PARÍS, Francia (18 Junio 20239.- Incluso una de las ciudades más atractivas –y mitificadas– del mundo necesita un nuevo relato potente para avanzar. No basta con ser un imán cultural y una meca del lujo. París aspira a convertirse en un referente planetario de la transformación ecológica y de la adaptación al calentamiento global. Por eso su consejo municipal aprobó el pasado 5 de junio un ambicioso proyecto, el “plan local urbanístico bioclimático”, una detallada hoja de ruta para los próximos veinte años.
Como dijo la alcaldesa, la socialista Anne Hidalgo, en
la presentación pública de la iniciativa, “París no parte de una página en
blanco”. La capital francesa, en efecto, lleva ya 15 años con una filosofía
clara –aunque no siempre a gusto de los vecinos– de marginación del automóvil
privado, promoción de la bicicleta y agresiva vegetalización. La coalición de
izquierdas (socialistas, comunistas y ecologistas) que la gobierna pretende
apretar el acelerador en esa dirección.
El propósito es una revegetación masiva de la ciudad,
incluidas plazas que tienen hoy intenso tráfico
Los últimos veranos han activado definitivamente todas
las alarmas. Ha habido periodos de canícula muy intensos, insoportables. Entre
el 11 y el 21 de julio del año pasado, la mortalidad aumentó un 21% por encima
de lo habitual. Las urgencias de los hospitales estaban saturadas.
En 1885, poco antes de erigirse la torre Eiffel, la
temperatura media en París era de 10,7ºC. En el 2010 había subido ya a 13ºC. Se
estima que en el 2085 puede llegarse a los 14,5ºC. Los expertos piensan que
habrá picos de calor de 50ºC, una temperatura propia hoy de los desiertos de
Arizona o de Arabia.
Un bombero recibe ayuda antes de bucear mientras participa en una sesión de entrenamiento cerca de la Torre Eiffel.
Ante estas inquietantes perspectivas, los responsables
de París creen que debe actuarse sin demora en múltiples frentes. Es un desafío
colosal para una urbe muy densa. La capital pierde población cada año –más de
10.000 personas– por culpa del alto precio de la vivienda y de las
incomodidades de la gran urbe, como el ruido, la suciedad y la inseguridad. La
tendencia a huir hacia suburbios menos densos y más verdes, o incluso a
pequeñas ciudades y pueblos de la Francia rural –aprovechando la revolución del
teletrabajo– será aún mayor si las temperaturas tórridas se convierten en un
fenómeno recurrente.
El plan urbanístico bioclimático es el fruto de una consulta pública muy extensa en la que han intervenido cargos políticos de todas las tendencias, especialistas, asociaciones ciudadanas y empresas. Se han realizado unas 50.000 propuestas. El proyecto podrá ser modificado y mejorado hasta su aprobación definitiva, en el segundo semestre del 2024.
La aceleración ecologista en París va de la mano de la
preparación de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de verano del 2024. Se
quiere que sean los más verdes de la historia, con un protagonismo estelar de
la bicicleta. “Queremos hacer de estos Juegos un escaparate para la bicicleta”,
declaró hace pocos días a Le Parisien el ministro de Transportes, Clément
Beaune, uno de los ministros que tienen mayor sintonía con el presidente
Emmanuel Macron. La región parisina ha sido uno de los lugares de Europa con
más rápida expansión de carriles bici. La cita olímpica es una excusa para completar
la red.
Las autoridades parisinas están decididas a cumplir el
compromiso de que sea una ciudad neutra en carbono para el año 2050. El cambio
de fisonomía debería ser drástico, con hasta un 40% de superficie vegetalizada.
Eso incluirá plazas hoy con intenso tráfico, como la de l’Étoile –con el Arco
de Triunfo en el centro–, que será transformada en parte en jardín. Se persigue
la meta de contar con diez metros cuadrados de espacio verde por habitante, la
proporción recomendada para garantizar la calidad de vida.
“París no se construye, París se transforma”, advirtió
en la presentación del plan la arquitecta Dominique Alba, una de sus autoras.
Salvo en algunos lugares muy concretos, no hay intención de añadir más cemento
sino al contrario. La idea es una metamorfosis. Un ejemplo son las oficinas.
Como consecuencia de la covid, un 20% del espacio dedicado a ellas está
desocupado. Eso ofrece una oportunidad para transformarlas en viviendas, a
poder ser sociales, después de haber realizado obras de aislamiento que las
protejan mejor del calor y mejoren el rendimiento energético.
El París bioclimático precisará de la plantación
masiva de árboles –hubo 25.000 entre noviembre del 2022 y abril del 2023– y la
creación de zonas de sombra artificiales. Están planificados diez nuevos
parques urbanos, uno de ellos de 25 hectáreas, entre Porte de la Chapelle y
Porte de la Villette, bordeando la périphérique, la autopista de
circunvalación, en el noroeste, en unas de las áreas socialmente más
degradadas, epicentro del tráfico de crack.
Entre las actuaciones que ya se están realizando
figuran la instalación de nuevas fuentes públicas, hasta 1.200, algunas solo
para el verano y con atomizadores. El Ayuntamiento habla de “islotes de
frescor”, los refugios a los que podrán acudir los vecinos para resistir a las
altas temperaturas.
Se están haciendo también ensayos experimentales de
sistemas cool roof (tejado fresco) para aliviar la vida a los ocupantes de los
pisos superiores. La empresa Roofscapes, una startup fundada por jóvenes
ingenieros franceses formados en Estados Unidos, ha diseñado una especie de
jardineras que podrían instalarse en los clásicos tejados de zinc inclinados de
París para reducir la temperatura interior de los edificios y contribuir a la
biodiversidad. Sus inventores se han inspirado en las altane de Venecia, unas
terrazas de madera que hace siglos se instalaron en los tejados de la ciudad de
los canales.
Para Hidalgo y su equipo, la transformación ecológica
quedaría coja sin un acento social muy fuerte. Por ello prometen que la
vivienda pública o social pasará del 25% actual al 40% en el 2035. No es fácil
hacer una política que retenga a las clases populares cuando París es hoy, en
parte como consecuencia del Brexit, el mayor foco de inversión de Europa. El
número dos de Hidalgo –y su delfín–, Emmanuel Grégoire, lo expresó así:
“Debemos proteger a los parisinos de las derivas del mercado”. El clima y la carestía
de vida son, pues, los retos más urgentes de la Ciudad de la Luz.
Por EUSEBIO VAL/La Vanguardia
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