San Cristóbal: invertir juntos para ganar todos

 San Cristóbal está viviendo un momento clave. Una nueva generación empresarial y comercial ha decidido involucrarse, aportar y tejer alianzas. Este impulso nos invita a dar el siguiente paso: invertir diferente para construir un futuro mejor, con visión de largo plazo y un principio rector incuestionable: el bien colectivo debe estar por encima del interés particular.

Cuando una ciudad encuentra su ruta de desarrollo, ganan todos. Crecen las empresas, se multiplican los empleos, ​​mejora el entorno y florece el tejido social. Eso es exactamente lo que necesitamos: pasar de esfuerzos individuales a una estrategia compartida.

Pensemos en el juego de la cuerda. Si cada grupo tira hacia un lado distinto, la fuerza se dispersa y no se avanza. Pero cuando todos empujan hacia el mismo lado, el resultado llega rápido. El desarrollo territorial funciona igual: sin coordinación, se desperdicia energía; con alianzas, se multiplica.

El reto está en alinear la inversión privada con la visión o el Plan Estratégico de San Cristóbal, el ordenamiento territorial, el ecoturismo y la cultura viva que nos identifica. No se trata de esperar que el Gobierno lo haga todo ni de dejar la tarea únicamente al sector privado. Se trata de actuar como socios estratégicos. Ninguna ciudad se transforma solo con fondos públicos, y ninguna economía local se consolida sin la iniciativa empresarial.

Existen experiencias que demuestran que este camino funciona. Medellín, Bilbao o Curitiba supieron articular esfuerzos entre Estado, empresas y academia para transformar su estructura productiva y su entorno urbano. San Cristóbal también tiene lo necesario para dar ese salto: talento, ubicación estratégica, cultura emprendedora y un plan. Lo que falta es decisión colectiva. Cito estos ejemplos internacionales porque en esos espejos debemos mirarnos: en el de ciudades que se atrevieron a mirar su futuro de forma diferente y a hacer lo necesario para llegar hasta ahí.

Para avanzar hacia ese futuro, hay alternativas necesarias como : construir alianzas público-privadas (APP) sólidas que alineen la inversión privada con el Plan Estratégico de San Cristóbal. Esto implica crear un vehículo de inversión transparente, como un fideicomiso local,  que permita cofinanciar proyectos estratégicos en áreas clave como gestión de residuos, energía solar distribuida, agua, ecoturismo, mercados y movilidad. Proyectos de alto impacto que, por separado, serían más lentos o inviables.

Con una meta clara, por ejemplo destinar alrededor del 1 % del PIB provincial a proyectos público-privados permitiría transformar la infraestructura básica en menos de cinco años, y dinamizar la productividad local. Medellín lo demostró: en una década articuló más de veinte APP y redefinió profundamente su estructura urbana y económica.

Se trata de concentrar esfuerzos en pocos proyectos bien definidos, con métricas claras y trazabilidad, para que cada inversión tenga propósito, retorno y visibilidad. A esto debe sumarse una ejecución ágil, con reglas estables, ventanilla única y plena transparencia para generar confianza y resultados.

La academia también es un actor clave, su rol es decisivo, formando talento técnico y digital para responder a la demanda real de las empresas y midiendo el impacto social y económico de cada iniciativa. Con estos elementos integrados, las APP dejan de ser un concepto abstracto y se convierten en la palanca que puede transformar San Cristóbal. El momento es este: pasar de la intención a la acción, de la fragmentación a las alianzas, de lo urgente a lo estratégico. Es momento de invertir juntos para ganar todos. Si empujamos todos hacia el mismo lado de la cuerda, San Cristóbal crecerá, pero sobre todo será una ciudad que brinde a su gente un futuro diferente y mejor.



Por CARLOS SALAZAR RODRIGUEZ 

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