Los cuerpos son polémicos. Pueden despertar deseo o rechazo. ¿Recuerdan la historia de Quasimodo, el protagonista de Notre- Dame de Paris de Victor Hugo? El jorobado deforme, campanero de la catedral, vive allí oculto. Se esconde de la mirada de la gente.
¿Recuerdan el cuento de La Bella y Bestia? La Bestia tiene una apariencia que crea el rechazo de quienes le conocen. Da auténtico miedo. En la literatura encontramos muchos ejemplos de seres marginados a causa de su aspecto físico.
La fealdad y la belleza siguen cánones establecidos,
que cambian según las épocas. Fíjense en la belleza que escapa de los cánones
actuales, pero que aparece magnífica, en el cuadro de El nacimiento de Venus de
Botticelli. O en sus Tres Gracias, donde las protagonistas tienen luz y
armonía. Hoy algunos afirman que son cuerpos llenos de grasa y celulitis.
Rubens también pintó las Tres Gracias, y las hizo gorditas, un espectáculo de
la carne. ¿Qué me diría usted de las pinturas de Botero?
Ahora las tendencias nos imponen cánones muy
distintos. En los desfiles, las modelos exhiben cuerpos esbeltos, a veces casi
etéreos.
Durante décadas, nuestra sociedad ha sido rigurosa con
los estándares de belleza: ser delgadas era una obligación para muchas
adolescentes, víctimas de los estereotipos que marcan la moda y las redes
sociales. Los resultados son un aumento de los trastornos alimentarios.
Una conocida mía colgaba en las redes una fotografía
suya en bikini. La intención era clara y el eslogan sería: “Cuerpos sin
complejos”. Era el retrato de una mujer con sobrepeso. Acompañaba la imagen con
unas frases alentadoras hacia las mujeres. Amaos, venía a decir. Totalmente de
acuerdo: es importante que aprendamos a querernos, porque ya hay suficiente
odio en el mundo, y porque tenemos derecho a ser felices. Nadie debe
convertirse en un enemigo de sí mismo. A continuación aparecían los comentarios
de los seguidores. Alababan la valentía de mostrarse sin filtros, de presentar
al mundo un cuerpo que rehuía los estereotipos de una forma natural,
desacomplejada. Todo parecía un himno al empoderamiento de la mujer, que pasa
siempre por la propia aceptación.
Los cuerpos anoréxicos y los obesos no son bellos:
ponen en riesgo la salud e incluso la vida
De repente, se me encendieron las señales de alarma.
¿Se trataba realmente de esto? ¿O había una segunda parte?
Ordenamos la ideas: hay cuerpos delgados muy atractivos;
hay figuras curvilíneas también atractivas. No debemos imponer tamaños o tallas
esclavizadoras. La belleza suele ser una suma de factores que incluyen la
armonía, la gracia y también la autoestima. Sentirnos seguras nos hace sentir
bellas, nos empodera.
Pero la línea que separa la carencia de complejos
absurdos de la no aceptación de la realidad puede ser muy fina. Ni los cuerpos
anoréxicos ni los obesos son bellos. La razón es objetiva: ponen en riesgo la
salud e incluso la vida de las personas.
Actualmente, nadie se atrevería a colgar en Instagram
la fotografía de un cuerpo anoréxico con orgullo. Por suerte, existe una
conciencia bastante generalizada de los peligros de este trastorno. Por el
contrario, hay quien cuelga un cuerpo con obesidad y lo reivindica. No me
parece bien. La obesidad también puede ser peligrosa. No pretendan engañarnos.
Las mujeres de Rubens deberían hoy visitar a un nutricionista. Las de Botero
solo son deliciosas en los cuadros.
Por MARÍA DE LA PAU JANER
La autora es editora de La Vanguardia
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