“Honrar a los padres” es uno de los diez mandamientos, (a la altura de “creer en Dios” y “no matar”). El Talmud lo considera como una de las enseñanzas o mandamientos más difíciles de realizar adecuadamente.
¿Qué es tan especial acerca del Mandamiento de
honrar a los padres?
Mucha gente cree que honrar a los padres es un tipo
de compensación por todos los años de cambiar pañales y pagar la educación. En
realidad, este mandamiento fue dado a la generación que vagó 40 años en el
desierto, donde Dios proveyó automáticamente todas las necesidades. Los padres
no alimentaban a sus hijos, ellos tenían maná para comer. Los padres no
proporcionaban ropa, la ropa crecía con ellos y no necesitaba ser lavada. Sin
embargo, fue precisamente esta generación la que estuvo en el Monte Sinaí y oyó
a Dios pronunciar, “Honra a tu padre y a tu madre”.
Aprendemos de aquí algo asombroso: Este mandamiento
de honrar a los padres no depende de lo que tus padres hicieron por ti, o
incluso si fueron buenos padres. Más bien, respetamos a los padres, simplemente
porque nos dieron el regalo de la vida.
Imagina que te estas ahogando y un desconocido llega
y salva tu vida. Tú estarías siempre en deuda con esa persona. Tanto más
debemos agradecer a nuestros padres que nos dieron la vida en primer lugar.
El Talmud enseña que hay tres socios en la formación
de una persona: el padre, la madre y Dios. Si agradecemos a nuestros padres por
el regalo de la vida, ¿cuánto más agradecemos a Dios por la creación y el mantenimiento
de todo el mundo? –por darnos aire para respirar, flores para oler y suelo para
caminar-.
Al honrar a aquello que nos trajo a la existencia,
aprendemos a no dar nada por sentado y desarrollamos un verdadero aprecio por
la bondad de los demás.
Con esta reflexión, vayamos a la práctica de “cómo”
honrar a los padres:
Cómo honrar
En realidad hay dos partes en este Mandamiento:
Honra a tus padres (en hebreo, kibud ad vaem) –
Estas son las acciones positivas, “hacer” algo.
Reverenciar a los padres (en hebreo, Morá) – las
acciones negativas, “no hacer” algo.
La forma básica de respetar a los padres es cuidar
de sus necesidades. Específicamente, esto incluye:
La forma básica de respetar a los padres es cuidar
de sus necesidades. Específicamente, esto incluye:
Ayudar con el pago de facturas, bancos, etc.
Transporte y servicios por ejemplo, llevarlos al
médico.
Visitarlos y estar al pendiente de ellos.
Cuando sea posible, es preferible que un hijo viva
cerca de los padres, para una mejor atención de sus necesidades. Realmente no
existen límites en esto, el Talmud dice que el gran rabino Tarfón se inclinaba
para servir como escalera para que su madre pudiera subir y bajar de la cama.
Los padres deben ser visitados y contactados por
teléfono con la mayor frecuencia posible, dependiendo de las necesidades de los
padres y el horario de los hijos. En general, debemos ser sensibles al hecho de
que los padres naturalmente se preocupan por sus hijos. Hay que Intentar enviar
un rápido mensaje de correo electrónico o hacer una llamada telefónica cada día
o dos. Especialmente si se ha viajado, llamar para hacerles saber que llegaste
a salvo.
Si el padre es de avanzada edad y no puede valerse
por sí mismo, el hijo es responsable de los arreglos para su cuidado, y debe
pagar por ellos si el padre no puede permitirse el lujo de hacerlo.
Por supuesto, nunca debes dejar que tus padres
sientan que son una carga, o que estás ayudando sólo por obligación.
Como recompensa por honrar a los padres, la Biblia
promete larga vida. Una posible explicación es que el cuidado de los padres
-sobre todo cuando son ancianos- puede consumir mucho tiempo. Así que Dios
“compensa”, por así decirlo, mediante la adición de más años en tu propia vida.
Como un bono adicional, cuando tus hijos te vean
honrar a tus padres, ellos aprenderán de la importancia de este Mandamiento.
Esa es la recompensa cuando se trate de tu turno, cuando estés en el lugar del
“viejo receptor”.
Admiración
Honrar a los padres va más allá de simplemente
“hacer favores”. Un elemento de este Mandamiento es admirar a tus padres y
considerar que son personas eminentes. Por ejemplo, si tú oyes a alguien hablar
mal de tus padres, estás obligado a alzar la voz y defender su honor.
