Antisemitismo: La dimisión de Claudine Gray representa victoria para los sectores de la derecha estadounidense
HARVARD (4 Enero 2024).- La dimisión de Claudine Gay, primera persona negra y segunda mujer, en presidir Harvard, aunque solo durante seis meses (la presidencia más corta de la historia de la institución), representa una victoria para los sectores de la derecha estadounidense que quieren acabar con las políticas de promoción de la diversidad racial en las universidades de élite del país.
Esta mujer, hija de inmigrantes haitianos, con una
carrera de Stanford y un doctorado por Harvard, presentó su dimisión a través
de una carta el martes, en medio de un aluvión de críticas por acusaciones de
plagio en sus publicaciones y por lo que consideraban una reacción poco firme
contra el antisemitismo en la universidad.
Gay fue muy cuestionada por su respuesta en el
Congreso hace poco más de un mes a la pregunta de Elise Stefanik, representante
republicana de Nueva York, de si “llamar al genocidio de los judíos viola las
normas sobre intimidación y acoso” de su universidad. La académica dijo que
podía tratarse de una violación del código de conducta de la institución
“dependiendo del contexto”
Denuncian
que Gay accedió a la presidencia de Harvard por ser mujer negra
Sus declaraciones generaron indignación entre algunos
ex-alumnos judíos, cuyas donaciones millonarias son hoy claves para Harvard.
Gay pidió perdón por sus palabras, pero ya era demasiado tarde . Un comentario
desafortunado sobre el conflicto palestino-israelí tuvo el poder de
desencadenar la campaña que ha acabado con su carrera.
Las acusaciones de plagio a Claudine Gay han
alimentado el argumento conservador de que las instituciones académicas
estadounidenses están perdiendo sus criterios de excelencia en beneficio de la
atención a cuestiones de raza y género que, según denuncian, habrían permitido
a Gay acceder a la presidencia de Harvard.
Pero ella no es la única. Los defensores de su
dimisión reclaman un cambio en las universidades que traiga de vuelta el
criterio único de la meritocracia, y olvide el contexto socioeconómico que
facilita a algunos alumnos llegar a lo más alto. “Continuaremos avanzando para
exponer la podredumbre en las más prestigiosas instituciones educativas”,
afirmó en una declaración Elise Stefanik, la congresista republicana que interrogó
a Gay en el Congreso.
En el centro del debate está la DEI (diversidad,
equidad e inclusión), cómo se denomina en Estados Unidos a las iniciativas que
buscan promover la igualdad de oportunidades dentro de instituciones públicas o
privadas. Los conservadores republicanos llevan años oponiéndose a este
sistema, que comenzó a recibir fuertes ataques durante la legislatura de Donald
Trump.
En el 2020, el ex-presidente calificó la enseñanza de
cuestiones sobre sensibilidad racial de “propaganda antiestadounidense” y las
prohibió en las agencias federales. Hoy, la derecha republicana intenta
modificar en las universidades estos programas o cerrar departamentos de
promoción de la diversidad, después de que en junio el Supremo invalidara la raza
como criterio de admisión.
Activistas conservadores reclaman
“restablecer la verdad como el mayor principio de la vida académica”
Christopher Rufo, uno de los activistas conservadores
que difundió las acusaciones contra Claudine Gay, anunció en su cuenta de X que
va a hacer una donación de 10.000 dólares a un fondo destinado a “cazar
plagios”, con el fin de “restablecer la verdad como el mayor principio de la
vida académica”, frente a la “ideología racial”. Gay, profesora de estudios
africanos y afroamericanos, es una fiel partidaria de la consideración de la
raza en la contratación y admisión de personal y alumnos, y durante su
presidencia la justicia racial fue una de sus prioridades. Para Rufo su caída
representa “el inicio del fin de la DEI”.
La mitad del trabajo publicado por Gay estaría afectado
por plagios, afirmaba el lunes la revista conservadora The Washington Free
Beacon la fuente de la gran mayoría de acusaciones contra la ya expresidenta.
Pocas críticas vinieron de compañeros de la academia. Si bien una revisión
llevada a cabo por Harvard reconoció errores en el trabajo de Gay, se trataría
de fallos “no intencionados o imprudentes” y no llegaron a constituir mala
conducta.
La universidad señaló la existencia de “lenguaje
duplicado” y falta de comillas. Pero tras el anuncio de la dimisión, Harvard no
indicó en ningún momento que la actuación de Gay hubiera sido incorrecta. Los
defensores de Claudine Gay apuntan a que las repeticiones de términos en
ámbitos muy especializados son algo común y que tras las críticas a Gay se
mueve una voluntad republicana de interferir en la libertad académica de las
universidades.
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