LAS NACIONES UNIDAS ADMITEN QUE PRESENCIA COMUNIDAD INTERNACIONAL EN HAITÍ EN 20 AÑOS HA SIDO UN FRACASO

NUEVA YORK (9 Agosto 2022).- La Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma en un comunicado que la crisis institucional que vive Haití es ocasionadas por fuerzas de ese país y de la comunidad internacional.

Admite que la presencia de la comunidad internacional en Haití constituyen uno de los fracasos más importantes y evidentes.

Sostiene que en 20 años años de estrategia política errónea, la comunidad internacional no ha podido facilitar la construcción de una sola institución con capacidad para dar respuesta a los problemas de los haitianos.

Alternativasnoticiosas.com deja a sus lectores el comunicado de la Secretaría General de la OEA sobre Haití, 8 de agosto de 2022.

Democracia y Seguridad

La crisis institucional que vive Haití es resultado directo del accionar de las fuerzas endógenas del país y de la comunidad internacional.

Los últimos 20 años de presencia de la comunidad internacional en Haití constituyen uno de los fracasos más importantes y evidentes de las medidas y acciones realizadas en el marco de cualquier acción de cooperación internacional.

No tiene nada que ver con las personas que, con espíritu de servicio y desinterés, trabajaron como cooperantes y dieron lo mejor de sí mismos, y en algunos casos incluso de sus vidas, por Haití. Tenemos el mayor respeto por estas personas, que merecen nuestro eterno agradecimiento.

Estamos hablando de que, en 20 años de estrategia política errónea, la comunidad internacional no ha podido facilitar la construcción de una sola institución con capacidad para dar respuesta a los problemas de los haitianos, 20 años después ni una sola institución lo es. más fuerte de lo que era antes.

Bajo el paraguas de la comunidad internacional han fermentado y germinado las bandas criminales que hoy asedian al país y a su gente, bajo este paraguas ha germinado y incubado el proceso de desinstitucionalización y crisis política que hoy conocemos.

Entonces, habiendo fracasado, la comunidad internacional se retiró de Haití, dejando atrás el caos, la destrucción y la violencia.

Actualmente, es absurdo afirmar que en este contexto de destrucción, los haitianos, completamente solos, polarizados y con muy escasos recursos, puedan reconstruir o construir un proyecto de seguridad, reinstitucionalización y desarrollo que permita a 12 millones de habitantes encontrar una convivencia pacífica. Sin recursos, en un clima de violencia, sin capacidades tecnológicas ni acumulación financiera, sin nada de eso, hoy tratamos de hacer creer a la gente que una solución haitiana completamente endógena podría prosperar. No es tan.

Ante la falta de condiciones para garantizar la democracia y la seguridad, el país adolece hoy de una falta de ideas y capacidades reales provenientes de la comunidad internacional, así como de sus propios problemas estructurales. Una comunidad internacional que nunca supo si salir de la Minustah o prevalecer, una comunidad internacional que creyó que pagando a sus propios consultores resolvería los problemas de los haitianos. Obviamente, nada de esto fue posible y nada de esto es posible.

La democracia

La construcción de la democracia depende de los ciudadanos, de instituciones fuertes que deben ser fortalecidas constantemente, de la capacidad de diálogo del sistema político y de la honestidad de este sistema político. Depende esencialmente de los poderes reales del Estado, de las capacidades e independencia necesarias para actuar, del ejercicio y pleno respeto (asegurado por el Estado) de las libertades fundamentales y de las garantías en el ejercicio de los más amplios derechos económicos y sociales, así como de la establecimiento de un proceso electoral creíble, justo y transparente.

El ejercicio del poder conforme al estado de derecho, la eficiencia administrativa e institucional para brindar soluciones a los problemas de los haitianos son condiciones fundamentales de funcionamiento que nunca han sido aseguradas por la comunidad internacional en Haití, que jamás han sido construidas por la comunidad internacional en Haití y que Haití no tiene. Debemos ser conscientes de que nos encontramos ante una versión más o menos radical de un Estado fallido y una sociedad civil débil y vulnerable. Lo peor de todo es que tanto el Estado como la sociedad civil son débiles.

No se puede negar que la solución a esta situación está en los haitianos, pero la comunidad internacional también tiene un papel que desempeñar.

La sociedad haitiana es muy vulnerable y está muy polarizada, sus instituciones y organizaciones son muy débiles y se debe encontrar un camino para fortalecerse desde cero, si no más.

Esto no será posible sin reducir la polarización y sin construir capacidades y construir puentes entre los haitianos. Sin diálogo es imposible.

La construcción de la democracia haitiana requiere la inducción de capacidades de diálogo, lo que requiere confianza mutua entre los diversos actores sociales o políticos de Haití. Hoy no tenemos un sistema de escalas, ni dentro del sistema político ni en la dimensión social; por el contrario, prevalecen la violencia, el mal uso de la fuerza interna, la lógica criminal en las acciones, las instituciones deficientes y la falta de capacidades de la sociedad civil.

Para lograr la paz en el país, se debe dar un paso indispensable. Se debe hacer justicia por el asesinato del presidente Jovenel Moïse. Si no se establece la verdad, si no se hace justicia, será imposible avanzar en el camino de la reconciliación y el entendimiento.

Para resolver estas preguntas, primero debemos construir los siguientes procesos:

• Un proceso de diálogo institucionalizado e incluyente de todas las fuerzas políticas que fuera posible incluir en él. En este proceso, la comunidad internacional puede aportar los recursos y construir los puentes entre las partes para fortalecerlas y encaminarlas por un camino que las conduzca hacia el fortalecimiento de las capacidades organizativas e institucionales.

• Un proceso electoral creíble, justo y transparente.

