Preocupado por los síntomas que nos hacían sospechar que nuestra natal San Cristóbal, padecía una seria enfermedad, acudimos a un laboratorio clínico para realizarle los análisis correspondientes y determinar con exactitud la gravedad de su caso.
Luego de ver los resultados, entendimos lo pálido y descolorido de su semblante, así como el intenso dolor en todo su cuerpo, sus ojos profundos y apagados, y esas grandes arrugas que envejecen su rostro.
Además, de la gran depresión y ese estado de intranquilidad, de ansiedad y de impotencia que le hace morder los labios y cerrar sus puños, las lágrimas corren por su faz, mientras un nudo en su garganta impide manifestar su amargura y desesperación.
Y no es para menos, si analizamos los resultados del laboratorio, San Cristóbal, tiene el colesterol total, HDL, LDL, VLDL, los triglicéridos, la glicemia, el PSA, el TGP y TGO, la urea, la creatinina y el ácido úrico, en niveles desproporcionadamente altos. Además, el hígado graso.
Sus hematócritos y glóbulos rojos evidencian una anemia crónica, las plaquetas en el suelo, sangre oculta, piedras en los riñones y vesícula, corazón grande, alta presión y para colmo de males, ahora le diagnosticaron Síndrome Crónico de Desencanto Electoral,(S.C.D.E.).
Los médicos determinaron que estos padecimientos son provocados por una dañina y terrible bacteria de nombre “Políticus Malus”, que por suerte, existe un efectivo tratamiento a base de antibióticos, de nombre “Votus Conscientus,” bien pensadus.
De acuerdo a los galenos, con un buen uso de esos antibióticos, San Cristóbal, podría recuperar su vitalidad, y no sufriría de tantos achaques y dolores.
Recomendaron además, el uso de guantes higiénicos, proteger la boca y sobre todo, limpiar bien los oídos, para no creer en mentiras y falsas promesas.
La bacteria “Politicus Malus,” puede mutar cada cuatro años, con rostros y caras nuevas, por lo que sugieren ser precavidos y evitar el Síndrome Crónico de Desencanto Electoral, (S.C.D.E), que tiene postrado y sin aliento a San Cristóbal.
Con Dios, siempre.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
No hay comentarios.: