57 AÑOS DE LA MASACRE DE PALMA SOLA, MOVIMIENTO MESIÁNICO-POPULAR DE OLIVORIO MATEO
SANTO DOMINGO, República Dominicana (28 Diciembre 2019).- Pasadas las elecciones del 20 de diciembre de 1962,
ganadas arrolladoramente por el profesor Juan Bosch, candidato del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD), el poder represivo del Consejo de Estado,
encabezado por Rafael F. Bonnelly y lastimado por la derrota sufrida por su
favorito Viriato Fiallo, de la Unión Cívica Nacional (UCN), probablemente
encontró el momento de hacer un “ajuste de cuentas” pendiente con un movimiento
mesiánico que empezó a resurgir en los campos de San Juan de la Maguana tan
pronto los vientos de libertad comenzaron a soplar en el país tras la decapitación
de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, el 30 de mayo de 1961.
El 28 de diciembre de 1962, Día de los Santos
Inocentes, se produjo la matanza que aún conmueve la conciencia nacional, en
momentos que el Presidente Electo iniciaba un periplo por diferentes países en
gestiones propias del gobierno que iniciaría el 27 de febrero de 1963.
Palma Sola, paraje del municipio de Las Matas de
Farfán, fue la meca del movimiento religioso inspirado en las creencias del
mesías popular Olivorio Mateo, caído en combate contra las tropas interventoras
de los Estados Unidos el 27 de junio de 1922, tras años de persecución en las
montañas sanjuaneras.
El credo olivorista, todo un sincretismo que incluía
desde ritos mágico religiosos, farmacopea, tradiciones del catolicismo y del
protestantismo, patriotismo y nacionalismo hasta las prédicas de justicia
social, se mantuvo oculto entre los campesinos de la zona por la represión
yanqui de la ocupación 1916-1924, continuada por la dictadura trujillista,
renaciendo con nuevos líderes después del 30 de mayo de 1961.
Entre el 1961 y el 1962, el olivorismo renació bajo
el nombre de Unión Cristiana Mundial, con himno, escudo y bandera, teniendo
como líderes fundamentales a los hermanos Plinio y León Romilio Ventura
Rodríguez, conocidos como “Los Mellizos de Palma Sola”, cautivando con sus
prédicas a miles de seguidores, lo que provocó la persecución y el genocidio de
que fueron víctima.
El terreno para la matanza fue abonado con denuncias
en los medios de comunicación de la época, sobre prácticas inmorales que se
estarían produciendo en Palma Sola, como embarazos de adolescentes, hechicería,
sacrificios de animales, embrujos y otras supercherías que atentaban contra las
buenas costumbres dominicanas.
Previo a la matanza se montó el descrédito mediático
Una obra que describe y analiza con criterios
científicos el resurgir del movimiento mesiánico es la publicada por la
socióloga y filósofa Lucitania Martínez titulada Palma Sola: Opresión y
Esperanza, en la que incluso se encuentra una permanente reflexión sobre el
estado anímico del campesinado dominicano tras los acontecimientos que
siguieron al asesinato del dictador Trujillo.
La investigadora Martínez dice que “aunque la
religión liborista fue perseguida tenazmente por los americanos y por
Trujillo”, sus seguidores se mantuvieron fieles a lo que entendían la dignidad
de sus creencias, “ya que fueron sus antepasados que la practicaron”.
Entiende la autora, que si bien la Iglesia Católica
Dominicana no participó de los planes para masacrar a los palmasolistas,
tampoco se opuso al acoso que sufrieron sus fieles por parte de las autoridades
del Consejo de Estado.
“La institución eclesial no podía ver esto con
indiferencia, y debido a razones señaladas, aprobó la acción estatal posterior
aunque sin rubricarla. Desde antes, la Iglesia no se esforzó por comprender y
respetar el fenómeno social desarrollado en Palma Sola”.
La investigadora Martínez asegura que “dieron un
plazo perentorio al gobierno que vencía el 12 de diciembre, para que pusiera
coto al estado de intranquilidad pública. En el ultimátum no sólo se expresaba
el apoyo a “cualquier” medida que se tomara para solucionar el problema, sino
que, más aún, se responsabilizaba al Consejo de Estado de lo que pudiera
suceder si el “pueblo” (nótese la manipulación del vocablo pueblo”), se hacía
justicia por sus propias manos”.
“Enterado el país y la población de San Juan de la
Maguana de ese “peligroso” movimiento, las instituciones sanjuaneras, los
hombres de empresa, comerciantes, industriales, profesionales, las iglesias de
todos los credos, en fin, todas las organizaciones públicas y privadas
levantaron su voz de “protesta” y presionaron al gobierno nacional y local para
que reprimiera ese “foco de superchería” que amenazaba con perturbar la paz del
país”, destaca la investigadora Martínez.