Aún más, debes hacer un esfuerzo específico para
amar a tus padres, ¡Hasta el punto de desarrollar una admiración por ellos como
si fueran héroes! ¿Cómo se consigue esto? La definición de amor es “el placer
de identificar a las personas con sus virtudes”. Debes tratar de descubrir las
cualidades que hacen a tus padres extraordinarios. Cuanto más consciente estés
de las virtudes de tus padres, más podrás apreciar, amar y honrarlos. (Sin
embargo, incluso sin el desarrollo de este “amor”, la obligación sigue siendo
honrarlos).
El Talmud sugiere otras formas de aumentar la
admiración:
Si necesitas un favor –por ejemplo, deseas que el
mecánico de automóviles arregle el silenciador lo más pronto posible– debes
pedirle que lo haga “como un favor a tus padres”. Incluso si el mecánico lo
hace sólo por ti de todos modos, el hablar de esta manera aumenta la autoestima
de tus padres en los ojos de todo el mundo.
Otra forma de construir la admiración es ponerse de
pie cuando tu padre entra en la habitación. A primera vista esto puede parecer
extraño en nuestra sociedad moderna. Pero imagina que estabas sentado en una
reunión de la junta y el presidente entra, tú te levantarías por respeto a
saludarlo. Debemos acostumbrarnos a tratar a nuestros padres de la misma
manera: de pie para recibirlos cuando llegan, y acompañarlos cuando salen de la
habitación.
En general, un hijo debe estar dispuesto a cumplir
los deseos de sus padres. Existen algunos límites, sin embargo:
Si un padre instruye a un hijo a hacer algo que
viola la ley judía, el hijo con respeto debe negarse a hacerlo.
Un hijo no necesita cumplir con la petición de los
padres de hacer algo doloroso, degradante o que cause pérdidas económicas.
Del mismo modo, un hijo se puede negar a asistir a
los padres a hacer algo que es peligroso o insalubre.
Temor y reverencia
Además del Mandamiento de honrar a los padres, hay
un segundo aspecto de respeto y reverencia. Los detalles de cómo cumplir con
esto pueden depender de la sociedad en la que usted viva. Pero el principio
básico es que deben haber límites claros: “Yo soy el padre y tú eres el hijo.
No somos iguales”.
Esto se logra típicamente mediante la observación de
las siguientes directrices:
No te sientes en el lugar designado para tu padre.
Por ejemplo, no te sientes en el asiento de tu madre en la mesa durante la
cena, y no te sientes en el sillón especial de tu padre (a menos que hayas
pedido permiso).
No contradigas nada de lo que tu padre dice, aunque
obviamente no esté bien. Más bien, puedes plantearlo como una incertidumbre:
“Si no me equivoco, yo he leído algo diferente”. Incluso no puedes siquiera
validar las palabras de tus padres en su presencia, es decir, no decir, “Yo
creo que lo que estás diciendo es correcto”. (Sin embargo, la validación de la
opinión de los padres cuando uno no está en presencia de ellos, si les da
honor).
No llames a tus padres por su primer nombre. En una
situación donde necesitas indicar el nombre de tus padres, debes agregar un
título, por ejemplo, “Mi padre es el Señor. Josue Perez”.
No despertar a un padre que está durmiendo, o hacer
ruidos que pudieran perturbarlo.
Un hijo no debe ver a su padre desnudo.
No levantes la voz, ni hables sin respeto, o en
cualquier forma que rebaje a tus padres. Más allá de esto, pegar o maldecir a
un padre es una transgresión muy grave.
A veces, los padres pueden sentirse incómodos con
las normas de respetar a los padres, especialmente cuando enseñan (¡y hacen
cumplir!) a los niños más pequeños. Pero es importante tener en cuenta que más
que por la causa del honor de los padres, todo esto es para inculcar buenos
rasgos de carácter en el hijo, para darle un marco para las futuras relaciones
– con amigos y colegas, con sus propios hijos, y con Dios.
Honor póstumo
La obligación de honrar y respetar a los padres se
aplica incluso después de que hayan fallecido. Cuando se hace referencia a un
padre que ha fallecido, debes agregar una expresión de honor, por ejemplo:
“Mi padre, zijronó librajá” – ¡Que su memoria sea una
bendición! (Para una madre, la primera palabra es zijroná).
“Mi padre, Alav hashalom” – La paz sea con él. (Para
una madre, la primera palabra es aleha).
Una vez que esté casado y tenga hijos propios,
nombrar a un niño como algún pariente difunto –padres, abuelos y otros
parientes– se considera un honor para los padres. La costumbre sefardí es dar
también el nombre de familiares vivos.
Otras formas de honor póstumo incluyen:
Donar a caridad en su memoria.
Recitar Oraciones los primeros 11 meses después de
la muerte, y en cada aniversario de la muerte.
Diciendo la oración conmemorativas en las fiestas.
Encendiendo una vela en el en cada aniversario de
muerte.
Estudiando la Biblia en el Cada aniversario de
muerte.
