, pero a la hora de la verdad jamás acepta volver
a enfrentarse a él.
Entre 1927 y 1936, ‘Capa’ juega 14 torneos de los
que gana siete y queda segundo en cinco, pero ya no es considerado un mito.
En 1928 empieza a tener problemas de salud
(hipertensión). Vive entre Cuba y Nueva York. Pero contra todo pronóstico, el
mundillo ajedrecístico se revoluciona cuando ‘el invencible’ resurge con su
genio más espectacular en 1939. Su participación en la Olimpiada de ese año, se
salda con una gran victoria, Capablanca no pierde ninguna partida y logra un
total de 11’5 puntos sobre 16 posibles, lo que le hace merecedor de la medalla
de oro en el primer tablero, logrando un nuevo desquite frente a Alekhine, que
debe conformarse con la medalla de plata como primer tablero de Francia.
Tras este último desquite frente a su histórico
rival, decide dejar de competir. Cuenta 51 años.
LAS CLAVES
DEL GENIO
Tachado de
indolente, la clave de su genialidad radica en una profunda compresión de la
estrategia, muy superior a los conocimientos formales de la época. Y es que
mucho antes del desembarco de Deep Blue, Capablanca ya era apodado como ‘la
máquina humana’.
Dotado de un talento innato para este deporte,‘Capa’
simboliza al jugador natural que, ducho en el análisis y el cálculo, juega por
intuición.
Su estrategia se basa en no estudiar mucho el juego,
¡salvo los finales! Los primeros estudios que realiza en su vida sobre las
aperturas fueron en 1917, a los veintinueve años, para impartir clases a una
joven compatriota de doce años a la que consideraba dotada para el juego.
AJEDRECISTA
DE PLUMA Y GRAN MAESTRO EN LAS ONDAS
‘Capa’ se
atreve también a escribir, y así pasa de apuntar jugadas frente al tablero a
empuñar la pluma para adoctrinar a los ajedrecistas de a pie. Cualquier
ajedrecista que se precie debería haber leído
Fundamentos del ajedrez (la más famosa de sus obras) y Lecciones
elementales de ajedrez , o Arte y secretos del ajedrez . Otros libros los
publicó directamente en inglés por su condición de políglota. Así firmó My
chess career ,es World’s Championship Matches, 1921 and 1927 y también multitud
de artículos. Dirigió asimismo la
revista Capablanca Magazine , que se publicó a partir de 1912.
En la última etapa de su vida, Capablanca se atreve
también a debutar en las ondas e imparte clases de ajedrez por la radio
norteamericana.
MUERTE A PIE
DEL TABLERO: 53 AÑOS - INNUMERABLES VICTORIAS
Capablanca
gustaba de visitar todas las noches, durante sus estancias en la Gran Manzana,
el Club de Ajedrez de Manhattan, frente al Central Park de Nueva York. Pero
aquel fatídico 8 de marzo de 1942, la muerte le acechaba junto al tablero.
Pocos minutos antes de las nueve, el gran maestro observa una partida que
juegan dos aficionados. Está de buen humor, bromea y comenta las jugadas cuando
de repente se levanta: ‘Por favor, ayúdenme a quitarme el abrigo. Tengo una
jaqueca insoportable’. Acto seguido se desploma.
Trasladado con urgencia al Hospital Mount Sinaí en
estado de coma, una hemorragia cerebral acaba con su vida. ‘Capa’ no logra
recuperar el conocimiento. El reloj deja de contabilizar sus movimientos a las
5:30 de la mañana. Tánatos derrota con un limpio jaque mate al mejor
ajedrecista de la historia.
Sepultado en La Habana en la Necrópolis de Colón con
grandes honores, propios de un héroe, atendiendo a su petición, su tumba es
custodiada por un majestuoso rey marmóreo, obra de Florencio Gelabert.
Fulgencio Batista, presidente de Cuba a la sazón, se hace cargo de los trámites
funerarios del carismático ajedrecista, el personaje con más impacto
internacional de la historia contemporánea del país hasta la llegada de Fidel
Castro.
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