Una versión publicada en el periódico La Nación del
2 de diciembre de 1962, refiere que los denunciantes pedían que la acción de
las autoridades fuera “rápida y fulminante”, pues si el Estado no actuaba con
prontitud, la población iba a buscar la manera de poner fin al movimiento
livorista.
Señala que “dieron un plazo perentorio al Gobierno
que vencía el 12 de diciembre, para que pusiera coto al estado de
intranquilidad pública. En el ultimátum no sólo se expresaba el apoyo a
“cualquier” medida que se tomara para solucionar el problema, sino que, más
aún, se responsabilizaba al Consejo de Estado de lo que pudiera suceder si el
“pueblo” (nótese la manipulación del vocablo pueblo”), se hacía justicia por
sus propias manos”.
En medio de un ambiente de tensión y miedo, el
general Miguel F. Rodríguez Reyes, fue agredido y asesinado a golpes, hecho que
provocó un intenso tiroteo entre soldados y campesinos que dejó un saldo de
cientos de muertos y heridos y las viviendas de la zona incendiadas.
La excusa publica anunciada en los periódicos fue
"la muerte del general Rodríguez Reyes, que a pesar de haber servido al
régimen trujillistas, se perfilaba como el hombre de confianza del seguro
ganador de las elecciones de Diciembre del 1962, Profesor Juan Bosch, quien le
tenía asegurada la posición de Ministro de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, no era bien visto ni por los
entrometidos asesores norteamericanos ni por sus serviles criollos, los
oligarcas agrupados en la Unión Cívica Nacional, que los representaba
políticamente.
Así pues, los Mellizos de Palma Sola y "su
movimientos religioso popular" fueron acusados de haber matado al General
Rodríguez Reyes, componenda esta de la Unión Cívica Nacional, que representaba
a los ricos oligarcas del país, de pensamiento político atrasado, y quienes
querían a toda costa ser los herederos de Trujillo para mantener sus
privilegios, pero ya sin Trujillo en el Poder.
Entre los heridos de gravedad se encontraba el
coronel del Ejército Nacional, Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien dirigía
las operaciones militares al mando del general Miguel Rodríguez Reyes. También
resulto muerto Plinio, uno de los mellizos Ventura Rodríguez, líderes del
movimiento Oliborista.
El periodista Santiago Estrella Veloz, quien estuvo
en la zona como reportero de La Nación, recuerda que las autoridades civiles y
militares optaron por aplicar tácticas dilatorias, tomando en cuenta que se
encontraban en la víspera de las elecciones del 20 de diciembre, y que
cualquier medida drástica podría empañar un proceso que era seguido por todo el
mundo.
“Se cerraron los caminos que llevaban al centro de
Palma Sola y las demás ramificaciones del culto. Se prohibió portar armas
blancas, debido a los rumores de que los “olivoristas” las usaban
frecuentemente”, refiere Martínez.
Se había publicado la versión de que los fieles de
Olivorio Mateo habían repartido puñales ente sus gentes y que estaban
transportando centenares de campesinos en camiones rumbo a Palma Sola entonando
un estribillo que decía: “No mandará Viriato ni Juan Bosch/ mandará Plinio
Ventura por obra de Dios”.
El “mesías” sobreviviente Don León Romilio Ventura
Rodríguez, negó la versión de que tuvieran proclamas políticas, de que armaran
a sus feligreses y de que fueran partidarios de Trujillo, como también se les
acusó.
Don León Romilio (El Mellizo), como le conoce el
pueblo, dijo no explicarse cómo pudieron acusar el movimiento de trujillista,
si precisamente fueron víctima de la dictadura, que le mató sus ascendientes y
dispersó la familia, hasta el punto de que la noche del magnicidio fue motivo
de celebración.
Testimonio de Roberto Cassa, director del Archivo
general de la nación, sobre la cantidad de muerto de Palma Sola.;
“Un tema tan espinoso como el número de caídos del
28 de diciembre, a diferencia de otros, sí puede ser abordado con las fuentes
disponibles, en especial las producidas en el área de Historia Oral del AGN.
Queda fuera de duda que una cifra oficial del Consejo de Estado, de 42,
subestima gravemente la realidad. Pero del lado de algunos de los
testimoniantes palmasolistas se sobrestima el número real en una medida mucho
mayor, cuando hablan de 800, 1,000 e incluso 1,300. Las entrevistas a personas
que participaron en el enterramiento de las víctimas, realizadas por Aquiles
Castro, en muchas de las cuales yo estuve presente, permiten llegar a la
conclusión de que en ningún caso los muertos pasaron de 200. Mi punto de vista
es que la cifra aceptable oscila entre 100 y 150. En su momento, desarrollaré
los argumentos al respecto, sustentados en las entrevistas aludidas.”
De todas maneras, no puede soslayarse el hecho de
que algunos agentes protagonizaron una matanza sin relación con lo que se
hubiera requerido para asegurar el desalojo de los fieles, aunque se hubieran
opuesto, dado el hecho de que no estaban armados.
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