«Bajo
el capitalismo, el hombre explota al hombre. Bajo el comunismo, es justo al
contrario». John Kenneth Galbraith
Hay que ser muy caradura, indolente e insolidario para
exprimir su propia nación, su propia gente, al consentir y aprovecharse de
salarios desproporcionadamente elevados en la Administración Pública y
mostrarse impasible ante los cuestionamientos de los contribuyentes por tan
irritantes hazañas: https://listindiario.com/la-republica/2022/08/03/732831/al-menos-56-empleados-del-estado-ganan-mas-que-el-presidente-de-la-republica
Un economista señaló que la República Dominicana es un
país donde tener un trabajo fijo es un privilegio con solo 40% de la fuerza de
trabajo empleada formalmente y 80% de esta presentando salarios menores a los
RD$20 mil mensuales. En una economía donde la mano de obra empleada apenas
devenga el salario mínimo y un 60% subempleada o en la informalidad. Donde la
canasta básica nacional se ubicó en RD$42.060,47 mensuales a junio de 2022 lo
que indica claramente la realidad económica, sin retoques, de la mayoría de la
población dominicana.
«Que el trabajo dignifica al hombre es un cuento de
camino. No se puede pedir a un cuerpo cansado y consumido que se dedique al
estudio, que sienta el encanto del arte: poesía, música, pintura, ni menos que
tenga ojos para admirar las infinitas bellezas de la naturaleza. Un cuerpo
exhausto, extenuado por el trabajo, agotado por el hambre y la tisis no apetece
más que dormir y morir. Es una torpe ironía, una burla sangrienta, el afirmar
que un hombre, después de ocho o más horas de un trabajo manual, tenga todavía
en sí fuerzas para divertirse, para gozar en una forma elevada, espiritual.
Solo posee, después de la abrumadora tarea, la pasividad de embrutecerse,
porque para esto no necesita más que dejarse caer, arrastrar. A pesar de sus
hipócritas cantores, el trabajo, en la presente sociedad, no es sino una
condena y una abyección. Los bellos cantos a las masas activas, laboriosas,
pujantes: los himnos a los músculos vigorosos: las aladas peroraciones al
trabajo que ennoblece, que eleva, que nos libra de las malas tentaciones y de
todos los vicios, no son más que puras fantasías de gentes que nunca han tomado
el martillo ni el escalpelo, de gentes que nunca han encorvado el lomo sobre un
yunque, que jamás se han ganado el pan con el sudor de su frente». (Severino Di
Giovanni)
O sea, mientras los dominicanos trabajan como burros,
sobreviviendo con exiguos presupuestos, pagando tributos y con servicios públicos
de mal en peor, estos funcionarios se sirven en festinada licencia de los
recursos presupuestarios que en buena parte se apoyan en nueva deuda pública.
«En las lenguas románicas la palabra trabajo proviene
del latín "tripalium", un instrumento de tortura usado por los
romanos, que consistía en un armazón de tres palos. Así, la imposición del
trabajo como actividad torturante -o acción justificadora del pragmatismo
mojigato y santurrón- es una forma de asegurar la domesticación. Por medio del
trabajo asalariado se asegura la territorialización de poblaciones enteras en
una zona delimitada por las instituciones autoritarias. Así, el Estado y el
Capital garantizan el sedentarismo y el control social, necesarios para
administrar la producción». (Jesús Sepúlveda)
El título de este artículo es una locución latina de
uso actual que significa ‘el hombre es el lobo del hombre’ o ‘el hombre es un
lobo para el hombre’.
«¹No queremos bandidos que sostengan con ley a esas
malvadas sanguijuelas que en nombre de cualquier doctrina o ideología hagan del
pobre un cordero que se deje devorar de los lobos sin resistencia y sin
protesta. ²Y yo pregunto a los economistas políticos, a los moralistas, si han
calculado el número de individuos que es necesario condenar a la miseria, al
trabajo desproporcionado, a la desmoralización, a la desamparada infancia, a la
ignorancia crapulosa, a la desgracia invencible, a la penuria absoluta, para
producir un rico». (Magón¹/Garrett²)
El robo es un accionar ateísta pues no reconoce
consecuencias ni castigo de origen divino. Aunque un ateo no es necesariamente
un ladrón. Los que succionan fuertes recursos nacionales con maquinaciones
legales son fríos, calculadores, insensibles... ver las necesidades de la gente
y no sensibilizarse es para duros de corazón. Peor el escenario cuando un
funcionario o legislador sabe que le extrae sobre medio millón de pesos
mensuales a esos mismos tributarios y no se inmuta. Siendo legal (aunque
ilegítimo), ¿a quién le importa?: https://eldinero.com.do/173904/estos-son-los-puestos-del-estado-que-pagan-los-mas-altos-salarios/
En buen dominicano podríamos reclamarles:
"¡Bájale algo, abusador!" Y esto supera fronteras y cualquier sistema
político. Una injustificable aberración colmada de desfachatez cínica y
prepotente. Nosotros todos, como sociedad en su conjunto, somos los culpables
de esta truhanería canallesca, por permitirlo. Cae de perla entonces concluir
con la siguiente reflexión:
«¹Desde que el mundo es mundo, la minoría dirigente ha
vivido a costa de la mayoría currante. Notémoslo sin acritud. No es marxismo;
es ley de vida: el que ordena la tierra (el gobernante) y el que ordena el
cielo (el religioso) viven a costa del trabajador. ²Amo, compasiva y
tristemente, a los complicados hombres de negocios que han convertido su
hombría en una sanguinaria máquina de sumar y han dejado los pensamientos más
profundos, los sentimientos más nobles por cálculos y métodos de explotación».
(Eslava¹/Belli²).
Por AGUSTÍN
PEROZO BARINAS
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