Lejos de ser instituciones o entidades que impulsen el desarrollo y bienestar de la población, los partidos políticos, por su accionar, se han ido degradando a tal punto, que más bien parecen grandes y pequeñas plazas comerciales, en donde todo se vende y se compra a precios de oportunidad y excelentes financiamientos.
Sus líderes ya no guardan las formas, ni siquiera son prudentes. Todo se resume en un simple negocio, un centro de expendio en donde al por mayor y por libras venden y se reparten las esperanzas de la gente, pregonando un gran sacrificio y que todo es por el bien de la Patria.
De lado quedan éticas y principios, la división se adueña y abre camino, la falta de institucionalidad es su mejor aliada. Imponen sus propias reglas, ya no importan lemas, ni consignas, la prioridad es ganar y sobrevivir, lo demás es historia, puro cuento no más.
Ninguno da la espalda al otro, se despiden de frente, mirándose a la cara, hasta que dejan de verse.
Son alianzas por negocios, donde las penurias y necesidades del pueblo, ni por asomo son tomadas en cuenta y para nada intervienen en las transacciones, pero qué importa si todos felices, estampan sus firmas en la mesa de los repartos, existe un propósito común, las arcas del Estado.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
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