Papa León XIV: Nadie se perderá, porque el amor de Dios alcanza a todos
CIUDAD DEL VATICANO (2 Octubre 2025).- En el Ángelus de este domingo, conmemoración de todos los fieles difuntos, el Papa León XIV invitó a los fieles a contemplar la resurrección de Cristo como la gran esperanza que ilumina la vida y la muerte de cada persona.
En la Conmemoración de todos los fieles difuntos, el Papa León XIV subrayó que el corazón del Evangelio es la certeza de que “nadie se pierde para siempre, porque la voluntad de Dios es que todos tengan vida”. “La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día” (Jn 6,39), recordó el Papa citando el Evangelio de san Juan. Estas palabras, explicó, revelan la preocupación profunda de Dios por cada ser humano: que todos encuentren su lugar en la plenitud del amor divino.
“Por lo tanto, el núcleo de la preocupación de Dios está claro: que nadie se pierda para siempre, que cada uno tenga su lugar y resplandezca en su unicidad.”
Una comunión que abarca todas las diferencias
León XIV relacionó la fiesta de Todos los Santos, celebrada el día anterior, con la conmemoración de los difuntos, presentándolas como dos dimensiones de una misma realidad: la comunión universal del amor de Dios.
La Solemnidad de Todos los Santos, dijo, es la fiesta que celebra la comunión entre todos los hijos e hijas de Dios. El deseo de participar en la vida divina está inscrito en el corazón humano y se manifiesta como búsqueda de reconocimiento, atención y alegría. Y luego citó al Papa Benedicto XVI cuando escribió al respecto:
“la expresión “vida eterna” trata de dar un nombre a esta espera irreprimible: no es un continuo sucederse de días sin fin, sino el sumergirse en el océano infinito del amor, en el que el tiempo, el antes y el después ya no existen más. Una plenitud de vida y de felicidad: es esto lo que esperamos y aguardamos de nuestro estar con Cristo”
Memoria y esperanza ante la muerte
El Pontífice señaló que el recuerdo de los difuntos no es un ejercicio de nostalgia, sino un acto de fe y esperanza. “Sin la memoria viva de Jesús —advirtió—, cada vida corre el riesgo del olvido; pero en Él, incluso quien no tiene quien lo recuerde conserva su infinita dignidad”, y añadió:
“Jesús, la piedra que los constructores ha rechazado, es ahora la piedra angular (cf. Hch 4,11). Este es el anuncio pascual. Por esta razón, los cristianos recuerdan desde siempre a los difuntos en cada Eucaristía, y hasta la fecha piden que sus seres queridos sean mencionados en la plegaria eucarística. Desde aquel anuncio surge la esperanza de que nadie se perderá.”

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