Hoy celebramos el misterio de la Encarnación del Señor, el momento en que el Verbo, la Palabra eterna de Dios, se hizo carne y vino a vivir entre nosotros. A través del sí de la Virgen María, Dios asumió nuestra humanidad, uniendo lo divino con lo humano.
Este acto de amor profundo no deja de asombrarnos,
recordándonos que Dios se hace cercano y accesible. Su llegada cambió el rumbo
de la historia y la cultura actual en general asumió un antes y un después de
él.
Les invito a reflexionar sobre la cercanía de Dios en
nuestras vidas que la transforma y dignifica. Al encarnarse, Dios mostró que su
amor no es lejano, sino real y tangible.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
Monseñor RAMÓN
DE LA ROSA Y CARPIO
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