PAPA FRANCISCO: "DIOS NOS ESPERA SIEMPRE CON LOS BRAZOS ABIERTOS; ÉL NO DUERME, SIEMPRE VELA POR NOSOTROS"
CIUDAD DEL VATICANO (11 Septiembre 2022).- Antes de rezar el Ángelus dominical, el Papa Francisco se refirió a las tres parábolas de la misericordia, para recordar que "el Señor no calcula la pérdida y los riesgos”, sino que “tiene un corazón de padre y madre, y sufre al echar de menos a sus hijos amados”.
Puntualmente a mediodía el Santo Padre se asomó a la
ventana del Palacio Apostólico para saludar a los fieles y peregrinos reunidos
en la Plaza de San Pedro que deseaban rezar con él el Ángelus dominical,
escuchar su comentario al Evangelio y recibir su bendición apostólica.
Francisco, tras saldarlos, comenzó recordando que el Evangelio de la liturgia
de hoy nos presenta las “tres parábolas de la misericordia”.
“De hecho, los protagonistas de las parábolas, que
representan a Dios, son un pastor que busca a la oveja perdida, una mujer que
encuentra la moneda perdida y el padre del hijo pródigo”
Tras explicar que Jesús las relata en respuesta a las
murmuraciones de los fariseos y de los escribas, el Santo Padre añadió que
“Jesús, al acoger a los pecadores y comer con ellos, nos revela que Dios es
justamente así: no excluye a nadie, desea que todos estén en su banquete,
porque ama a todos como a hijos”. De manera que:
“Las tres parábolas, pues, resumen el corazón del
Evangelio: Dios es Padre y viene a buscarnos cada vez que nos hemos extraviado”
El Obispo de Roma invitó a detenernos en el aspecto
común a esos tres protagonistas, que podríamos definir así: “la inquietud por
aquello que les hace falta”. En efecto, “los tres, en el fondo, si hicieran un
poco de cálculos, podrían estar tranquilos: al pastor le falta una oveja, pero
tiene otras noventa y nueve; a la mujer le falta una moneda, pero tiene otras
nueve; e incluso el Padre tiene otro hijo, que es obediente, al cual
dedicarse”.
“En cambio, en sus corazones hay inquietud por aquello
que les falta: la oveja, la moneda, el hijo que se ha ido. El que ama se
preocupa por lo que echa de menos, siente nostalgia por el que está ausente,
busca al que está perdido, espera al que se ha alejado. Porque quiere que nadie
se pierda”
Así
es Dios
Por todo esto el Santo Padre dijo que “así es Dios” y
“no se queda tranquilo si nos alejamos de Él”, sino que “se aflige, se
estremece en lo más íntimo y se pone a buscarnos, hasta que nos vuelve a tener
en sus brazos”. Además:
“El Señor no calcula la pérdida y los riesgos, tiene
un corazón de padre y madre, y sufre al echar de menos a sus hijos amados. Sí,
Dios sufre por nuestra lejanía, y cuando nos perdemos, espera nuestro regreso”
“Dios nos espera siempre con los brazos abiertos”
El Pontífice reafirmó “Dios nos espera siempre con los
brazos abiertos, sea cual sea la situación de la vida en la que nos hayamos
perdido. Como dice un salmo, Él no duerme, siempre vela por nosotros”.
De ahí su invitación a mirarnos a nosotros mismos y
preguntarnos si ¿imitamos al Señor en esto, si tenemos la inquietud por lo que
nos falta, o si sentimos nostalgia por quien está ausente, o alejado de la vida
cristiana? En otras palabras:
“¿Realmente echamos de menos a quien falta en nuestra
comunidad? ¿O estamos cómodos entre nosotros, tranquilos y dichosos en nuestros
grupos, sin tener compasión por quien está lejos?”
En efecto, el Papa añadió que no se trata sólo de
estar abiertos a los demás, sino a seguir el Evangelio. Por eso debemos
reflexionar “sobre nuestras relaciones”:
“¿Rezo por quien no cree, por el que está lejos?
¿Atraemos a los alejados por medio del estilo de Dios, que es la cercanía, la
compasión y la ternura?”
El Padre – dijo Francisco antes de rezar a la antífona
mariana – nos “pide que estemos atentos a los hijos que más echa de menos”.
“Preocupémonos – concluyó – por responder estas preguntas y recemos a la
Virgen, la madre que no se cansa de buscarnos y de cuidar de nosotros, sus hijos.
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