En general, incrementar tu nivel de compromiso con
el creador (es decir, el estudio de la biblia y sus mandamientos) es un gran
mérito para tus padres, incluso después de que fallezcan.
Familiares
Hay un número de familiares “secundarios” que
también debemos honrar:
Abuelos.
Suegros.
Padrastros.
Hermanos mayores.
Tías y tíos.
Sin embargo, en un caso de conflicto de intereses,
el honor a un padre tiene prioridad.
Además, la obligación de honrar a estos otros
familiares no incluye los aspectos de “temor y reverencia” (por ejemplo, llamar
por su nombre en primer lugar, sentarse en su silla, etc.).
Por último, cada padre tiene un profundo deseo de
ver a su familia en paz unos con otros. Por lo tanto, los hijos deben ser muy
sensibles al dolor que pueden causar a los padres si están peleados con sus
hermanos y otros parientes.
El Padre difícil
La realidad es, por supuesto, que los padres no son
perfectos. Y algunos padres son objetivamente problemáticos. Sin embargo, no
importa cuán difícil sea el carácter de un padre, un hijo todavía está obligado
a mostrar honor y respeto. Esto se aplica incluso si un padre biológico ha
abandonado a su hijo. Y se aplica incluso si el padre es grosero, desagradable,
y lo avergüenza. El Talmud cuenta la historia de una madre que escupió en el
rostro de su hijo y el hijo mantuvo la compostura y siguió dándole honor.
Al mismo tiempo, mientras que honrar a tus padres es
un gran Mandamiento, también tienes que ser responsable de tu propio bienestar.
Uno no está obligado a poner en peligro su salud
física o emocional por un padre. Por lo tanto, si un
hijo no puede enfrentar la conducta de sus padres, se le permite mantener la
distancia.
La obligación del Mandamiento, sin embargo, sigue
siendo válido. Por ejemplo, todavía estaría prohibido utilizar el primer nombre
del padre o de contradecirlo públicamente. Y siempre es apropiado que un hijo
sienta un profundo agradecimiento hacia los padres por el regalo de la vida.
Por supuesto, todo esto no justifica de modo alguno
a un padre abusivo. Por el contrario, un padre no debe ser demasiado estricto
con su propio honor, y puede optar por renunciar a ese honor, cuando lo
considere apropiado.
Los niños son piedras preciosas que se depositan en
las manos de los padres para el pulido y el acabado. Los padres que no pueden
construir una relación cálida y amorosa con sus hijos pagan un alto precio por
esta negligencia.
Paradigma Divino
Como hemos mencionado anteriormente, el respetar a
los padres sirve como un trampolín para la gratitud que debemos sentir con
Dios. Pero este tema va mucho más allá. Los comentaristas señalan que los cinco
primeros de los Diez Mandamientos (es decir, la primer tabla) contiene
Mandamientos entre el hombre y Dios: no servir a los ídolos, no tomar el nombre
de Dios en vano, etc., mientras que la segunda tabla contiene Mitzvot entre el
hombre y el hombre: No matarás, no robarás, etc.
¿Dónde está el Mandamiento de honrar a los padres?
¡En la primera serie de cinco! Porque desde la infancia, la forma en que los
padres se relacionan con los hijos, forma en la conciencia del niño un
paradigma de cómo Dios se relaciona con nosotros. La función principal de un
padre, por lo tanto, es comunicar a los niños: ustedes son amados y apreciados.
Tú eres único y especial, creativo y talentoso. Tú eres valorado y eres
protegido.
El mensaje más importante que los padres pueden
comunicar es: “Tú no estás solo en este mundo”. Esta idea es la base de nuestra
relación con Dios. Una persona puede encontrarse en una situación terrible
–enfermedad, pobreza, guerra– pero debe saber que Dios todavía está con él.
Si un padre no es de fiar, o es indiferente, o es
inusualmente duro o permisivo, inconscientemente pone en la mente del hijo que
Dios de alguna manera debe ser igual. Esta es una dificultad emocional que
puede ser difícil de superar en el futuro.
Una reflexión final:
A medida que la sociedad avanza, puede haber una
tendencia a que los hijos se sientan “por delante” de sus padres. Claro, los
hijos de hoy son más conocedores de la tecnología, y conocen lo último en
música y moda. Pero en la conciencia judía, los padres deben ser respetados
porque son la fuente de nuestra tradición. En otras palabras, no sólo los
padres nos dieron la vida en este mundo, sino que son el vínculo que nos une a
nuestra herencia judía eterna.
Honremos visitando a nuestros padres, ellos
necesitan de sus hijos para honrar el “vínculo de vida” que existe entre ambos
y así, honrar a Dios.
Por J-BAR-LEVY
El autor es rabino, activista social y político
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