MADRID (17 Septiembre
2018).- Según la hipótesis original de Gaia, formulada por James Lovelock y
Lynn Margulis en 1969 (aunque no publicada hasta diez años después), todos los
seres vivos de la Tierra forman parte de un sistema a escala planetaria que es
capaz de autorregularse. Y que ha logrado mantener las condiciones para la vida
durante los últimos 3.500 millones de años a pesar de amenazas como un sol que
fue mucho más brillante, erupciones volcánicas masivas y el bombardeo, a lo largo
de la existencia de la Tierra, de gigantescos y mortales meteoritos.
Hasta ahora,
Gaia había operado sin ninguna clase de previsión o planificación por parte de
los organismos, pero la evolución de los humanos, y su tecnología, están
cambiando profundamente las cosas.
Según Tim
Lenton, profesor de la Universidad de Exeter, y el famoso sociólogo de la
ciencia francés Bruno Latour, los humanos tienen ahora el potencial de
"actualizar el sistema operativo planetario" para crear lo que han
denominado "Gaia 2.0".
De hecho, en
un artículo de perspectiva publicado esta misma semana en Science, los
investigadores opinan que los seres humanos y su imparable evolución
tecnológica podría ser capaz de agregar "un nuevo nivel de
autoconciencia" a la autorregulación de la Tierra. En otras palabras,
nuestro mundo buscaría la forma de adaptarse a la acción de los humanos, igual
que lo hizo durante otras situaciones cambiantes y amenazadoras. Pero, por
primera vez, lo hará "de acuerdo" con los propios humanos.
Para los
científicos, a medida que los humanos nos volvemos más conscientes de las
consecuencias globales de nuestras acciones, incluido el cambio climático,
puede desarrollarse un nuevo tipo de "autorregulación deliberada" en
la que nosotros mismos decidamos limitar nuestro impacto sobre el planeta.
En su
artículo, Lenton y Latour sugieren que esta "elección de conciencia"
para autorregularse introduce un "nuevo estado fundamental de Gaia",
uno que podría ayudarnos a conseguir una mayor sostenibilidad global en el
futuro.
Sin embargo,
esa autorregulación consciente de sí misma depende de nuestra capacidad de
monitorizar y modelar continuamente el estado del planeta y nuestros efectos
sobre él.
Economía circular
Para Lenton,
Director del nuevo Global Systems Institute de Exeter, "si queremos crear
un mundo mejor para la creciente población humana de este siglo, entonces
debemos limitar los impactos en nuestro sistema de soporte vital y crear
deliberadamente un economía circular que dependa, como la biosfera, del
reciclaje de materiales impulsados por energía sostenible".
Según la
teoría original de Gaia de Lovelock y Margulis, los componentes orgánicos e
inorgánicos de la Tierra evolucionaron juntos como un único sistema
autorregulado que puede controlar la temperatura global y la composición
atmosférica para mantener su propia habitabilidad. Lenton y Latour, sin
embargo, ofrecen una nueva solución a la celebre hipótesis:
La
estabilidad proviene de una "selección secuencial" en la que las
situaciones en que la vida desestabiliza el medio ambiente tienden a ser de
corta duración, dando lugar a sucesivos cambios adicionales hasta que surge una
situación estable, que luego tiende a persistir.
Una vez que
esto sucede, el sistema dispone de más tiempo para adaptarse y adquirir nuevas
propiedades que le ayudan a estabilizarse y mantenerse, un proceso conocido
como "selección solo por supervivencia".
En otras
palabras, y dado que los humanos también formamos parte de Gaia, nuestra propia
autorregulación consciente se convertiría, esta vez, en una parte importante de
su capacidad de autorregeneración. Una visión, desde luego, mucho más optimista
con respecto al futuro. Bienvenidos, pues, a Gaia 2.0.
Por JOSÉ MANUEL
NIEVES/Abc.es


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