Papa León XIV en la catequesis: Jesús es el punto de llegada de nuestro caminar
CIUDAD DEL VATICANO (15 Octubre 2025).- En la catequesis de la audiencia general en la Plaza de San Pedro, León XIV inició la última parte del ciclo jubilar "Jesucristo, nuestra esperanza" y abrió el capítulo "La resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual" con la reflexión "El Resucitado, fuente viva de la esperanza humana". El Pontífice indicó que Jesús es el “compañero de viaje” que nos sostiene en el camino no siempre fácil de nuestra vida. “Sin su amor, el viaje de la vida se convertiría en un vagar sin meta".
Una plaza de San Pedro repleta de fieles acogió hoy al
Papa León XIV para la audiencia general del este miércoles 15 de octubre. Como
de costumbre, antes de iniciar su reflexión, el Papa saludó desde el papamóvil
a los numerosos fieles allí reunidos. En esta ocasión, la presencia de unos 60
000 peregrinos condujo al Pontífice más allá del hemiciclo de Bernini, a lo
largo de la Vía de la Conciliación, en medio de una animada multitud.
“En las catequesis del Año jubilar, hasta este
momento, hemos recorrido la vida de Jesús siguiendo los Evangelios, desde el
nacimiento a la muerte y resurrección. De este modo, nuestra peregrinación en
la esperanza ha encontrado su fundamento firme, su camino seguro”, inició
diciendo el Santo Padre en su reflexión, precisando que ahora, “en la última
parte del camino, dejaremos que el misterio de Cristo, que culmina en la
Resurrección, libere su luz de salvación en contacto con la realidad humana e
histórica actual, con sus preguntas y sus desafíos”.
Creados
para la plenitud
El Papa evidenció que en nuestra vida, llena de
matices y de vivencias diferentes, experimentamos una “situación paradójica: quisiéramos
ser felices, pero es muy difícil conseguirlo de forma continuada y sin sombras”
y “sentimos que siempre nos falta algo”.
Pero, en verdad – aseguró – no hemos sido creados para la falta, sino para la
plenitud, para disfrutar de la vida y de la vida en abundancia, según la
expresión de Jesús en el Evangelio de Juan (cfr 10,10).
Este deseo grande de nuestro corazón puede encontrar
su última respuesta no en los roles, no en el poder, no en el tener, sino en la
certeza de que alguien se hace garante de este impulso constitutivo de nuestra
humanidad; en la conciencia de que esta espera no será decepcionada o
frustrada. Tal certeza coincide con la esperanza.
La
esperanza cumple
El Pontífice recalcó que esto no quiere decir “pensar
de forma optimista” sino que “a menudo el optimismo nos decepciona, al ver cómo
nuestras expectativas implosionan, mientras la esperanza promete y cumple”.
Hermanas y hermanos, ¡Jesús Resucitado es la garantía
de esta llegada! Él es la fuente que sacia nuestra sed ardiente, la sed
infinita de plenitud que el Espíritu Santo infunde en nuestro corazón. La
Resurrección de Cristo, de hecho, no es un simple acontecimiento de la historia
humana, sino el evento que la transformó desde dentro.
El Obispo de Roma invitó además a pensar en una fuente
de agua y sus características, evidenciando que sin ella “no se puede vivir”,
para indicar:
El Resucitado es la fuente viva que no se seca y no
sufre alteraciones. Permanece siempre pura y preparada para todo el que tenga
sed. Y cuanto más saboreamos el misterio de Dios, más nos atrae, sin quedar
nunca completamente saciados.
Jesús
sacia nuestra vida
A continuación, aseguró que es “Jesús, con su
Resurrección”, quien nos ha asegurado “una permanente fuente de vida”. Él “es
capaz de ofrecernos alivio en el camino terreno y asegurarnos la quietud
perfecta en la eternidad”.
Solo Jesús muerto y resucitado responde a las
preguntas más profundas de nuestro corazón: ¿hay realmente un punto de llegada
para nosotros? ¿Tiene sentido nuestra existencia? ¿Y el sufrimiento de tantos
inocentes, cómo podrá ser redimido? Jesús Resucitado no deja caer una respuesta
“desde arriba”, sino que se hace nuestro compañero en este viaje a menudo
cansado, doloroso, misterioso. Solo Él puede llenar nuestra jarra vacía, cuando
la sed se hace insoportable.
Sin
Jesús, la vida es un vagar sin meta
Jesús es también “el punto de llegada de nuestro
caminar, aseguró el Santo Padre. “Sin su amor, el viaje de la vida se
convertiría en un vagar sin meta, un trágico error con un destino perdido”.
El Resucitado garantiza la llegada, nos conduce a
casa, donde somos esperados, amados, salvados. Hacer el viaje con Él al lado
significa experimentar ser sostenidos a pesar de todo, saciados y fortalecidos
en las pruebas y en las fatigas que, como piedras pesadas, amenazan con bloquear
o desviar nuestra historia.
La
esperanza de Cristo
Finalmente, el Papa León dejó una síntesis que debemos
atesorar:
Queridos, de la Resurrección de Cristo brota la
esperanza que nos hace gustar anticipadamente, no obstante, las fatigas de la
vida, una quietud profunda y gozosa: aquella paz que Él solo nos podrá dar al
final, sin fin.
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