PEKÍN, China
(4 Septiembre 2019).- Los jugadores de República Dominicana saltan y se abrazan
en el centro de un estadio de China. El reloj, aliado incondicional en este
deporte, sonríe desde las nubes. Los talentos alemanes se observan entre sí,
incrédulos, mientras una brisa caribeña arruina algún que otro sueño pactado.
Y ahí está
de nuevo, en el corazón de la batalla, el Che García. Saltando entre lágrimas,
como cuando recorrió con los puños al viento el parquet del Palacio de Deportes
de México para ser campeón con Venezuela en el Preolímpico 2015. El entrenador
revolucionario ratifica, una vez más, ser uno de los que saben mucho y se
venden poco. Un Robin Hood deportivo histriónico, gesticulador al extremo,
capaz de quitarle a los poderosos para darle a los débiles.
No está
Karl-Anthony Towns, ni Al Horford, ni Ángel Delgado. Pero eso no importa. Se
juega con lo que se tiene y se vive con lo que se puede.
El Che, otro
producto genuino de Bahía Blanca, la capital del básquetbol en Argentina, ha
dedicado su vida a emprender proyectos riesgosos pero gratificantes. ¿De qué
sirve decir que uno pone las manos en el fuego por algo si es imposible
quemarse? Esa parecería ser la carta de presentación de un entrenador único que
ha pasado toda su carrera pidiendo hojas en blanco para escribir nuevas
historias.
Un
arriesgado
No importa
el idioma, las costumbres, ni la cultura del lugar. Los equipos son siempre los
mismos y necesitan las mismas cosas para dejar de ser semilla y comenzar a
germinar. La dedicación y el esfuerzo se mezclan con el conocimiento y
motivación, dos amantes en la noche que entrecruzan sus miradas para
transformarse en uno solo, desde hoy y para siempre.
El Checho,
luego bautizado ‘Che’, fue criado entre libros, folletos y VHS en las tribunas
de Olimpo de Bahía Blanca, donde su padre era cantinero del club. Y tuvo en
Julio Toro, legendario entrenador puertorriqueño, a su padre deportivo por
excelencia, relación que comenzó con la visita del coach al club aurinegro en
los años ’80.
Carta a
Julio Toro
“Nací un 11
de enero en 1965, en Bahía Blanca. Es tierra de basquetbol, allá donde salen
jugadores como arroz picado. Mi papá hizo de todo y acabó pasando del
ferrocarril a llevar una cafetería. Mi mamá fue conserje y también cosía, como
ayudante de modista. Eran muy humildes y, siempre, muy trabajadores”, escribe
el Che en una serie de cartas dirigida a Toro que publica Daniel Barranquero en
ACB.com. “¿Realmente crees que puedo hacerlo bien allá? ¿No soy demasiado joven
para ser tu asistente en Puerto Rico? Estoy dispuesto a dejarlo todo”, agrega
García, con solo 23 años.
La
revolución es un sueño eterno. Como aquella final perdida ante GEPU siendo
entrenador de Estudiantes de Bahía con solo 27 años, en su primera experiencia
como entrenador. Como su última, el triunfo de esta tarde, en Shenzhen, ante
Alemania, con Víctor Liz, Eloy Vargas y Gelvis Solano, tres jugadores con
presente y pasado en la Liga Nacional de Argentina, conformando el trío de
cartas que coronan otra mano de truco inolvidable para su carrera.
Un
trotamundo
La vida, en
esos pequeños instantes, pasa a la velocidad de la luz. Como en el libro de
arena de Borges, no hay principio ni final. Todas las páginas son la última y
todas son la primera. Estudiantes, Peñarol de Mar del Plata, Boca, Cangrejeros
de Santurce, Guaiqueríes de Margarita, Libertad de Sunchales, Marinos de
Anzotaegui, Uruguay, Al-Ahli jeddah de Arabia Saudita, Argentino de Junín,
Trotamundos de Carabobo, Panteras de Miranda, Guaros de Lara, Biguá, Gaiteros
del Zulia, Halcones de Xalapa, Minas Tenis Clube, Atenas, Venezuela, Quimsa y
Montakit Fuenlabrada. Miles de jugadores que acompañaron la misión sostenida de
resquebrajar el presente, edificar el futuro y reescribir el mapa del
básquetbol.
Deseo de
aprender”
“Voy para
allá. Acepto. Me lanzo. Renuncio a todo por este sueño. Por aprender básquet,
por convertirlo en mi vida. Y ten claro una cosa. Ya que dejo todo atrás, voy a
Puerto Rico dispuesto a entregarme, sin dejarme nada dentro. ¡A morir!”,
completa el Che en su correspondencia.
Dice Eduardo
Galeano, célebre escritor uruguayo, en el “Libro de los abrazos”, que “…No hay
dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los
colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de
fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no
alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede
mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende… “Hay silencios que se
escuchan. Hay gritos que son silencio. Hay lágrimas que merecen compartirse y
risas que vale la pena contemplar.
La vida es
para los que arriesgan, para los que luchan y para los que avanzan, sin
importar lo que diga el resto. Sin excusas ni contemplaciones, porque al final
del camino lo que importará es el camino, no el final.
Bienvenidos,
entonces, a la historia del hombre que logró concretar imposibles.
Bienvenidos
al básquetbol según el Che García.
RD encara
juego con Francia mañana
La República Dominicana llega a la última jornada del Grupo G
del Mundial de China en el mejor de los escenarios posibles: con la
clasificación a la segunda fase resuelta tras sus dos victorias, lo que le
permite encarar de otra manera el exigente duelo contra una de las favoritas:
Francia.
El combinado
caribeño, dirigido por el argentino Néstor ‘Che’ García, ya está entre los 16,
un primer objetivo cumplido que le citará en la segunda fase con Francia,
Lituania y Australia; palabras mayores, pero no tanto para un equipo que ya
dejó ayer por el camino a Alemania (68-70).
“Este equipo
puede hacer más cosas en esta Copa del Mundo”, aseguró un ‘Che’ García tras su
victoria de ayer, en la que dejó claro que no tomarán el duelo contra el
conjunto galo (previsto para las 20.30 locales, las 12.30 GMT) como un ensayo.
“Nosotros no
negociamos la intensidad, vamos a jugar intenso, porque Francia es quizás uno
de los mejores tres o cuatro equipos de este Mundial, tiene tiradores, corren”,
agregó el preparador de la República Dominicana.
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