PAPA FRANCISCO VALORA SERVICIO NACIONAL DE PROTECCIÓN CIVIL POR LA LABOR QUE REALIZA
CIUDAD DEL VATICANO (22 Mayo 2022).- Tres puntos de reflexión sugirió Francisco a los miembros del Servicio Nacional de Protección civil italiano: Proteger del aislamiento social, de las catástrofes medioambientales y prevenir son todas formas de cuidar como lo hace Dios Padre con sus hijos.
“Artesanos de la esperanza”, un calificativo y un
llamado al mismo tiempo dirigió, este mediodía, el Papa Francisco a unos 400
voluntarios del Servicio Nacional de Protección Civil, reunidos en la Sala
Clementina del Vaticano, en una audiencia donde a la palabra protección se
sumaron pandemia, guerra, refugiados, medioambiente, enfermos, vulnerabilidad.
Y es que el “encomiable” trabajo que realiza la Protección Civil se hace con
empeño y en silencio: “El bien no hace ruido, sino que construye el mundo”.
El Santo Padre agradeció la labor “competente y
gratuita” que esta institución realiza y ha realizado poniéndose a disposición
de las familias y personas más frágiles y vulnerables durante “las fases más
agudas” de la pandemia, desde la atención a los enfermos, la colaboración en la
campaña de vacunación y, ahora, con su compromiso en la ayuda humanitaria y la
acogida en Italia de los refugiados de Ucrania, especialmente de las mujeres y
los niños que huyen de esta “guerra absurda”.
Protección
en primera línea
El Pontífice parte de la palabra que define este
servicio voluntario, la protección, para recordar que es una misión que
recuerda a la del buen samaritano del Evangelio, pues es dedicar tiempo,
atención y las propias capacidades y habilidades al servicio de las personas y
de la sociedad.
“El verbo ‘proteger’ indica el cuidado del hermano
hacia el hermano, una fraternidad concreta, salvaguardar la vida, preservarla,
velar por ella”, dice Francisco al plantear tres ámbitos de reflexión que van
desde preservar a los más frágiles del aislamiento social, de las catástrofes
medioambientales y la educación a la prevención.
No
nos salvamos solos
El preservar a las personas del aislamiento social es
para el Papa una forma muy importante de dar voz a la esperanza, como en “la
reciente pandemia” en la que la entrega, el temor y la solidaridad hicieron
comprender que “realmente no nos salvamos solos”.
“Tenemos que entender y ver que nuestra vida depende
de la de los demás y que la bondad es contagiosa. Estar cerca de nuestros
hermanos y hermanas nos hace mejores, más útiles y solidarios. Y al mismo
tiempo, nuestra sociedad se vuelve un poco más habitable”, subraya el Papa.
Pero más allá de la pandemia están las emergencias
casi siempre provocadas por las guerras o los cambios climáticos, y que
implican la acogida de refugiados, de personas que necesitan “encontrar a
alguien que tienda la mano, que ofrezca una sonrisa, que pase el tiempo
libremente, que haga que uno se sienta como en casa”.
“Todas las guerras marcan una rendición de la
capacidad humana de protección. Una negación de lo que está escrito en los
compromisos solemnes de las Naciones Unidas”, advierte Francisco y recuerda,
además, las palabras del Papa Pablo VI ante la ONU, en 1965: "¡Nunca más la guerra!”. Una invitación
a repetir esta frase especialmente ante la guerra de Ucrania: “Protejamos el
sueño de paz de los pueblos, el sagrado derecho de los pueblos a la paz”.
El grito de la tierra: protegerla y no saquearla.
Promover la protección contra las catástrofes
ambientales es el segundo punto planteado por el Papa que se rehace a un viejo
dicho español: "Dios siempre
perdona, los hombres a veces perdonan, la naturaleza nunca perdona". Esto
para decir que los cambios climáticos que se han multiplicado en los últimos
tiempos y que han causado estragos en las poblaciones, es producto del “grito
de la tierra”.
“Cuando forzamos la mano, la naturaleza muestra su
rostro cruel y el hombre se ve aplastado, obligado a gritar su miedo”, explica
el Santo Padre al reconocer que la intervención de la Protección Civil italiana
ha sido fundamental en el caso, por ejemplo, de los terremotos, en su vocación
de proteger a los afectados por estas tragedias.
“La protección es un signo de cuidado del territorio
que habitas: estás ahí para salvar vidas y promover comunidades. Estamos
llamados a proteger el mundo y no a saquearlo”, enfatiza Francisco.
Formar
conciencias en la prevención
La prevención, último argumento expuesto por el Papa
no solo tiene que ver con el cuidado y el amor que cada quien debe tener hacia
el prójimo y hacia la tierra, sino la necesidad de que esto se convierta en una
responsabilidad y parte de la educación ciudadana.
“La prevención puede lograrse implicando a las
distintas partes responsables de la administración de un territorio. Hay que
formar conciencias para que los bienes comunes no se abandonen o sólo
beneficien a unos pocos. Y vigilar para que los acontecimientos adversos no desencadenen
desastres irreparables en la población”, sostiene el Pontífice.
Es una educación en sentido positivo, que lleva a
valorar la belleza, las historias de vida, las tradiciones y culturas. “Al
hacerlo – afirma el Papa – nos convertimos en “artesanos de esperanza”, esa
virtud que como él mismo dice en Fratelli tutti, “es audaz, que sabe mirar más
allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que
estrechan el horizonte, para abrirse a los grandes ideales que hacen la vida más
bella y digna”.
El Santo Padre concluye sus palabras a los voluntarios
del Servicio Nacional de Protección Civil italiano recordando que proteger es
cuidar: “Dios es Padre, nos cuida y no deja que nos falte su amor”. Y con esto,
un llamado a continuar su labor entre los más necesitados, según el luminoso
testimonio de su patrono San Pío de Pietrelcina.
Por ALINA
TUFANI DÍAZ/Vatican News
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