El ser humano no fue creado para quedarse estancado ni encerrado en sus miedos, sino para caminar siempre hacia adelante.
Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y esa huella
divina nos impulsa a crecer, a buscar lo que está más allá, a no conformarnos
con lo pasajero.
Nuestro destino es la Pascua eterna, la plenitud de
vida que se alcanza en Cristo resucitado.
eso, cada paso que damos es una respuesta a nuestra
vocación más profunda: avanzar, levantarnos cuando caemos y seguir andando.
Mirar atrás con gratitud, sí, pero nunca detenernos,
porque el horizonte de Dios siempre nos invita a más.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
Por MONSEÑOR RAMÓN BENITO DE LA ROSA Y CARPIO
El autor es Arzobispo emérito de la Arquidiócesis de
Santiago
No hay comentarios.: