No es la primera vez que Leonel lo dice, pero ahora
se oyó más lejos, retumbó en el Palacio y el eco dejó a la “sociedad civil” y
al liderazgo político de oposición rascándose como puerco en javilla: ¡El PLD
gobernará los próximos 20 años!
Y como ha de suponerse que ese conteo comenzará en
el 2016, estaríamos hablando de que los peledeístas gobernarán por 36 años, 34
de ellos en el presente siglo, mucho más que Trujillo y como nadie jamás en la
historia dominicana. Para esa fecha Leonel tendrá apenas 83 años, once menos
que Balaguer cuando fue candidato por última vez en el 2000.
El expresidente Fernández no había terminado bien la
frase cuando Miguel Vargas, presidente del PRD, dio unas declaraciones
apresuradas señalando tal imposibilidad. No atinó a aclarar el dirigente
opositor cuál es la alternativa electoral... Porque en las actuales
circunstancias a nadie se le ocurre pensar en el PRD.
No hay duda de que Leonel es un hombre oportuno en
la política, donde radica su éxito. Aprovechó un escenario en la sede de su
partido en el que no estaba supuesto a aparecer... Y sorprendió a todo el mundo
con un discurso que se bastó por sí mismo para llevar aliento a un partido en
lógico reflujo en los últimos seis meses.
Lució una arenga de trinchera más que el anuncio de
la celebración del cincuenta aniversario de la ascensión de Bosch al poder, en
un año cargado de efemérides políticas relacionadas con el líder histórico
peledeísta, independientemente del bicentenario del nacimiento del Padre de la
Patria, que mantendrá ocupado al PLD por lo que resta de año y los primeros
meses del 2014.
Ya antes Leonel había vaticinado larga vida a los
regímenes peledeístas, pero jamás sus palabras causaron tanto aspaviento como
ahora. ¿Será porque nunca antes las condiciones de tales vaticinios lucieron
tan halagüeñas, sin alternativa en el horizonte...?
Bastaría echar una ojeada a la oposición política
para comprender que Fernández talvez no ande muy descaminado en su proyección
electoral, la razón justa para considerar sus palabras como una afrenta y una
temeridad inoportuna, por innecesaria, ya que pone el dedo en la llaga aún
sangrante de los grupos que confirman los propósitos peledeístas de eternizarse
en el poder vía el partidismo único.
El
doble pespunte
Es probable que Leonel no haya alcanzado a
dimensionar bien su expresión del pasado viernes en la noche. A menos que se le
busque un doble pespunte, como se dice en sastrería.
Asegurar que el PLD permanecerá otros 20 años en el
poder luce una imprudencia. Sobre todo, porque justo cuando hablaba los
noticiarios de televisión difundían las imágenes de lo que quedó de la Casa
Nacional perredeísta, recibida horas antes por el grupo de Miguel Vargas que
mostró a la prensa los destrozos causados por la horda incivil que la asaltó el
27 de enero para impedir que una reunión de su máximo organismo confirmara la
expulsión del expresidente Hipólito Mejía.
A menos que el propósito fuera la necesidad de
reafirmar la fe de los peledeístas en su liderazgo hegemónico y reavivar la
esperanza de su retorno al poder, lo cual habría que analizar en otra vertiente
que debería causar honda preocupación en el leonelismo más ortodoxo.
Sólo esa necesidad pudo haber movido primero la
presencia no programada de Leonel en el acto del viernes y luego el remache de
una expresión que él sabe bien causa perturbación en amplios segmentos de la
comunidad política porque le quita el sueño a los grupos de la sociedad civil
–igualmente politizados y tendenciados– que lo ven como el “caudillo del
quitipón” de los nuevos tiempos.
En cualquier caso Fernández lanzó un buscapiés que
no acaba de caer...
En el Palacio su expresión causó alarma y extrañeza
por lo innecesario que resulta alborotar las avispas del panal propio cuando el
enjambre de la oposición sigue en el aire sin hallar covacha. Con mayor vera al
chequear las encuestas y confirmar que la popularidad del Presidente Medina
anda por las nubes.
Es este último escenario lo que vendría a
justificar, desde el punto de vista político, la expresión continuista de
Fernández. Y eso tiene que causar preocupación en el leonelismo más
comprometido. Porque en ese caso habría que ir pensando seriamente que su
liderazgo está cuestionado a lo interno del PLD.
Otra
imprudencia
Parece ser que algún genio perredeísta le sugirió a
Miguel Vargas que le respondiera a Leonel cuando todavía se ignoraba si la
pelota caería de foul. Y él lo hizo en innecesario afán de protagonismo. Como
si en el PRD la competencia fuera demostrar cuál es más anti-leonelista, si
Hipólito o Miguel.
Las improvisaciones en política no son buenas
consejeras... De haberse detenido a pensar un poco, Miguel habría dejado que la
pelota rodara en zona foul y golpeara al coach del mismo equipo. Pero al
meterle la mano enguantada provocó una interferencia que el árbitro cantó de
inmediato y Leonel pudo retornar a la base sin ningún contratiempo.
Leonel Fernández es de los políticos que cometen pocos
errores, sobre todo estando a la defensiva. Y como corredor, no es fácil
agarrarlo fuera de base. Si sus escasos errores no son capitalizados, es muy
difícil ganarle el juego. La imprudencia de Miguel le puede costar el
partido...
Es probable que para Leonel, con 12 años de
Presidente, veinte años no sean nada... Para Miguel, con 12 años “halando
aire”, tres palabras pueden ser demasiadas. ¡Sobre todo con un partido tan
voluble y susceptible a la camorra interna!
Por CESAR MEDINA
El autor es periodista
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