• Un proceso de seguridad institucional para el país.

Estos procesos requieren de la cooperación de la comunidad internacional, obviamente en todo lo que se refiere a los recursos necesarios, sean estos financieros, humanos o materiales.

Obviamente, hay que esperar a que las fuerzas haitianas internas se opongan a estos tres procesos, que se opongan al diálogo institucionalizado porque esto puede tener ventajas en términos de estabilidad política en el país, lo que afectaría seriamente ciertos intereses que actualmente prevalecen en Haití. Estas fuerzas obviamente también se opondrán a un proceso electoral creíble, justo y transparente porque las formas de tomar el poder según las lógicas políticas actuales han sido completamente diferentes a tal proceso. Seguramente también habrá oposición al desarrollo de un proceso de seguridad institucional para el país que incluya un fuerte compromiso con la comunidad internacional,

Al mirar la situación actual en Haití, se comprende el por qué de la existencia de fuerzas internas que querían, con una complicidad externa, que la Minustah se retirara. Era simplemente preparar el terreno para que pudiera darse una situación como la que estamos viendo ahora.

Es absolutamente necesario revertir el proceso de violencia mediante nuevas condiciones institucionales acompañadas de un compromiso internacional diferente que permita controlar la situación de violencia y desarmar a las bandas armadas. Es imperativo rastrear las operaciones territoriales del crimen organizado. Sin embargo, los recursos humanos, financieros y materiales para hacerlo deben provenir principalmente de la comunidad internacional. Haití no tiene los recursos humanos preparados y capacitados para ello, no tiene la capacidad en su acumulación financiera, no tiene las capacidades técnicas necesarias para enfrentar la situación de inseguridad que enfrenta. Por lo tanto, tomar otro camino distorsionaría completamente la realidad.

Se deben desarrollar capacidades similares para poner en marcha un proceso de diálogo que conduzca a un proceso electoral libre y justo.

Estos procesos son absolutamente necesarios y es fundamental ponerlos en marcha lo antes posible, comenzando por el diálogo. Debemos suponer que los otros dos procesos se desarrollarán sobre esta base y no de decisiones improvisadas, enteramente ajenas e inapropiadas a lo que la cultura política y la cultura social del país puede recibir y hacer, pero es obvio que los recursos no no existen en Haití, que deben ser llevados allí a través de un proceso institucionalizado por parte de la comunidad internacional con un fuerte componente de monitoreo y combate a la corrupción para evitar que los recursos sean malversados ​​y malversados.

Del trabajo relacionado con estos tres procesos, será necesario desarrollar una Constitución que resuelva las graves deficiencias así como los problemas de la Constitución vigente.

• Un Banco Central autónomo, fuerte y responsable

• Un sistema de justicia independiente fuerte y eficiente

• Un sistema educativo con capacidad para brindar soluciones reales a las necesidades de los niños y jóvenes haitianos

• Un proceso de inversión gradual que trae trabajo y puestos de trabajo a los haitianos

Ignorar estas necesidades significaría distorsionar completamente la realidad. Querer esperar, hasta que Haití acumule sus propias capacidades sin ayuda internacional, llevaría años; el país no tiene ni tendrá en un futuro próximo las condiciones necesarias para lograrlo por sí solo.

Si queremos resolver la crisis y lograr una solución a los graves problemas de Haití sin ninguno de estos elementos, entonces nos encontraremos en la última etapa de un estado de autoengaño, que no sería tan grave como el hecho que también engañaríamos al pueblo haitiano para que creyera que habíamos encontrado una solución real para ellos.

Mientras seguimos esperando que mejore la situación en Haití, los problemas empeoran. Según Unicef, muchas escuelas han estado cerradas durante tres años debido a la pandemia de COVID-19 y su reapertura ha fracasado debido a la violencia criminal que afecta a las comunidades del país y las extorsiones a las que las han sometido las autoridades escolares.

La comunidad internacional, las instituciones financieras internacionales, el sistema multilateral, la comunidad financiera internacional de los países donantes deben decidir si quieren industrializar Haití en términos suficientes para dar trabajo a 9 millones de haitianos, o es económicamente más rentable seguir absorbiendo la migración haitiana y dejar que los países de acogida reciban esta migración como puedan y donde puedan, en las condiciones económicas que puedan brindar. Esta es una decisión muy importante porque determinará la cuestión de si la situación haitiana permanece en un estado de crisis permanente de dimensiones cada vez más trágicas, o si vamos hacia un proceso de transformación en el que aseguremos las inversiones suficientes y su sostenibilidad, y por ende la estabilidad social del país. Existe la necesidad de garantizar una estrategia que incluya '¿Y qué?' Esto incluye la importancia del modelo educativo y las condiciones de trabajo seguras.

Además, la futura prosperidad de Haití depende del desarrollo de sus jóvenes. La desnutrición crónica en niños es irreversible, reduciendo su capacidad cognitiva en un 40%. Para construir un futuro sostenible en Haití, su capital humano debe ser altamente calificado y debe poder competir en los mercados laborales locales e internacionales. Las actuales deficiencias en seguridad alimentaria, provocadas por la baja capitalización en la agricultura y las dificultades en el transporte de alimentos por los bloqueos impuestos por grupos criminales y la deficiente infraestructura, solo alejarán al país de la futura meta de erradicar la pobreza extrema.

Para poner fin rápidamente al retraso académico y la desnutrición que sufren los niños en Haití, es fundamental que termine el estado de guerra interna que existe actualmente. Reiteramos públicamente nuestro llamado al cese de la violencia armada en el país.

Hay una necesidad urgente de continuar el trabajo encaminado a fortalecer la presencia de seguridad e iniciar el proceso de democratización.


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