Todo ciudadano, todo munícipe, quisiera sentirse orgulloso por la buena gestión de sus funcionarios, electos con o sin el favor de su voto o designados por quien en su momento ocupa el Poder Ejecutivo, el Presidente de la República.
Sentir, por ejemplo, que se le eriza la piel al oír
mencionar sus nombres, por lo complacido que está por la dedicación y los
esfuerzos que estos, sus funcionarios, realizan cada día para bienestar de su comunidad.
Orgulloso, cuando con su dedo índice, puede señalar y
decir, "gracias a las diligencias de "Mengano de tal," hoy, podemos
contar con esta importante obra de infraestructura que da solución definitiva
al problema del tránsito y aquella de allá, para otras necesidades en esta
ciudad.
Sentir alegría y placer al verlos y estrechar sus
manos, y de regreso a su hogar o vecindario contar a sus amigos y allegados,
"hoy saludé a fulano de tal," como si tratara de un gran
acontecimiento, al poder decir, por él, después de Dios, tenemos calles
asfaltadas y nuestra ciudad luce impecable, bien ordenada; es un modelo a
seguir.
Orgulloso y loco de que adelanten las elecciones para
levantarte temprano y conminar a sus vecinos para echarles sus votos a
"zutano de tal," para que siga en el cargo, por ser garantía de trabajo,
respeto y sobre todo el buen manejo de los recursos puestos bajo su
administración, y eso se agradece y se premia.
¡Ay San Cristóbal, caramba, si esa fuera tu suerte,
pero tu no tienes nada que agradecer, tampoco a quien premiar, tú no tienes
"Menganos," ni "Fulanos" y mucho menos "Zutanos",
tanto así, que aquí, en esta urbe, definitivamente, "cualquiera es
mejor."
¿San Cristóbal, carajo, qué fue lo que hiciste?.
Por LEONARDO CABRERA DÍAZ
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